¿Son compatibles internet y la democracia?

La mayoría de la gente entra a internet con teléfonos móviles.

En esas estamos señores: la democracia siempre fue un sistema imperfecto, pero el menos malo que conocíamos, pero ahora, en la era de la información y la inteligencia artificial, hay gente dispuesta a demostrarnos que la democracia es incompatible con internet, o incluso con la propia libertad.

Si lo vemos desde el punto de vista del márketing, la cosa queda bastante clara.

Supongamos que tenemos dos partidos, por decir algo. El rojo y el azul. Aquí el rojo es de izquierdas y el azul de derechas, pero en Estados Unidos es justo al revés, si es que alguien puede llamar izquierda sin reírse al Partido Demócrata.

Tenemos en nuestro ejemplo que el partido Azul cuenta con un 15% de votos fijos, religiosos, inamovibles, o simplemente comprados con favores. Tenemos que el partido rojo, cuenta con otro 15% en idénticas circunstancias. Ahora, ojo al asunto, para que las elecciones las gane tu partido, tienes que conseguir una de estas dos cosas: o que la gente vote a los tuyos, o que la gente que iba a votar a los otros se quede en casa y opte por la abstención. Cada abstención de los contrarios vale lo mismo que un voto favorable a tu causa, y casi nadie se fija en eso cuando el campo de batalla se ha trasladado de la adhesión al cabreo.

Ahora, con internet y las redes sociales, se ha comprobado que es mucho más barato y más sencillo cabrear a la gente que atraerla a una determinada ideología. Y que cuanto más se cabrea la gente, y más se polariza la sociedad, más probabilidades hay de que esa gente se desengañe de la política y deje de movilizarse.

Ya tenemos una de las patas. Sigamos con la siguiente. La inversión en publicidad. Llega la campaña electoral y sabes que , como en todas partes, en los dos partidos, el rojo y el azul, hay gente brillante, gente mediana, y tontos del culo. Es ley estadística: aproximadamente la mitad de la población está por debajo de la inteligencia media. Es así, aunque suene feo, porque la distribución es bastante homogénea en su ajuste a la función normal.

¿Dónde conviene invertir, sabiendo que todos los votos valen lo mismo? ¿En convencer a los brillantes, en convencer a los del medio, o en convencer a los intelectualmente inferiores?

Cuando la gente estaba mezclada había que intentarlo con todos los segmentos un poco, perro ahora que el big data nos ha etiquetado a todos en cientos de grupos y sabe casi exactamente lo que somos, la inversión electoral se puede focalizar en convencer a un grupo determinado, a ser posible empezando por abajo, ganar las elecciones y dar completamente la espalda al resto de la población. Si tu partido, el rojo o el azul, ya contaba con un 15%, basta con llevar a la abstención a una parte de los contrarios y captar a la parte más baja de la población restante. Con eso está hecho.

Y hasta existen tablas de precio de lo que cuesta comprar las elecciones en un país, dependiendo del hambre que pasen los periódicos. Cuanta más hambre pasa la prensa, más barato es el país.

Se dice que España entera viene costando unos ciento ochenta millones de euros. No mucho más. Y creo que exageran.

Imaginaos lo que puede costar una autonomía o un ayuntamiento...

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