Adiós a 'Ni que fuéramos Shhh', la 'domesticación' de 'Sálvame' que amplió su vida y posibilita su salto a RTVE

Imágenes de 'Ni que fuéramos Shhh'

Adrián Ruiz

26 de marzo de 2025 20:45 h

Ni que fuéramos Shhh está a escasas horas de ser historia. El programa conducido por María Patiño echa este jueves el cierre definitivo, 10 meses después de nacer como un experimento de Internet -en el llamado Canal Quickie de Youtube y Twitch- que acabó saltando a la televisión en abierto gracias a Ten. Ahora, su periplo en uno y otro universo llega a su fin por la 'mudanza' que gran parte de su equipo hará a RTVE con La familia de la tele, nuevo magacín vespertino que llegará en abril a La 1 y que contará con algunos de los rostros más destacados del formato, como ya ha detallado la radiotelevisión pública. Su hueco en Ten y plataformas digitales lo herederá Carlota Corredera y su nuevo Tentáculos.

Ha sido casi un año en el que el espacio creado por Fabricantes Studio SL -antes La Fábrica de la Tele, ahora La Osa Producciones- trabajó a destajo (y casi 'por amor al arte') para erigirse como un trampolín que lograse catapultar a sus responsables a nuevas y más ambiciosas fronteras profesionales. Aquel 15 de mayo de 2024, meses después de su fallida intentona en Netflix -con el reality Sálvese quien pueda reducido a una única temporada partida en dos-, la productora de Óscar Cornejo y Adrián Madrid se lio la manta a la cabeza para poner en pie un nuevo programa que resucitase de algún modo el malogrado espíritu de Sálvame y sin más objetivo (en principio) que llegar al verano.

Una meta que, poco a poco, fue alargándose en el tiempo, auspiciado por la repercusión que el show fue consiguiendo, tanto en la conversación social como en la prensa, por el enorme interés que generan sus protagonistas. Un ruido que, en tan solo dos semanas, llamó la atención de Ten, canal de la TDT al que cedieron la señal para emitirse también en la televisión tradicional. Un 'win-win' con el que Ten daba a Ni que fuéramos Shhh la ventana que buscaba para saciar sus ansias catódicas y el magacín, por su parte, otorgaba a la cadena un formato barato y mediático con el que seguir dando pasos en su estrategia de crecimiento.

Sus ilusorias audiencias inaugurales les hicieron apuntar alto, promediando en su primera semana un 3.2% de share y 259.000 espectadores, y alcanzando un récord absoluto en su segunda tarde (4.1% y 328.000) con el que se vinieron arriba, creyéndose capaces de poder hacer sombra al Tardear de Ana Rosa Quitana. Una aspiración del todo exagerada a la que enseguida renunciaron, ya que Ni que fuéramos Shhh se acabó desinflando, eso sí, con datos más que positivos para un canal secundario de la TDT como es Ten. Y es que, desde que arrancase la temporada el 2 de septiembre, y hasta el pasado 18 de marzo, el espacio promedió un 2.1% de share y 173.000 espectadores, mejorando un +43.3% la media de la cadena en sus días de emisión.

Unos registros que se han amplificado en el ámbito digital, donde el formato encontró su gran baluarte, alcanzando buenas cifras para el mundo del streaming y una enorme viralidad en redes sociales. Un eco con el que influían en las corrientes conversacionales de Internet y con el que desvirtuaban al alza sus sensaciones globales de impacto y de notoriedad real en la población. Es decir, Ni que fuéramos Shhh logró permanecer con fuerza en el imaginario colectivo, en un nuevo alarde de creatividad y reinvención de sus creadores, a la espera de que alguien se fijase en ellos para un proyecto de una envergadura mayor y, sobre todo, más sostenible en el apartado económico. Una oportunidad que finalmente les ha llegado de la mano de RTVE.

Con 'dos euros' y una maleta llena de sueños... y de mucho talento

Destacamos la importancia del factor económico porque Ni que fuéramos Shhh ha sido posible, en buena medida, por el esfuerzo monetario que todos sus implicados han realizado a lo largo de su casi único año de vida. Un período en el que, por un lado, su presentadora y colaboradores, primeros espada de la crónica social española, han estado trabajando a cambio de una remuneración prácticamente simbólica, tal y como ellos mismos han expresado abiertamente en distintas ocasiones. Un gesto entendido como un favor a la empresa con la que durante 14 triunfaron en Telecinco y, sobre todo, como una inversión de futuro a la espera, como insistimos, de que llegara esa opción de prosperar. Por otro, un tiempo en el que Fabricantes Studio, la productora del programa, ha tenido que 'tirar de ahorros', acometiendo un gran desembolso inicial que le costó rentabilizar.

