Espacio de opinión de Canarias Ahora
Euromiseria
Europa ya no es el bastión democrático, incluso de gente progre, crítica, participativa, que existía cuando mi juventud, que tuvo dirigentes socialdemócratas moderados como Willy Brandt en Alemania, o Francois Miterrand en Francia. Ahora Scholz y Macron son todo lo contrario y aplauden, entre otras barbaridades, el genocidio de Israel en Palestina y Oriente Medio hasta con las orejas, y asisten entusiasmados a la guerra entre OTAN/Ucrania contra Rusia con todo el peligro que representa. Las últimas elecciones en Francia, Alemania, Gran Bretaña e Italia ilustran el giro hacia la extrema derecha del viejo continente, y el colapso moral de un sistema decrépito, que incluso ha llegado a prohibir manifestaciones, exhibición de banderas y pañuelos palestinos. En donde la vida casi siempre fue mucho más llevadera y libre que en el resto del mundo mundial, se disputa un regreso a las antípodas, y estamos asistiendo al colapso del sistema democrático europeo. El grave problema de la vieja Europa es, y sigue siendo, su patética dependencia de Estados Unidos y de la OTAN.
El giro a la derecha lo componen, con gran entusiasmo, los Faure, Hollande, Gliksmann, Starmer, Scholz, Baerbock, Macron, y a nivel del gobierno de Europa con las lideresas Ursula von der Leyen, Alemania (presidenta de la Comisión), Kaja Kallas, Estonia (Exteriores), y Roberta Metzola, Malta (Parlamento), que lindan todas ellas con la frontera del nazismo, partidarias de la colaboración con la extrema derecha entusiastas del sionismo israelita y padeciendo las tres una tremenda y peligrosa rusofobia que las lleva a abanderar un deseo de enfrentarse incluso militarmente contra Rusia, despreciando que es una potencia nuclear.
Europa está enloquecida, y envilecida, hasta el punto de que una comisión creada por la ONU ha concluido que Israel ha aplicado en Gaza “una estrategia intencionada para causar el máximo daño, incluido un ataque directo y criminal contra la población civil que equivale a una política de exterminio”, y esta investigación ha demostrado que el ejército israelí “es uno de los más criminales del mundo”.
Europa asiste a todo esto mirando hacia otro lado, jugando con el peligro que Rusia lleve la guerra a Varsovia, Berlín, París, Londres, y lo que es peor, sigue vendiendo armas a Israel, que lleva ocupando Gaza y creando una cárcel al aire libre desde hace veinte años, negando a los niños lo esencial de la vida, la libertad y una infancia feliz, y los deja pudrirse junto a sus familias en un gigantesco campo de concentración, y los asesina a mansalva, ocupando, robando tierras a Palestina desde 1948. Todo es una farsa sangrienta, llena de odio de los sionistas a los palestinos, a los árabes en general, que no tiene visos de terminar. Pero la euromiseria no es sólo con el genocidio de Israel, con el apoyo a los sionistas político y militar con el suministro de armas, es también con la guerra en Ucrania, con el apoyo desmesurado, militarmente peligroso, de la OTAN a los nazis de Kiev, que desde 2014 atacó a las zonas rusoparlantes del este de Ucrania, especialmente Donetsk y Lugansk, con procedimientos incluso de terrorismo y exterminio étnico a todo lo ruso en el este del país, contexto que comenzó con el Euromaidan, golpe militar auspiciado por la CIA, con el posterior intento de EEUU de que Ucrania ingresara en la OTAN tras el derrocamiento del presidente Viktor Yanukovich.
Ahora Rusia se está enfrentando a EEUU y a la Alianza Atlántica en Ucrania y ha tenido mucha paciencia con provocaciones como el ataque al gasoducto de Nord Stream, el facilitar información de inteligencia sobre tropas e instalaciones rusas a Kiev, el bombardeo de objetivos estratégicos rusos con armas y a instancias de Occidente, la invasión de Kursk organizada por la OTAN, ha llevado la idea a Estados Unidos que puede hacer la guerra a Rusia por sus síntomas de debilidad sin temor a represalias. Una idea peligrosa con una nación que tiene armamento nuclear. Me parece muy posible, por desgracia para todos los humanos, que la implicación cada vez mayor de Occidente en la guerra contiene el riesgo de un enfrentamiento militar contra Rusia con el uso casi inevitable de armas nucleares. Actualmente la Unión Europea ya no tiene política de derechos humanos y ha llegado a la solución de apoyar campos de concentración para migrantes como los que se han creado en Albania. Tiene una propaganda cultural de guerra, una rusofobia galopante, con esquizofrénicos como Macron, que habló de enviar tropas francesas a Ucrania, o cómo ahora defienden Ursula von der Leyen y Kajas Kallas, que ansían un enfrentamiento suicida con Rusia a nivel de intercambios de pepinos atómicos en una solución de fase final. Y yo con estas canas, pensando en mis hijos, nietos, amigos y pueblo en general.
Europa ya no es el bastión democrático, incluso de gente progre, crítica, participativa, que existía cuando mi juventud, que tuvo dirigentes socialdemócratas moderados como Willy Brandt en Alemania, o Francois Miterrand en Francia. Ahora Scholz y Macron son todo lo contrario y aplauden, entre otras barbaridades, el genocidio de Israel en Palestina y Oriente Medio hasta con las orejas, y asisten entusiasmados a la guerra entre OTAN/Ucrania contra Rusia con todo el peligro que representa. Las últimas elecciones en Francia, Alemania, Gran Bretaña e Italia ilustran el giro hacia la extrema derecha del viejo continente, y el colapso moral de un sistema decrépito, que incluso ha llegado a prohibir manifestaciones, exhibición de banderas y pañuelos palestinos. En donde la vida casi siempre fue mucho más llevadera y libre que en el resto del mundo mundial, se disputa un regreso a las antípodas, y estamos asistiendo al colapso del sistema democrático europeo. El grave problema de la vieja Europa es, y sigue siendo, su patética dependencia de Estados Unidos y de la OTAN.
El giro a la derecha lo componen, con gran entusiasmo, los Faure, Hollande, Gliksmann, Starmer, Scholz, Baerbock, Macron, y a nivel del gobierno de Europa con las lideresas Ursula von der Leyen, Alemania (presidenta de la Comisión), Kaja Kallas, Estonia (Exteriores), y Roberta Metzola, Malta (Parlamento), que lindan todas ellas con la frontera del nazismo, partidarias de la colaboración con la extrema derecha entusiastas del sionismo israelita y padeciendo las tres una tremenda y peligrosa rusofobia que las lleva a abanderar un deseo de enfrentarse incluso militarmente contra Rusia, despreciando que es una potencia nuclear.