Espacio de opinión de Canarias Ahora
Necesidad + Insatisfacción = Ausencia
El escenario económico que enfrentamos actualmente parece ser una paradoja. En muchas regiones, el crecimiento económico parece haberse mantenido sólido, pero al mismo tiempo estamos siendo testigos de un aumento alarmante de la pobreza moderada y un fenómeno preocupante: el creciente absentismo laboral en una región que, irónicamente, sigue teniendo altas tasas de desempleo. Este tipo de contradicciones no pueden ser ignoradas, ya que revelan fallos estructurales que amenazan con socavar las bases del bienestar social y económico.
En este caso, uno de los puntos más controvertidos de este panorama es la aparente desconexión entre el crecimiento económico y los beneficios que este genera para toda la población. El Producto Interno Bruto crece, los sectores productivos se expanden y las exportaciones aumentan, pero los niveles de pobreza no siguen una tendencia decreciente con la contundencia que se merece, sino que incluso se incrementa la pobreza moderada. Esta discrepancia no es casual. Refleja el impacto desigual que las políticas de crecimiento económico están teniendo sobre las diferentes capas de la sociedad. Redistribución, lo llaman. En muchos casos, el crecimiento se concentra en sectores con baja capacidad para generar empleo de alto valor añadido o en actividades que no mejoran significativamente las condiciones de vida de las personas en situación de vulnerabilidad, priorizando la eficiencia y la maximización de ganancias a corto plazo, sin atender a las necesidades sociales más urgentes. En cuanto al absentismo laboral, es crucial analizar el contexto en el que ocurre este fenómeno. Vivimos en una región con altas tasas de desempleo, lo que, en teoría, debería generar un deseo imperioso de acudir a los puestos de trabajo disponibles.
Tengamos en cuenta que parte del crecimiento del absentismo laboral, más allá de la innegable justificación médica, es un reflejo de desmotivación, falta de perspectivas y, en muchos casos, de un agotamiento emocional y físico porque, si las personas no encuentran en su trabajo una fuente de realización personal o un medio que les permita mejorar sus condiciones de vida, su compromiso con el mismo disminuirá. La disonancia entre la necesidad de trabajar y la insatisfacción que sienten al hacerlo, se traduce en ausencias. La consecuencia de todo esto es una desconexión progresiva entre la población trabajadora y las instituciones que emplean, un fenómeno que tiene efectos nocivos tanto para las empresas como para la economía en general. Sin una atención seria a estas cuestiones, no solo estaremos perdiendo el potencial de las personas que forman parte de la economía, sino que, más grave aún, estaremos sentando las bases para una sociedad cada vez más descontenta, desigual y vulnerable. Algo estamos haciendo mal, y no podemos seguir ignorándolo.
Por esa razón, es urgente que todas las partes reconozcan que algo no está funcionando. Que cada vez haya más personas en las colas de los bancos de alimentos o, simplemente, en los contenedores de basura, no es normal. El hecho de que el crecimiento económico no se traduzca en bienestar compartido, y que las personas opten por no participar activamente en el mercado laboral, es una señal clara de que estamos caminando por un sendero equivocado. El sistema actual está produciendo una desconexión peligrosa entre la economía formal y las necesidades de la población. Y, en ese caso, o generamos más basura para que subsista una parte, o acabamos con la pobreza de una vez por todas, por muy utópico que parezca.
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