Con todo, el magacín ha logrado sobrevivir con un presupuesto muy alejado del que disponen otros espacios de corte similar. Un condicionante que se ha hecho palpable en una serie de problemas que, gracias al testadísimo talento de sus responsables para hacer televisión, lograron convertir en sus principales virtudes. Por citar algunos ejemplos, el show ha tenido que salir adelante prácticamente sin imágenes (replicando los diálogos de otros programas; recreando situaciones con sus ya icónicos juguetes y 'funkos'; o nutriéndose del contenido de las agencias informativas) y sin medios técnicos de calidad (aprovechando equipos de cámaras y sonido mínimos; echando mano de teléfonos móviles para las conexiones).

También sin un plató real (aprovechando una parte de las oficinas de la productora y sacando a la calle el espectáculo para dar aire al público con otros escenarios colindantes) y sin entrevistados de peso en el estudio (ayudándose de medios que creaban contenidos interviniendo en directo para comentar la actualidad de la prensa televisiva; rescatando a algunos exrostros del universo Sálvame, como Carolina Sobe o Liz Emiliano; y creando los del suyo propio, como Manyes -la presunta amante del novio de Anabel Pantoja- o el Señor Patón -ex de Ágatha Ruiz de la Prada-). En definitiva, un amplio abanico de hándicaps que, siempre gracias a la imaginación de sus artífices, han brindado al formato de un cariz de pura artesanía televisiva con el que, de forma casi mágica, se logró multiplicar la complicidad con el espectador.

Esa falta de recursos otorgó 'barra libre' a la productora para darse la libertad de arriesgar, apostando por nuevos códigos y narrativas que llamasen la atención del púbico. También para dar galones a rostros como Belén Esteban (testándola como presentadora sustituta de María Patiño con la ayuda de Javier de Hoyos y entrenándola para posibles labores que pueda realizar en el futuro) y protagonismo a su equipo de redactores (dándoles espacio en las publicidades en las que, a través de Youtube y Twitch, continuaba acertadamente la emisión, fidelizando a su comunidad de seguidores en Internet). Incluso para permitirse 'resucitar' y traer de su destierro a un personaje hasta hace un año 'repudiado' como Marta Riesco, quien llegó como vieja enemiga de los colaboradores por el caso Rocío Carrasco y que se ha acabado destapando como una de las grandes revelaciones de este proyecto por su frescura, rapidez y atrevimiento como reportera.

La domesticación de 'Salvame' que abrió su salto a la tele pública

En el proceso, Ni que fuéramos Shhh ha tenido a su vez que enfrentarse a un proceso de 'domesticación' de su salvaje ecosistema, rebajando el tono de sus contenidos y apostando más por el humor que por la bronca y polémica que fueron sello de Sálvame, para lo bueno y para lo malo, como analizamos en este otro artículo, durante más de una década en Telecinco. Y aunque precisamente el formato nació con sed de venganza hacia Mediaset por la forma en la que se propició la cancelación del programa, este pasó de ser 'azote' diario de 'la cadena de enfrente' a convertirse en su 'garganta profunda', evolucionando de 'conflicto armado' a una 'guerra fría' con la que, a través de voces como las de Kiko Matamoros o Kiko Hernández, ir destripando los entresijos de sus productos y realities.

Ese choque contra Telecinco, incluso antes de su nacimiento al verse obligados a quitar la palabra 'Sálvame' de su título por un problema de derechos de la marca, ha sido uno de los grandes reclamos del magacín. Sin embargo, con el paso de los meses, Ni que fuéramos Shhh fue destensando la cuerda contra su antigua cadena, de la mano de ese 'blanqueamiento' que sufrían también sus enfrentamientos internos. En contadas ocasiones el show perdió la cordura, intentando cortar siempre de raíz amagos de peleas (como ocurrió con Belén Esteban y Marta Riesco, o entre la reportera y Víctor Sandoval) en las que las discusiones cruzaban ciertas líneas éticas, o apartando a rostros que comprometiesen ese buscado lavado de cara, como ocurrió con el propio Sandoval o Aída Nízar, quienes acabaron desapareciendo de la pantalla.

Así pues, el formato ha logrado moverse y sobrevivir en esos grises, en ese equilibrio entre la picardía y el riesgo y la prudencia y el humor, hasta conseguir un 'pack' vendible (y justificable) a la televisión pública. Su puerta ha acabado abriéndose tras la llegada al ente de Sergio Calderón, exdirectivo de Mediaset y exdirector de contenidos de Fabricantes SL al que José Pablo López, presidente de la Corporación, designó en diciembre como nuevo director de TVE.

Con el responsable al mando, se ha acabado dando luz verde al desembarco de sus excompañeros en La 1, donde algunos de los colaboradores estrella de Ni que fuéramos se mezclarán con otros rostros habituales de la emisora como Aitor Albizua e Inés Hernand, con la difícil misión de encajar en un ecosistema de servicio público.

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