Las barreras de la atención sanitaria a migrantes en Canarias: “Trabajar sin intérpretes es muy errático, te equivocas”

Un policía nacional sostiene a un tripulante que cae rendido en la arena mientras otro yace boca arriba auxiliado por personal del SUC.

Natalia G. Vargas / Iván Suárez

17 de marzo de 2025 09:36 h

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La ruta canaria lleva años siendo la más mortal del mundo. En 2024, cerca de 10.000 migrantes perdieron la vida en el Atlántico, la cifra más alta desde que se abrió la ruta hace ya tres décadas. Otras 46.843 personas lograron sobrevivir. Sin embargo, tuvieron que hacer frente a los peligros de esta travesía que, en ocasiones, dura más de dos semanas. La falta de agua y de comida puede empujar a los migrantes a beber agua de mar o incluso su propia orina. Permanecer durante días en la misma posición con la ropa y el cuerpo empapados hace que muchos lleguen con cuadros de hipotermia. En otros casos, los supervivientes sufren estrés postraumático al haber visto morir a compañeros de viaje.  

Tras pisar tierra firme, la asistencia sanitaria que reciben en Canarias es crucial. En los últimos meses, el Gobierno de Canarias ha distinguido entre el gasto dedicado a los migrantes y a los residentes, reclamando al Estado que pague los 26 millones de euros dedicados a esta atención, aunque el coste apenas representa el 0,6% del presupuesto total del Servicio Canario de Salud.  

La pequeña isla de El Hierro, con 11.000 habitantes, se ha convertido en los últimos años en el principal punto de destino de los cayucos que salen de Mauritania, Gambia y Senegal. La llegada constante de embarcaciones sobreocupadas ha llevado a la Consejería de Sanidad a reforzar los recursos sanitarios de la isla con más personal y una ambulancia más. El director médico del Hospital Insular Nuestra Señora de Los Reyes, Luis González, explica que hay dos equipos nuevos para atender a los migrantes tanto en el muelle como en el CATE (Centro de Atención Temporal de Extranjeros), donde los supervivientes pasan 72 horas bajo custodia policial. Cada grupo está compuesto por dos médicos y tres enfermeros. 

“Ahora vamos bien. Estamos organizados y tenemos todo bastante coordinado. Parece fácil, pero es por el engranaje que hemos logrado llevar a cabo para que todo funcione. Estamos cansados porque hacemos muchos turnos, sí, pero los sanitarios estamos diseñados para esto”, asegura González. 

La asistencia sanitaria a los migrantes ha evolucionado de forma diferente en cada isla. Carlos Ramírez es coordinador del grupo de Migrantes e Inequidades de la Sociedad Canaria de Medicina Familiar y Comunitaria (SOCAMFYC), uno de los colectivos firmantes del comunicado ‘Yo sí atiendo’. “A nivel sanitario, una dificultad importante es la carencia de recursos específicos y formados para la atención de personas migrantes. Hay islas donde se ha ido rodando un poco más, dadas las circunstancias, y se han formado equipos propios con capacidad de respuesta, como en El Hierro. Ahí se están dotando de recursos, pero nos preocupa el manejo a lo largo del tiempo, es muy estresante y sabemos que los profesionales pueden sufrir un agotamiento importante sobre todo a nivel psíquico”, apunta. 

Ramírez explica que en otras islas, como Lanzarote, ha habido “picos importantes y no flujos constantes”, lo que ha provocado problemas para encontrar profesionales. “Es verdad que últimamente han logrado ordenar un poco más los flujos, pero tuvieron un momento el año pasado en el que se vieron desbordados. En islas como Gran Canaria o Tenerife hay más disponibilidad y la cuenta pendiente es mejorar los circuitos de asistencia, la coordinación y los protocolos”, explica el médico de familia.

En Lanzarote, los profesionales del Servicio Canario de Salud empezaron a ir al muelle a atender a los migrantes de manera “esporádica y casi voluntaria”, cuenta Alberto Díaz, enfermero de Urgencias del Hospital Doctor José Molina Orosa. En la actualidad, se han formado grupos de enfermeros y médicos de urgencias del hospital y de los centros de salud que están localizados “las 24 horas los siete días de la semana”.

