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El PSC en su laberinto

Patricia Hernández, candidata del PSOE a la Presidencia del Gobierno de Canarias.

Salvador Lachica

Puerto de la Cruz —

Los socialistas canarios siguen inmersos en una espiral de caos y división interna siete años después del ocaso de la era Alemán y el advenimiento del juanfernandismo. Unas heridas no cerradas que supuran cada cierto tiempo, fuerzas centrípetas y centrífugas que ahora son dirigidas hacia Patricia Hernández, flamante primera candidata a la Presidencia del Gobierno, para que tome una decisión: o dejar que José Miguel Pérez cumpla su mandato como secretario general o forzar un Congreso extraordinario.

La elección de Patricia Hernández en un proceso de primarias, no exento de escándalo, ha generado considerables expectativas, más fuera que dentro del Partido Socialista Canario-PSOE, por lo que implica de cambio generacional y de lenguaje más cercano a la gente.

Pero aún está por ver si es suficiente para mantener, e incluso superar, la confianza electoral conseguida cuando Juan Fernando López Aguilar llevó a los socialistas hace siete años a ser la primera fuerza política de Canarias.

Y también está por ver si Hernández puede conseguir sacudir las esclerotizadas y anquilosadas estructuras de un partido que, en los últimos años, se ha movido orgánicamente más por venganzas internas que por afán de renovación y regeneración.

Es posible que Hernández tenga predicamento entre la ciudadanía, sobre todo en el arco de edad más joven, pero no lo tiene tanto dentro de un partido que las primarias ha evidenciado que sigue tan dividido, o más, que cuando José Miguel Pérez llegó a la Secretaría General.

Por eso la primera candidata socialista a la Presidencia del Gobierno de Canarias debe clarificar sus planes políticos, potenciar a un equipo y concretar un proyecto.

Parte del aparato tinerfeño que la ha sostenido durante el proceso de primarias, concretamente los alcaldes del Sur, quiere que eso se haga partiendo de cero, forzando un Congreso Extraordinario que cierre la etapa Pérez antes de las elecciones autonómicas y locales y la encumbre como nueva líder del PSC.

Pero también en el círculo de Hernández hay quien piensa que hay que acabar con la dinámica de enfrentamiento y desgarro interno que se inició dentro del PSC en el año 2006, cuando Juan Carlos Alemán no se quería marchar y Juan Fernando López Aguilar no quería venir.

Ambos asumieron la decisión por imposición de la cúpula de Ferraz y a regañadientes.

Sucursal de Madrid

Aunque se intentaron guardar las formas y por eso Alemán aseguró aquel mes de septiembre de 2006 que había tomado la decisión desde “hace mucho tiempo”, lo cierto es que el entonces presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, había optado por López Aguilar como candidato pese a las resistencias de este último, que se encontraba cómodo como Ministro de Justicia y muy bien valorado en las encuestas de simpatía y aceptación por parte de los ciudadanos.

La decisión estaba tomada al más alto nivel, pero los socialistas canarios quisieron dejar claro que, formalmente, eran ellos quienes elegían a su candidato para evitar el clásico discurso de sus adversarios de que eran una “sucursal de Madrid”.

Alemán, que permaneció diez años en el cargo de secretario general, convocó un año después un Congreso extraordinario para que lo relevara López Aguilar como nuevo líder de los socialistas canarios tras su contundente victoria electoral de mayo de 2007.

“Se dan dos condiciones esenciales para la convocatoria de un congreso extraordinario, la primera es que el secretario general que está quiere adelantar una salida que ya había anunciado en el último Congreso y la segunda circunstancia, feliz, es que existe candidato”, dijo Alemán.

Y añadió: “El que está, que no iba a seguir, puede convocar el congreso porque tiene relevo”.

Esta es la salida que una parte del aparato de Patricia Hernández ve como la mejor solución para ella, pues el 20 de octubre de 2007, López Aguilar fue elegido secretario general de los socialistas canarios con el 92,97% de los votos a favor; siendo respaldado por 238 de los 256 delegados que ejercieron el voto, mientras que 17 votaron en blanco y se registró un voto nulo.

