(Sobre la libertad de expresión)
Cuando al dar tu opinión recibes cientos de mensajes que, por un lado, te dicen lo valiente que eres y, por otro, te insultan, te injurian e incluso te amenazan, es que algo está pasando en la trastienda.
En mi artículo de opinión - repito, opinión - de la semana pasada, venía a expresar lo poco que me ha gustado el cambio de nombre del Estadio Municipal El Arcángel y lo poco claro que veo que otro edificio también municipal, las Caballerizas Reales, desde 1929 declaradas Monumento Histórico Nacional, así como Patrimonio Nacional, tenga una gestión - sin papeles- poco o nada pública. Creo que como cordobesa tengo todo el derecho del mundo a opinar y decir en voz alta que el dinero de las arcas municipales - que se nutren de mis impuestos - debe redundar en beneficio de todos los cordobeses y no solo de algunos. Amén de deber existir un control y una fiscalización que impida que los que manejan esos espacios públicos hagan en ellos y con ellos ciertas cosas. Mucho revuelo he visto … ¿lo mismo algo no huele bien?
Y es que la opinión es eso, el juicio que se forma una persona respecto de algo, o de alguien y que, expresada de manera verbal o por escrito, supone ejercer el derecho a la libertad de expresión. ¡Ah, claro -dirán algunos-, pues por eso te han contestado otros ejerciendo el mismo derecho!
Y ahí discrepo rotundamente.
La libertad de expresión nunca puede estar amparada por la impunidad que da el anonimato tras el que algunos no opinan, sino que mienten y profieren expresiones claramente injuriosas o ultrajantes. Una cosa es la crítica, incluso agria o desabrida, como dice el Constitucional y otra muy distinta que la respuesta a una opinión sea insultar, injuriar, calumniar y hasta amenazar - por muy sutil que sea -. Entrar en ese terreno es delinquir. Y eso, convendrán conmigo, es un límite indiscutible a la libertad de expresión.
El estercolero de Elon -el personaje que ocupa ahora el despacho oval con gorra y un niño colgado-, es la red con más toxicidad que existe. ¿Saben por qué? Por el anonimato que X permite. Y claro, no hay nada más emocionante para esos que no son nadie que convertirse en alguien, vomitando barbaridades - muchas veces delictivas-, sin miedo a ser identificados. Cuando alguien es alguien de verdad, da su opinión con nombre y apellido. Los @soylapolla o @vomitomierda, a modo de ejemplo ficticio -protagonismo ninguno a los otros-, se vienen arriba dándole a la tecla del odio. Supongo que lo necesitan para soportar su triste y arrastrada vida cotidiana.
La prueba del algodón del comportamiento delictivo de estos justicieros es fácil. Si le pides que repitan su comentario, pero identificándose, no son capaces. Y, es más, si alguno advierte que puedes saber quién es, tarda “cero coma” en borrar el comentario. ¡Hombre, es que delinquir con nombre y apellido ya no es guay!
Nunca imaginé la indigna respuesta de algunos ante un artículo escrito desde la simple opinión. A lo mejor tanta reacción tóxica solo ratifica que, cuando el río suena, agua lleva. A lo mejor es que hay más súbditos -siervos, vasallos, subordinados- de los que yo creía. A lo mejor es que todo se está derrumbando si hasta la defensa de la legalidad y del interés público, tutelado por la ley, ya no es cosa ni del fiscal.
A lo mejor.
Soy cordobesa, del barrio de Ciudad Jardín y ciudadana del mundo, los ochenta fueron mi momento; hiperactiva y poliédrica, nieta, hija, hermana, madre y compañera de destino y desde que recuerdo soy y me siento Abogada.
Pipí Calzaslargas me enseñó que también nosotras podíamos ser libres, dueñas de nuestro destino, no estar sometidas y defender a los más débiles. Llevo muchos años demandando justicia y utilizando mi voz para elevar las palabras de otros. Palabras de reivindicación, de queja, de demanda o de contestación, palabras de súplica o allanamiento, y hasta palabras de amor o desamor. Ahora y aquí seré la única dueña de las palabras que les ofrezco en este azafate, la bandeja que tanto me recuerda a mi abuela y en la que espero servirles lo que mi retina femenina enfoque sobre el pasado, el presente y el futuro de una ciudad tan singular como esta.
¿ Mi vida ? … Carpe diem amigos, que antes de lo deseable, anochecerá.
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