Así fue “La Ruta de castings” para elegir al reparto de la serie: “Es increíble todo lo que llegaba a salir”
Charlamos con Àlex Monner, Claudia Salas y Guillem Barbosa sobre la experiencia de trabajar en la ficción de Caballo Films y Atresmedia. “No se puede contar lo que hemos vivido”, afirman, detallando cómo fue el proceso de selección hasta quedarse con sus respectivos personajes en la serie
Desde que se presentó en sociedad La Ruta, allá por abril, dos líneas de discurso han ido aparejadas al proyecto: la primera, su pretensión por desestigmatizar un movimiento sociocultural que se ha identificado con sus años de decadencia, obviando sus años de esplendor a lo largo de la década de los ochenta. La segunda, la valiosa experiencia que ha supuesto, sin excepción, para los profesionales que han formado parte de la serie.
“Proyectos así hay que aceptarlos. Llegan una vez cada mucho tiempo”, afirma Àlex Monner, exultante al hablar de esta producción de Caballo Films para Atresplayer Premium que ve la luz este domingo 13 de noviembre. El actor, junto a su amigo Ricardo Gómez, llevaba años fantaseando con hacer una serie sobre La Ruta del Bacalao, por lo que poder encabezar ambos el reparto suponía una oportunidad única, que luego ha respondido a la expectativa. El rodaje, todos concuerdan, ha sido único por lo que han vivido.
Pero la singularidad de La Ruta va más allá de la producción. A lo largo de la presente entrevista Monner, Claudia Salas y el emergente Guillem Barbosa explican no ya cómo fue la grabación de La Ruta, sino acabar entrando en ella.
Para Salas, para quien este es su primer proyecto televisivo tras dejar Élite, la experiencia fue una Ruta en sí misma, a la que llegó tras empalmar proyectos (recordemos que está en carteleras cinematográficas con Cerdita) y tras varias pruebas antes de ser la Toni definitiva que acompaña a Marc en la ficción. Precisamente Monner, el encargado de dar vida a este personaje, requirió de un solo encuentro para determinar su inclusión en el proyecto, pero participó sobradamente en todo el proceso: “Eran como jornadas de trabajo en vez de pedir que enseñaras el resultado al que podías llegar”, dice el catalán, en un tono muy crítico con la norma de las audiciones.
“Pensaba en lo mal que nos hacen los castings. En cuanto nos dan un poco de libertad y un par de cosas sólidas a las que cogernos, las escenas volaban solas”, agrega el actor, que pudo probar con varias actrices antes de la llegada definitiva de Salas. Con una experiencia más limitada que sus compañeros, Barbosa también dedica palabras elogiosas a este recorrido formativo que ha sido La Ruta: “A veces me pongo a pensar y creo que me cuesta imaginarme que las cosas sean diferentes a cómo las he vivido”.
Durante toda la etapa promocional de 'La Ruta' habéis reconocido que no conocíais mucho del movimiento. ¿Cuál ha sido la época o año, de los representados en la serie, que más habéis disfrutado al rodar?
C.S.: Yo lo tengo claro. El primero de La Ruta, en el 81, cuando empieza todo. Disfruté mucho rodándolo y poder estar en el inicio y sentirlo como tal, ver los conciertos en Barraca, la energía que había tan colectiva, tan de crear... Esa cosa que se genera cuando arrancas algo, como en las relaciones, donde lo bonito es el principio. Me quedo con el comienzo de todo.
A.M.: Recuerdo un subidón durante el rodaje de cuando hicimos el salto al 87, el cuarto capítulo. Ver la ambientación de las discotecas, y ver el cambio de estilo narrativo y de cámara. Pasamos de tener planos con teleobjetivos a planos con cámara al hombro... Veía más las discotecas, tenían más profundidad, las vestimentas eran diferentes... Nosotros nos podíamos mover más libremente sin ir tan a la marca. La cámara empezaba a descubrir las cosas antes de que nosotros las mirásemos. Recuerdo la escena antes de que Claudia y yo nos vayamos al baño, en la entrada del capítulo 4 cuando entro en la discoteca y flipo con la peña, con los colores... Empezamos a ir a los ochenta y los estilismos eran mucho más locos. Todo era más extremo. En los noventa está todo más condensado y en los ochenta todo es más expresivo. Recuerdo disfrutar especialmente ese día d rodaje.
G.B.: Me gustó lo que debería ser el 88, el capítulo 6, cuando está todo muy levantado. Es fin de año, nos estamos metiendo unas rayas... Es el momento en que La Ruta está en su máximo esplendor de actividad y de colores y de gente extravagante. Es como aún está un poco verde, no hay esa madurez que hay en los capítulos primeros, pero tiene esa extroversión y pasan muchas cosas. Me gustó.
A.M.: El inicio del 6 fue muy guay, muy heavy.
G.B.: A nivel de secundarios me parece que hay más momentos de hablar con la gente, para ser mucho más próximos. No están por el fondo, sino más cerca, y me dio la sensación de que quizás eran los años donde La Ruta era más tierna, pero a la vez más directa.