Tras un aviso de la sala del 1-1-2, se activa a un médico y a un enfermero para asistir a los supervivientes en el muelle. “Nos informan del estado de salud en el que vienen y si ha habido fallecidos o no”, explica el enfermero. Según el sanitario, la asistencia a migrantes en Lanzarote está “muy bien organizada”. “Nos han activado a veces a la una de la mañana y siempre hay alguien que responde”, apunta.

Isabel Llorca es médica de familia y forma parte del Servicio Especial de Urgencias (SUE) de Atención Primaria en Gran Canaria, encargado de la asistencia sanitaria a las personas migrantes en el CATE (Centro de Atención Temporal de Extranjeros) de Barranco Seco. Tras la irrupción de la pandemia, se integró en el equipo de intervención Covid de esa gerencia. Y desde esa posición asistió en primera línea a la crisis de acogida de 2020, cuando se llegaron a hacinar hasta 2.500 personas en el muelle de Arguineguín. “Nos pusimos a estudiar cogiendo ideas de otras rutas migratorias, porque hay muy poquito escrito sobre esto. Ahí se sentaron las bases” del actual modelo de asistencia en la isla, un reducto de aquel equipo específico que se disolvió cuando acabó la pandemia.

“De aquel grupo sólo quedamos algunos pediatras y yo”, recuerda Llorca, que ahora intenta transmitir a sus compañeros toda esa experiencia. El protocolo está definido. Tras una primera asistencia y clasificación de las personas migrantes en Arguineguín por parte del personal de Cruz Roja, el 1-1-2 activa al equipo del SUE para que se traslade a Barranco Seco. La dotación depende de la hora y del número de personas y el estado en que llegan.

“En horario de mañana, vamos de inmediato (uno o dos profesionales tanto de medicina como de enfermería, según las necesidades) y valoramos a cada uno de ellos. Durante la noche es diferente, porque la asistencia en el CATE es complicada”. En esos casos, sólo acuden desde un primer momento cuando hay grupos de riesgo, cuando el trayecto desde las costas norteafricanas hasta Canarias ha sido largo, superior a los cuatro días.

Llorca echa en falta “protocolos unificados” en todo el SCS para garantizar que no haya “inequidades” en función de la isla. Unos protocolos que, en su opinión, deberían contemplar un incremento de las dotaciones para prestar una atención adecuada y en igualdad de condiciones que el resto de la comunidad, “porque la salud es un derecho universal”.

La primera atención a los migrantes 

El portavoz de SOCAMFYC tampoco aprecia “un comportamiento homogéneo” en la valoración durante las primeras 72 horas tras el rescate. “Se están encontrado casos en que esa valoración no está siendo completa. No tenemos garantías de que esté sucediendo en todas las islas”. Ramírez señala que las condiciones en que las personas migrantes pasan esos primeros tres días “son mejorables en cuanto a la estancia, la habitabilidad o la posibilidad de un contacto telefónico con las familias para poderles decir que han llegado y que están vivas. Esas circunstancias de dignificar a la persona también son importantes”.

Una de las médicas que coordinó la iniciativa Yo sí atiendo, que ha trabajado en el CATE de Lanzarote y que prefiere no publicar su nombre, recuerda el fallecimiento de un joven en un recurso de acogida de El Hierro. Su cuerpo fue hallado sin vida en el baño de un centro por un compañero. “Fue un caso sangrante que está haciendo que nos replanteemos el tipo de triaje que hacemos para detectar problemas potencialmente graves cuando hay mucha gente”, apunta. “Que un chico joven y sano se muera al día siguiente en el baño es porque ha fallado todo el circuito sanitario de apoyo”, subraya. 

“Estas personas, incluso los que aparentemente están bien, llegan regular, porque pasan muchos días en alta mar, pasan frío, están expuestos al calor, al viento, a la lluvia… y todo ello en un espacio muy reducido, sin posibilidad de movimiento, donde las condiciones higiénicas no existen. El fondo de la patera se convierte en un caldo de cultivo con todas las heces, la orina, los vómitos, el agua del mar, el fuel de la embarcación…”, explica Llorca.

