Coalición Canaria, capital Madrid

Clavijo, en el Congreso Nacional de Coalición Canaria celebrado el pasado fin de semana.

Carlos Sosa

8 de abril de 2025 14:19 h

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Coalición Canaria no sale de su bucle: es necesario tener más voces en Madrid para reclamar que el Gobierno de España asuma competencias que son de la Comunidad Autónoma (la nacionalidad) y que desde Madrid se resuelvan los problemas que Canarias (la nacionalidad) no es capaz de resolver.  Así ha quedado claro este fin de semana en el congreso nacional (regional, para entendernos) que CC ha celebrado en la sala de Cámara del Auditorio Alfredo Kraus, con un aforo máximo para 326 personas, donde se supone que han cabido los “329 compromisarios de las ocho islas y de las organizaciones de Venezuela, Argentina y Uruguay” que, según la información oficial del partido, estuvieron allí apretujados, aparte de los medios informativos y los invitados de varios partidos políticos que también encajaron como pudieron.

Quizás por esas apreturas, por esa falta de espacio ante tan clamoroso fallo de previsión o exceso de trampantojo, o de lo que sea, Onalia Bueno, la alcaldesa de Mogán, decidió abandonar un día antes el partido del que nunca formó parte. Porque, al parecer, llegó a ser secretaria ejecutiva de Política Municipal de Coalición Canaria, es decir, tener mando en plaza, ser el mirlo blanco que la organización buscaba con ansia viva, sin haber firmado un carné, sin haber pagado una sola cuota, sin haberse asumido con fe en la patria canaria los estatutos del partido o haber cantado el arrorró de Teobaldo Power, nuestro sentido himno regional, enjugando sus lágrimas con la ayuda de la bandera tricolor con las siete estrellas verdes, adoptada como enseña oficial del partido durante una crisis de identidad que le condujo a ser independentista sin saberlo.

Todo parece indicar que en la víspera de este congreso nacional, Coalición Canaria comprendió que Onalia Bueno iba a ser un estorbo en su operación Teodoro, la que agrupa en torno a Fernando Clavijo a alcaldes tan relevantes como el de Gáldar (Teodoro Sosa, del Bloque Nacionalista Rural), el de Agüimes (Óscar Hernández, de Roque Aguayro), o el de Telde (Juan Antonio Peña, de Ciuca), de modo que el partido pueda salir del foso en que cayó en 2023, de tan exiguos y vergonzosos resultados que su secretario general insular, Pablo Rodríguez, se vio obligado a dejar su acta de diputado regional, la única que obtuvo, para que lo pudiera ser la tránsfuga Vidina Espino, sí, la que se presentó en 2019 por Ciudadanos para acabar con Coalición Canaria. Y dos huevos duros.

Juegos florales

Ese apartamiento preventivo de Onalia Bueno es solo eso, preventivo. No podía salir en la foto porque lo que vendría detrás habría sido Teodoro Sosa jurando que él no tiene que ver nada con esa señora que compraba los votos en Mogán (presuntamente, ¿eh?) para seguir siendo alcaldesa. Nada ha dicho de momento el alcalde proporcionalmente más votado de España de su arrejuntamiento con Ciuca, el partido que colaboró activamente por acción u omisión con el PP de Telde para una de las operaciones de corrupción más escandalosas de la historia reciente de Canarias. O con el de San Mateo, que tiene sus cosas monederas.

Pero estos son juegos florales en los que nos entretenemos los periodistas para no entrar al fondo de la materia, que es que Coalición Canaria reelegía este fin de semana por aclamación a Fernando Clavijo (único candidato) y debatía (ejem) unas ponencias que deberían ser decisivas para el futuro de la nacionalidad canaria.

Ninguna de las tres ponencias abordó los problemas que sufre la ciudadanía de Canarias, verbigracia, la vivienda, la gentrificación por desbordamiento turístico o la pobreza que no cesa de provocar marginalidad e incluso problemas sanitarios. Lo importante volvía a ser, por enésima vez, la identidad nacional canaria, el encaje de Canarias en España y en Europa o unos estatutos orgánicos propios de una organización de obediencia canaria y olé.

Sin menospreciar, vaya por dios, una ponencia destinada a sostenibilidad, palabro que, manejado por Coalición Canaria, tiene mucho más peligro que si no lo maneja, dada su querencia a urbanizaciones que se llevan por delante símbolos de la identidad canaria, dunas de Corralejo o playas de Lanzarote, por no mencionar su tendencia indisimulada a otro tipo de sostenibilidad, como la de vestigios franquistas como el que se empeña en defender en la Avenida de Anaga a mayor gloria de la victoria del golpista Francisco Franco Bahamonde.

El discurso del renovado secretario general no pudo ser más decepcionante, a la par que previsible y recurrente. Vino a destacar la necesidad que tiene CC de estar en Madrid, ora para reclamar en todos los foros posibles lo que a Canarias corresponde o debería corresponder, ora para resolver ante el Tribunal Supremo los delitos que sus dirigentes cometen (presuntamente, ¿eh?) en Canarias. 

Con las primeras reclamaciones se trata incluso de tapar con exigencias victimistas lo que aquí no somos capaces de resolver con nuestras competencias en la mano. Un día puede ser la vivienda y al siguiente, las carreteras o el empleo. De hecho, en su discurso triunfal, a Clavijo no se le ocurrió nada mejor que colocar en el capítulo de “luchas y logros defendidos por los nacionalistas canarios” la gratuidad de las guaguas o “la aprobación del decreto ley que reconoce la realidad migratoria en Canarias y da respuesta a la emergencia de los menores no acompañados”.

De lo primero, baste decir que todos los usuarios de transporte en España tienen gratuidad en Renfe con la misma modalidad y requisitos que la gente de Canarias, donde no hay tren, como parece preciso recordar. Y respecto a la “respuesta a la emergencia de los menores no acompañados”, todavía falta por ver qué va votar ese pedazo de socio conservador con el que se sienta Clavijo todos los días a resolver los problemas de Canarias. 

Y para poner colofón a su externalización de los problemas de Canarias, Clavijo salió del congreso escopetado a la isla de Reunión, donde se reunieron, valga la redundancia, las regiones ultraperiféricas de la Unión Europea. Allí, nuestro presidente pretendió abordar un problema que es suyo de aquí, el de la gentrificación, la turistificación y la falta de vivienda, reduciéndolo todo de manera grotesca a la prohibición a los extranjeros a comprar viviendas en Canarias.

¿Incluye eso a los venezolanos que quieren regresar?

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