Creo que llevamos mucho tiempo currando, y proyectos así hay que aceptarlos. Llegan una vez cada mucho tiempo
¿A nivel personal qué ha supuesto este proyecto para cada uno de vosotros?
A.M.: Es todo marketing, para vender bien la serie y dar buena imagen [risas].
C.S.: Personalmente, ha sido un regalo y un privilegio en la profesión haber caído en las manos en que he caído y estar con esta gente. Que digan acción, escuchar motor, mirar a la derecha y ver a este señor [Monner]; crear con gente que no para de crear todo el tiempo, aun cuando están con un café, es una maravilla. Además, los cinco y todo el equipo técnico y artístico nos hemos entendido mucho en esto. No es solo trabajo y trabajo. No veía el esfuerzo de charlar contigo.
A.M.: No se puede contar lo que hemos vivido. Lo digo en serio. Creo que llevamos mucho tiempo currando, y proyectos así hay que aceptarlos. Llegan una vez cada mucho tiempo. Pero ha sido increíble a todos los niveles. Disfrutábamos cuando salía el sol, cuando llovía, yendo a tomar algo, currando o leyendo los capítulos. Ha sido la polla.
Sabiendo eso, el último día de rodaje sería particularmente especial...
C.S.: Fue una traca, pero literal.
A.M.: Tiramos una traca... ¡Fue la hostia!
C.S.: Es como coger a todos tus amigos y tu familia y a todos los que une algo y lo estáis haciendo. Yo vivía con Eli; no juntas, pero la puerta de en frente de mi casa era la suya, y hubo un momento en que esa puerta nunca se cerraba, y era entrar y salir, y compartir. Teníamos un rellano que se convirtió en casa.
G.B.: Es muy bonito, desde mi punto de vista, siendo mi primer proyecto a nivel audiovisual. Me cuidaron muchísimo todos, los técnicos y todos. Reíamos, llorábamos... A veces me pongo a pensar y creo que me cuesta imaginarme que las cosas sean diferentes a cómo las he vivido. A nivel de grupo lo he vivido como si fuera todo así de bonito y de sencillo, y me cuesta creer que quizás hecho otra primera cosa hubiera sido más diferente, más sufrido. Me cuesta creer que realmente sea así. Ellos cuentan mucho lo que han vivido, pero yo no tengo otra referencia.
¿Cómo fue el proceso de casting?
C.S.: En cuanto a grupo no tuvimos de los cinco, pero sí de las tramas que íbamos a tener más asiduas a lo largo de la ficción sí que tuvimos algún encuentro de pruebas... Yo tuve una Ruta de pruebas, fue la Ruta del casting, porque además salía de otro proyecto, estaba terminando uno y empalmando con otro. Mi vida estaba un poco loca y tenía problemas de salud, con tanto estrés el cuerpo no me daba, y suerte que tenía a mi madre conmigo y me ayudó. Fue un proceso bastante loco, porque fueron unas cuatro o cinco pruebas, y la última fue con Àlex y la llamada llegó al tiempo.
A.M.: ¿En serio, cinco pruebas?
C.S.: Sí, cuatro o cinco. No hice la self tape, directamente fui a prueba presencial. Quizás fueron tres... Bueno, lo viví como una Ruta real. Entiendo el nombre, viene de aquí.
A.M.: Molaron mucho los castings. Yo pocas veces me he encontrado con jornadas de trabajo. Normalmente vas ahí, haces una impro rancia y te pones a actuar. Aquí se sentaban, se leía el texto, se analizaban las cosas, Borja [Soler] nos contaba... Eran como jornadas de trabajo en vez de pedir que enseñaras el resultado al que podías llegar. De repente hacías una improvisación, pero una de verdad, no como en otros castings: una larga con una situación súper marcada de 10 o 15 minutos. Yo que vi mucha gente diferente, y probé a varias Tonis, era increíble todo lo que llegaba a salir por parte de los actores y actrices. Todas estaban increíbles, con matices diferentes. Era brutal. Pensaba en lo mal que nos hacen los castings. En cuanto nos dan un poco de libertad y un par de cosas sólidas a las que cogernos, las escenas volaban solas. Flipé con todo el mundo. Blanca Javaloy fue nuestra directora de casting.
En tu caso, Àlex, Ricardo y tú ya hablasteis del interés por el proyecto. ¿Cómo te enfrentaste al proceso?
Cuando supe que estaba cogido, estaba tranquilo. De primeras fui absolutamente cagado, pero cuando me dijeron que me habían cogido estaba tranquilo. Fueron en las jornadas de trabajo cuando empecé a crear a Marc. Hice una prueba.
¿Y en tu caso, Guillem?