La médica explica que la deshidratación por la falta de agua y comida durante el viaje es el cuadro más frecuente y el que genera más complicaciones. También son comunes la hipotermia y un proceso que se llama rabdomiolisis. “Se produce una lesión muscular por la posición mantenida y el contacto con otras personas. Se rompe la fibra muscular y el componente llega a la sangre, llega al riñón y se produce un fallo renal secundario”, explica. “Deshidratación, hipotermia y rabdomiolisis es la triada mortífera”, la que provoca la mayor parte de los fallecimientos de las personas que se embarcan en la ruta canaria, añade. 

Los vómitos incesantes durante el trayecto y la falta de ingesta generan también complicaciones gastrointestinales. “Con frecuencia tenemos casos de perforaciones intestinales. Una vez tuve un caso de un chico con ruptura esofágica por ese motivo”. A todos estos cuadros se le unen las infecciones, siendo una de las más habituales el llamado pie de patera. “El término se acuñó aquí, en el Hospital Insular de Gran Canaria. Se produce por estar los pies en la misma posición, en contacto con el agua, con la humedad, el frío y todos esos gérmenes que se generan en el fondo de la patera. Esos gérmenes entran por heridas y son muy lesivos para los tejidos”, explica Llorca, que recuerda que en la crisis de los cayucos de 2006 “hubo una gran prevalencia de personas amputadas por esta causa”. 

La doctora también alude a un proceso “difícil de escuchar, porque puede herir la sensibilidad”. Se llama neumomediastino. “Por los gritos mantenidos durante el viaje, por los gritos de miedo, y por los vómitos se producen cambios de presión intratorácica y se rompen los alvéolos pulmonares. El aire entra a una cavidad que recubre el corazón y los grandes vasos y se acumula ahí. Eso puede comprometer la circulación. Es un cuadro que puede llegar a tener su importancia y en estas personas también ocurre con frecuencia”. 

En su experiencia en la atención de personas migrantes Llorca ha tenido que diagnosticar malformaciones cardíacas y de grandes vasos que en Canarias “serían inimaginables”, puesto que se pueden detectar en ecografías a los cinco meses de embarazo.

Los cuadros se complican en los trayectos más largos. Luis González, director médico del Hospital de El Hierro, explica que este año la isla ha recibido a personas migrantes que han pasado entre tres y nueve días en el océano. En  2024, las travesías fueron de hasta 15 días, “con las consecuencias de salud propias como la deshidratación o las lesiones en glúteos y piernas”. Algunos supervivientes llegaban a La Restinga desorientados. “Cuantos más días en el mar, más días de exposición solar y de agotamiento, lo que provoca la ingesta de su propia orina o de agua de mar, trayendo consigo la alteración de la conciencia”, subraya.

En el caso de Lanzarote, las travesías suelen ser más cortas, al recibir principalmente embarcaciones que salen desde Marruecos y el Sáhara Occidental. Además de las lumbalgias o las heridas en la piel provocadas por la mezcla entre combustible y agua salada, el enfermero Alberto Díaz destaca que muchos supervivientes llegan a la isla con esguinces graves en los tobillos. “Pasan caminando mucho tiempo hasta llegar al punto de salida. A veces pasa un mes desde que salen de su casa y empiezan a caminar hasta que cogen el barco. Me contaban que corrían en mitad de la noche, a oscuras, para subirse a la patera”, detalla Alberto Díaz.

Formación y experiencia

Formar a los profesionales sobre las particularidades de los viajes migratorios es otro reto. “El profesional debe conocer qué hay detrás de esos viajes migratorios. Que las personas que han llegado desde Marruecos, por ejemplo, pueden haber vivido en condiciones que han puesto en riesgo su salud como el hacinamiento, la explotación laboral o la violencia sexual”, señala la doctora de Lanzarote. En otros casos, los supervivientes han cruzado el desierto y para muchos “es lo peor que han vivido en su vida”. “Para buscar patologías necesitas saber en qué circunstancias han ingerido agua de mar o gasolina o qué violencias puede sufrir en función del género o la edad”, insiste. 

