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Turismo y Agenda 2030

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El turismo es la industria global por excelencia, ya que involucra, como ninguna otra, a casi todos los sistemas naturales y comunidades humanas del planeta. Es también una industria total, pues su despliegue impacta prácticamente todas las dimensiones de los sistemas socioambientales: ecológica, económica, social, cultural y política o de gobernanza.

Más que un sector económico, el turismo es una actividad compleja y multisectorial cuyos impactos se añaden y exacerban los derivados de otras actividades socioeconómicas: genera congestión y emisiones contaminantes globales y locales asociadas a la movilidad, incrementa la generación de residuos sólidos y aguas residuales, eleva la presión sobre ecosistemas endémicos y áreas protegidas, tensiona mercados críticos para el bienestar local, como el de la vivienda, y sobrecarga infraestructuras y servicios públicos. Además, fomenta un crecimiento demográfico vía migraciones, intensificando exponencialmente estas presiones, especialmente donde el sistema educativo no capacita adecuadamente a la población local para aprovechar las oportunidades de empleo y emprendimiento que el propio turismo genera.

En sociedades como la canaria, donde el turismo representa un porcentaje muy elevado de la actividad económica, es imposible avanzar hacia un desarrollo sostenible sin gestionar eficazmente los impactos que comprometen dicha sostenibilidad. Problemas como el cierre recurrente de playas por contaminación, la alta generación y escasa tasa de reciclaje de residuos, el aumento imparable del precio de la vivienda y la degradación de espacios naturales emblemáticos por sobreuso son claros indicadores de que la deriva actual del turismo no da una respuesta equilibrada a los problemas que genera. No es ecológicamente viable ni socialmente inclusiva.

Lógicamente, ello se refleja en los pobres resultados que el archipiélago exhibe con respecto a muchos de los Objetivos de Desarrollo Sostenible. ODS como la superación de la pobreza y el logro de una sociedad más inclusiva; los relativos a derechos fundamentales como la salud, la educación y la vivienda; o los que se expresan con respecto a la conservación de los recursos naturales y el medio ambiente; no ofrecen logros para la autocomplacencia, mientras que la trayectoria reciente, aun con cifras turísticas de récord, no invita al optimismo sobre el futuro. Cambiar este estado de cosas, requiere rediseñar la actividad económica, incluido el turismo, con un enfoque circular y regenerativo que respete los límites de la biosfera.

El principal desafío para reorientar el turismo hacia una sostenibilidad genuina, más allá de discursos y greenwashing, no es tecnológico ni financiero, sino de gobernanza. Esta gobernanza no debe reducirse a un ejercicio tecno-burocrático ritual, limitado a crear nuevas normas y organismos, sino que exige construir una visión compartida, establecer marcos de diálogo sinceros basados en la escucha activa, mejorar la capacitación de todos los agentes para gestionar la complejidad del turismo e impulsar espacios de colaboración que activen complementariedades y sinergias.

Un turismo diversificado, generador de experiencias valiosas y de alto ingreso por pernoctación, que contribuya a regenerar ecosistemas dañados, restablezca equilibrios sociales (alquileres, gentrificación, sobreuso) y genere empleo estable y bien remunerado, no se logra solo con normas o documentos estratégicos. Requiere un alineamiento previo de visiones, voluntades y capacidades de todas las partes interesadas. Este es el gran reto de Canarias para el segundo cuarto de este siglo.

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