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Así se convirtió Las Palmas de Gran Canaria en Casablanca durante el rodaje de 'Aliados'

Plaza Cairasco durante el rodaje de 'Aliados'

Europa Press

Las Palmas de Gran Canaria —

Sesenta años después de que John Huston rodara allí Moby Dick adaptación del clásico de Herman Melville protagonizada por Gregory Peck, Gran Canaria vuelve a ser escenario de una superproducción de Hollywood con Aliados. En esta ocasión las estrellas son Brad Pitt y Marion Cotillard y el capitán del barco es ni más ni menos que Robert Zemeckis, cuya nueva cinta llega a los cines españoles este viernes 25 de noviembre.

Varios de los rincones más emblemáticos de Las Palmas de Gran Canaria, una ciudad con vocación de gran plató cinematográfico que ha acogido rodajes de producciones como Palmeras en la Nieve, Acantilado o una de las últimas entregas de la saga Fast & Furious, sirvieron a Robert Zemeckis y a su equipo de producción para recrear un escenario tan mítico como la Casablanca de los años cuarenta.

Allí, en plena Segunda Guerra Mundial, es donde se encuentran Max Vattan (Brad Pitt) y Marianne Beauséjour (Marion Cotillard), dos espías de las Fuerzas Aliadas expertos en el arte del engaño y el asesinato que, simulando ser un feliz matrimonio francés de la alta sociedad, deben llevar a cabo una arriesgada misión infiltrados en territorio enemigo.

Pero la historia de Max y Marianne, salida del puño y letra del nominado al Oscar Steven Knight (Negocios ocultos, Promesas del Este) se complicará aún más cuando las caricias, los arrumacos y los besos fingidos vayan poco a poco convirtiéndose en verdadero amor. El escenario en el que se ubica este romance clandestino en tiempos de guerra, es la ciudad más emblemática y glamurosa del Norte de África de la década de 1940, la Casablanca dominada por el Gobierno colaboracionista de Vichy.

Es allí donde comienza la laberíntica historia de espías, amor, lealtad y traición de Aliados, en un rico y legendario escenario... que ya no existe. La Casablanca de la actualidad está llena de casas, de pisos y nuevas construcciones y no se parece nada a lo que fue hace medio siglo.

Así que, Zemeckis, su director de fotografía Don Burgess, diseñador de producción Gary Freeman y el resto de su equipo eligieron Las Palmas de Gran Canaria -que le robó el rodaje a la ciudad de Cádiz, elegida en un primer momento por el equipo de la película para acoger la filmación- para a través de unas certeras localizaciones de exterior, platós de rodaje y efectos visuales dar marcha atrás en el tiempo y devolvernos hasta la exótica Casablanca de los años cuarenta.

Un oasis de glamour en mitad de la guerra

“Queríamos que nuestra película evocase a la ciudad que conocemos gracias a la película clásica Casablanca, que refleja cómo era realmente la ciudad en aquella época. Era una ciudad muy elegante, estilosa y sofisticada en mitad de la guerra”. Esa era la intención de Zemeckis... y lo consiguió gracias a algunos rincones de Las Palmas de Gran Canaria, una ciudad que durante los días de filmación del pasado mes de mayo se transformó en un gran plató que “convivió” con los cambios temporales, el ajetreo y el inevitable revuelo que genera una superproducción de esta magnitud.

Y es que albergar un rodaje como el de Aliados no sólo consiste en buscar acomodo a cientos de personas del equipo, a sus dos superestrellas y su legendario director o cortar varias calles al tráfico... La clave, según nos reveló Lourdes Rojas durante una visita organizada por Paramount a las localizaciones que sirvieron de escenario a la cinta, “está en los pequeños detalles”.

Quitar señales de tráfico, semáforos, bolardos, rebajar bordillos, conseguir que los vecinos no enciendan las luces de sus casas en mitad de una toma o que el paso de un camello no coincida con la salida de los niños del colegio. Estos son algunos de los retos cotidianos que hay que resolver y que la responsable de las localizaciones canarias de la película relató a un reducido grupo de medios.

“Fue un trabajo muy intenso no sólo durante los días del rodaje, sino sobre todo durante la preparación, en la que estuvimos trabajando durante cinco meses para conseguir permisos, programar qué íbamos a hacer y cuándo con el menor impacto. En una semana lograron rodar todo lo que se habían propuesto”, relata Rojas a las puertas de la antigua Fábrica de Hielo, ahora ya derruida y situada en la zona del Puerto de La Luz y de Las Palmas, que se transformó durante el rodaje en una embajada nazi.

Otros de los enclaves de la filmación fueron la Plaza de Manuel Becerra, que albergó un campamento logístico para el equipo técnico y el desarrollo del rodaje, las calles de San Nicolás, Muro, Remedios y Malteses y, cómo no, el Gabinete Literario, el majestuoso edificio que presidió el rodaje que se llevó a cabo en la plaza Cairasco y que, revela Rojas, fue la clave que “enamoró” a Zemeckis y su equipo para decidirse por Gran Canaria.

La mujer que encontró la Casablanca de los años cuarenta escondida en algunos rincones de su ciudad no rehuye la pregunta del millón. Además del clima, los incentivos fiscales, las infraestructuras, los hoteles... ¿Por qué se vienen a Canarias y no ruedan en un plató? “ Porque pensaron: '¿para qué voy a construir toda esta parafernalia y ambientarla como si fuera un lugar vivo, con lo que cuesta eso, para que el espectador luego no me diga que eso es cartón pluma?'”.

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