“Si tú solo vas un día, no entiendes nada”, valora. En el caso de los sanitarios que trabajan en el CATE, la formación también es clave. “El CATE está atiborrado de gente, y si piensas que solo se levantan a pedir ayuda los que lo necesitan, es que no has entendido nada. La gente que no se levanta es la que peor está, por eso hay que hacer una inspección y detectar posibles personas que necesiten atención”, subraya. 

Por el contrario, la especialista considera que ha habido importantes avances como la elaboración de protocolos de atención a aplicar desde que llegan los migrantes hasta que pasan al centro de acogida o el protocolo de atención a los menores migrantes. También valora el cierre del antiguo CATE de Lanzarote, una nave industrial en el que convivían niños, mujeres y hombres en condiciones precarias. 

En El Hierro, Luis González explica que con el tiempo se han ido familiarizando con las patologías propias de la ruta migratoria canaria. “No estamos en un lugar donde veamos siempre a pacientes hipotérmicos. Ahora hay un protocolo específico y nos hemos formado todos los que estamos integrados en la atención sanitaria a los migrantes. Si vemos algo nuevo, lo incorporamos”, destaca. 

En esta línea, Isabel Llorca apunta que “este tipo de asistencia requiere de una formación y no siempre la hay”. “La contratación en el sector público no se rige por perfiles, sino por una lista, en función de antigüedades, méritos… Pero la formación es muy importante, porque la medicina tropical es ajena a nosotros, no estamos familiarizados con la identificación y el tratamiento de la malaria, por ejemplo, que es una enfermedad que puede ser infecciosa y puede llegar a ser grave”, sostiene.

Falta de intérpretes 

El personal sanitario coincide en señalar la falta de intérpretes y de mediadores culturales como una de las grandes lagunas en la asistencia a las personas migrantes. La doctora de Lanzarote que ha trabajado en el CATE y que coordinó la iniciativa ‘Yo sí atiendo’ por una mejor atención a los supervivientes de la ruta canaria lamenta que no haya “intérpretes públicos”. “Si hay algo en lo que están de acuerdo los sanitarios que trabajan en esto es que trabajar sin intérpretes es muy errático, incómodo y te equivocas”, apunta la médica.

Para conocer los detalles sobre las travesías, los sanitarios tienen que apoyarse en los intérpretes y mediadores de Cruz Roja o de Frontex. Cuando no hay profesionales suficientes, se valen de otros migrantes que sepan inglés, francés o español. “Si no, por señas”, dice el enfermero Alberto Díaz. 

“Es una de las grandes flaquezas de este sistema y es lo que más se demanda, porque no es posible dar una asistencia ni de calidad ni de poca calidad sin poder comunicarte. Yo llevo varios años aquí, me manejo bien en francés, pero cuando llegan personas procedentes de Marruecos, por ejemplo, es más complicado por el árabe.  En esos casos, intentas comunicarte como puedes, utilizando el ingenio y la teatralidad”, agrega Isabel Llorca, doctora que ejerce en Gran Canaria. 

El doctor Carlos Ramírez lamenta que haya que recurrir a terceros para contar con un traductor. “Hay situaciones que tienen que ver con la urgencia vital en la que podemos tomar decisiones en base a signos que vemos, a una exploración, una auscultación, y somos capaces de discernir casos potencialmente más graves. Pero después hay cosas más sutiles, pero no menos importantes que si no se expresan son muy difíciles de detectar”. Habla de agresiones, de violencia, sobre todo contra las mujeres y contra los menores. “Detectas a una persona que está sufriendo, que está en shock, pero no puedes ir más allá de ahondar en una mínima ayuda inicial. No puedes derivarlo a un recurso judicial o de protección más potentes porque no conoces el idioma”. 

Esta médica admite que recurrir a otros migrantes para que ejerzan de traductores es necesario en ocasiones, pero no deja de ser “controvertido, primero por la intimidad y segundo porque no tienen nociones sanitarias y nunca puedes estar realmente segura de esa interpretación”, señala. 