G.B.: Mi proceso de casting fue también muy distinto al de la mayoría de castings. Primero hubo uno de selftape, al principio, y luego fueron presenciales en Madrid. Hubo dos rondas, y la última la hice con él [Monner], donde nos dieron mucho tiempo para improvisar y para ver qué había. El proceso fue tremendo en el sentido de que no fue ir con la separata y hacer uin personaje, sino una sensación de que a medida que iba viviendo el proceso de casting, iba fusionándome con el personaje. No fue reglamentario, fue una aventura, algo se me puso en el cuerpo y tuve claro que el personaje era mío. Notaba que el personaje no como una voluntad de quererlo hacer, sino que lo notaba físicamente. A partir de ahí fue luchar para que me lo diera. Cuando noté eso, me lo llevé a todas partes.
Yo tenía la idea del bacalao, súper estigmatizada, y cuando escuchaba algún tema, preguntaba si eso era bacalao de verdad. Tienes esta cosa del parking, del chunda-chunda que nos ha llegado a todos, pero es una música tremendamente elaborada
¿Cómo veis que se continúe la serie con 'La Ruta: Ibiza'? A priori, de todos los personajes el que parece más encaminado para recuperarse en ella, por lo visto hasta ahora, es el de Àlex...
A.M.: Me apetece mucho, Marc me mola bastante como personaje. Pero no tengo ni idea. Ojalá hagan la segunda temporada, porque fue tan guay, que pensar que nos vamos a Ibiza a hacer una segunda temporada... ¡Me cortaría un pie! No sé nada, no tengo ni idea de lo que tienen pensado.
C.S.: Yo puedo ir a verle un ratito [risas].
La música es muy importante en 'La Ruta', como es evidente. ¿Este proyecto os ha servido para descubrir música de esos años? ¿Os ha quedado algo?
C.S.: Absolutamente. Yo tenía la idea del bacalao, súper estigmatizada, y cuando escuchaba algún tema, preguntaba si esto era bacalao de verdad. Tienes esta cosa del parking, del chunda-chunda que nos ha llegado a todos, pero es una música tremendamente elaborada.
A.M.: En verdad no tiene nada que ver con el chunda-chunda.
C.S.: Es una música que puedes escuchar en cualquier momento. A mí me encanta y me llevo mucho.
G.B.: Yo personalmente me he hecho un viaje, he descubierto muchísimos grupos y tengo toda una lista de música que este verano ya la he dejado de escuchar tanto, pero cuando me la vuelvo a poner me quedo en plan... 'Guau'.
¿Os habéis llegado a pensar cómo hubierais vivido esta etapa?
C.S.: Yo no hubiera aguantado [ríe]. Te pones a pensar. Hablándolo en una cena, pensaba en que esto ya lo hemos hecho alguna vez, que sales dos días seguidos. Pero ponte a pensar que esto lo hacían todos cada fin de semana durante 10 años. No hay cuerpo que lo aguante. Trabajaban durante la semana y su premio era salir el fin de semana. No era caro salir, te llevabas algo para comer, estabas en tu coche... La vida era más asequible económicamente, y en lo que gastaban era en el ocio nocturno. Se compartía mucho también. Personalmente no hubiera aguantado, yo hubiera sido de ir a las paellas por la mañana, que también las hacía.
A.M.: Yo la hubiera vivido a tope durante un tiempo y luego me habría aburrido, seguramente. Estar con la misma gente, en los mismos sitios, hablando de la misma mierda en bucle... Al final la fiesta es divertida, pero llega un punto en que no da más de sí. A no ser que la organices tú y tengas mucha inventiva y te empieces a flipar. La Ruta mola mucho por esto, y en Berlín pasa. Desde que nació la música electrónica, las fantasías del ocio se han seguido llegando a cabo en Berlín, y vas a clubs que flipas. Toda esa inventiva, ¿de dónde sale? Sale de haber dejado que todas esas fantasías que en los ochenta y noventa se tuvieron con la fiesta siguieran. En La Ruta decidieron cortarlo, pero si se hubiera seguido, si se hubiera tomado en serio el ocio y la potencialidad cultural que tenías en ese momento, con ese despliegue de DJ y de peña que se lo quería pasar bien, Valencia sería un sitio muy puntero a nivel europeo en cuanto a construcción del ocio y de la fiesta como algo relevante. Eso es lo que pasa en los países donde no se han querido cargar la música electrónica y la música de club. En Francia y España se la quisieron cargar.
G.B.: A la vez, creo que tiene algo mágico que los valencianos o en Valencia siempre haya este espíritu de no querer prolongar o marcar tendencia. La Ruta fue hecha por gente que más allá de querer mostrar al mundo un movimiento cultural lo que hacían era vivirlo entre ellos, y es lo que hizo que fuera lo que fue.
A.M.: ¿A ti qué te hubiera pasado con La Ruta? [ríe].
G.B.: A mí me hubiera pasado que hubiera disfrutado muchísimo y hubiera salido hasta el final. En algún momento no hubiera durado. Me hubiera jubilado en algún momento, pero me habría comprado un coche con un tubo de escape de esos que hacen [imita el sonido de un coche], lo habría disfrutado muchísimo, y hubiera bailado muchísimo. Habría tomado mescalina...
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