Un liderazgo incontestable que refrendó, no tan abrumadoramente, en noviembre de 2008 al obtener el apoyo del 74,10% de los delegados socialistas canarios asistentes al congreso regional ordinario. De los 251 delegados que emitieron su voto en ese cónclave, 186 lo hicieron a favor, mientras que otros 65 prefirieron emitir su voto en blanco, lo que suponía un 25,9% de los asistentes al congreso.

Este es el escenario que creen que es mejor para la actual diputada por Santa Cruz de Tenerife y máxima dirigente de la Agrupación Local de la capital tinerfeña, sobre todo porque no necesita ganar las elecciones, como hiciera López Aguilar, sino simplemente incrementar los paupérrimos resultados que consiguiera Pérez en 2011.

Sin embargo, en el entorno de la nueva candidata existen quienes creen que no hay que esperar y que hay que forzar el Congreso extraordinario, como sucedió cuando Pérez sustituyó a López Aguilar.

Pero los números de aquel cónclave extraordinario, forzado por los que echaron a López Aguilar de la Secretaria General tras encabezar la lista al Parlamento Europeo, vaticinaron lo que ha sucedido en los últimos años. Pérez admitió en su primer discurso como secretario general que debía apaciguar el partido y cerrar las heridas, lo que a la vista de lo sucedido el último 19 de octubre en las primarias, no ha conseguido.

De debilidad en debilidad

Pasaba la una de la madrugada del 23 de marzo de 2010 cuando se conoció que Pérez había recibido 133 papeletas (54,28%), frente a los 112 votos (45,71%) que recabó Manuel Marcos Pérez, por entonces presidente del Grupo Socialista en el Parlamento.

Así, se confirmaba el cierre de la era juanfernandista y el triunfo del sector de Jerónimo Saavedra, entonces alcalde de Las Palmas de Gran Cnaaria y feroz detractor de la línea política de López Aguilar.

La distancia de 21 votos no sorprendió a la dirección federal del PSOE. Ni le asustó, pues recordaban que Zapatero ganó en el año 2000 por nueve votos a José Bono. La primera Ejecutiva de Pérez salió elegida por 145 votos a favor (63,6%), 82 abstenciones (35,96%) y un nulo (0,44%).

Esa debilidad hizo que también en 2010, en octubre, Pérez tuviera que batirse en primarias con Santiago Pérez para elegir al candidato del PSOE para las elecciones autonómicas de 2011. Lo ganó con cerca de 3.000 papeletas frente al millar de su adversario porque el aparato de Ferraz y todos los damnificados del juanfernandismo hicieron frente común para ello.

El fracaso de Pérez por pacificar el partido se constató, sobre todo, cuando resultó reelegido como secretario general del PSC-PSOE en junio de 2012 con apenas un 53,95% de los votos de los delegados que asistieron al XII Congreso Regional celebrado en Tenerife, dejando al descubierto la debilidad de su liderazgo.

Fricciones internas

Las fricciones internas no le han dado respiro desde ese día, a lo que se ha añadido su olímpico desprecio por hacer vida orgánica, lo que ha fortalecido a sus adversarios internos hasta el punto de haberle ganado el pulso, pues es un secreto a voces que la derrota de Carolina Darias ha sido también la suya.

Y esta derrota es la que esgrimen sus adversarios para darle la puntilla, para echarle antes de que se vaya y hacerle pagar su desatención a los suyos, que se le han levantado en armas en La Palma, El Hierro, La Gomera y parte de Tenerife acusándole de ser más leal al Pacto con CC que a las siglas del partido que, supuestamente, dirige.

Un alejamiento que se ha extendido a las bases, las mismas que ahora han encumbrado a Hernández y que quieren cerrar esta etapa cuanto antes.

De la elección de Hernández, de su decisión entre las alternativas que unos y otros la están invitando a acometer. De saber generar los pros y los contras de cada una de ellas, depende de que el PSC salga del laberinto en el que se introdujo hace siete años o siga bajando por una infernal espiral hacia la nada.

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