Ramírez reclama más recursos en la sanidad pública canaria. “Nosotros nos debemos a los pacientes y tenemos que atenderlos a todos por igual. Tenemos que procurar los medios ya sea un turista el que está sufriendo, un desplazado nacional, un autóctono o una persona rescatada de embarcación. Necesitamos más medios para responder a cualquier situación sanitaria que se dé en nuestras islas. Es así de sencillo”, concluye el médico de familia. 

“Otro de los puntos flacos es el abordaje de la salud mental. Son personas expuestas al trauma vivido, no sólo en la embarcación, sino durante todo el tránsito migratorio. No disponemos de medios ni de formación en cuanto a primeros auxilios psicológicos y en las semanas posteriores sólo se pueden trabajar los casos más graves dado el volumen de personas. Es imprescindible contar con mediadores culturales”, zanja Isabel Llorca. 

Canarias pide fondos al Estado

En el último año, Coalición Canaria (CC) ha pedido de manera reiterada, tanto desde el Gobierno regional como a través de su representante en el Congreso, un incremento de la financiación estatal para atender a las personas migrantes que llegan a las Islas. 

El pasado mes de diciembre, la diputada Cristina Valido (CC) defendió en la Cámara Baja que el actual modelo “no recoge la situación extraordinaria derivada de las llegadas continuas de embarcaciones precarias con miles de personas migrantes a bordo”, lo que, a su juicio, implica “un déficit de financiación en la comunidad autónoma” canaria. “La asistencia sanitaria a los migrantes es un deber humanitario, pero también una obligación que debe ser compartida por el conjunto del Estado. Canarias no puede afrontar en solitario este esfuerzo”, afirmaba de forma reciente Esther Monzón, consejera de Sanidad.

Según datos facilitados a este periódico tras una consulta a través del Portal de Transparencia, en 2024 el Servicio Canario de Salud dio de alta en la tarjeta sanitaria a 34.387 ciudadanos con entrada irregular en España. De ellos, 7.250 eran menores. Ese mismo año llegaron a la isla por vías irregulares 46.843 personas. El gasto en la atención de estas personas, “el esfuerzo” que, según la consejera de Sanidad está afrontando Canarias “en solitario”, ascendió a 26 millones de euros, siendo mayo el mes con la cuantía más elevada (2,8 millones de euros) y diciembre, el más bajo, con 1,7 millones,

El presupuesto del SCS en 2024 ascendió a 4.351 millones de euros. El porcentaje del gasto en atención sanitaria a personas migrantes con respecto al total fue, por tanto, de un 0,6%. Según fuentes del anterior gobierno de Canarias, que lideraba el PSOE, durante la anterior legislatura no se diferenciaba el gasto sanitario de los migrantes del resto de la población. “Atendíamos a personas y punto”, señala un miembro del anterior Ejecutivo. 

En esta línea, desde la Delegación del Gobierno en Canarias explican que las transferencias económicas las están coordinando los ministerios de Inclusión y de Infancia. ''También el Gobierno de España, mediante el Fondo de Garantía de Servicios Públicos Fundamentales (FGSPF) del Ministerio de Hacienda, asegura la financiación de servicios esenciales como la sanidad, en función de la población protegida equivalente de cada comunidad autónoma'', añaden. Esto incluye incrementos sobrevenidos para ajustar la financiación ante cambios poblacionales o necesidades emergentes, asegurando que los recursos se distribuyan de manera equitativa y adecuada a la demanda real.

Al tiempo que reclama más fondos del Estado para atender a la población migrante y ''compensar los servicios sanitarios por los gastos derivados de su atención'', el SCS mantiene “una planificación ineficiente y una presupuestación insuficiente” del SCS, según el último informe de la Audiencia de Cuentas, que constató un desequilibrio presupuestario de 456 millones de euros en las cuentas de 2023 (durante el primer año del actual Gobierno) para atender gastos de recetas farmacéuticas y material sanitario desechable.

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