Siria en llamas: “El cielo es ahora la misma muerte”

Israel aprovecha la caída de Bashar al-Assad para bombardear Siria e invadir el país por tierra. El pánico se ha desatado entre quienes celebraban una victoria sin resistencia, con los soldados del ejército del régimen en sus casas y las armas en los cuarteles.
No conforme con la destrucción de Gaza y gran parte del Líbano, Netanyahu ha disfrazado de mano tendida a la paz el alto el fuego de 60 días en el Líbano que, como se ha demostrado de inmediato, no tenía otro objetivo que concentrarse en atacar Siria.
Aún no ha amanecido en París, donde he viajado para asistir a la entrega del Premio internacional de Poesía Joan Margarit al poeta de origen sirio Adonis, cuando me llegan las noticias de los intensos ataques israelíes sufridos en toda Siria. Se han visto afectados tres aeropuertos, las inmediaciones del puerto de Latakia y la misma capital, Damasco. Familiares de algunos amigos poetas y traductores, que hace años viven en España, relatan, con la voz quebrada, la confusión y el pánico de sus seres queridos ante la destrucción y los incendios causados por los bombardeos.
Hace poco más de un año Adonis (Ali Ahmad Said Esber, Al Qassabin en 1930) escribió un poema desolador con motivo del genocidio que Israel estaba cometiendo en Gaza: “El cielo es ahora la misma muerte”. Y a ese cielo de muerte se encaminan, de vuelta, miles de sirios que, en los últimos días, han abandonado los campos de refugiados de Jordania, Egipto o Líbano, sin imaginar que iban a recibirlos los bombardeos de Israel y su ejército que, tras entrar por El Golán, avanza hacia Damasco. ¿A qué estrategia obedece ese precipitado regreso a pocos días de la caída de al-Assad, sin tiempo para descartar una contraofensiva?

No es difícil suponer quien ocupará esos campamentos, mientras el afán expansionista de un país que utiliza la lucha contra el terrorismo como disculpa para redibujar sus fronteras se cierne sobre Palestina y el Líbano. ¿Qué espera a los sirios de cualquier condición? A los que se debaten entre la alegría por la caída de al-Assad y la incertidumbre ante el futuro que les aguarda; a los que permanecieron fieles al régimen recién derrocado. ¿Qué pueden esperar de lo que se anuncia como un nuevo orden liberador, liderado por Abu Mohammad al- Yulani, incluido por EE.UU, en 2013, en su lista de terroristas, con una recompensa de diez millones de dólares por sus vínculos con Alqaeda y el Estado Islámico? ¿Seguir los pasos de Afganistán, Irak o Libia?
De momento, gran parte de la prensa internacional denomina “rebeldes” a los miembros de una coalición, donde se integran distintos grupos terroristas. Se hace eco de las celebraciones por la caída de un tirano, en horas bajas, y obvia la nueva “hazaña” de Israel que, tras destruir Gaza y haber invadido el sur del Líbano, ha convertido el cielo de Siria en la misma muerte.
“El latido del corazón apenas se ha detenido en el cuerpo de la muerte,
¿“murió la muerte” como dice Al-Mutanabbi?
El tribunal de la vida abre juicio a esta segunda tierra
que violó a la anterior:
martillo de la justicia: el presente
la experiencia: su fiel testigo
el pasado, un verdugo tuerto
Y el cielo es ahora la misma muerte“.
Adonis
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