La última excavación en la necrópolis de Tenefé exhuma dos cuerpos, uno de ellos con una herramienta lítica a modo de ajuar

Necrópolis de Tenefé o Pozo Izquierdo. Aunque está deteriorada por el paso del tiempo, la primera tumba tiene forma tumular al estar rodeada y cubierta de piedras.

Luis Socorro

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La última campaña arqueológica realizada en la necrópolis de Tenefé, en la localidad grancanaria de Pozo Izquierdo, ha permitido excavar tres tumbas de las que se han exhumado dos cadáveres masculinos. Uno de ellos tenía en la fosa, presumiblemente a modo de ajuar, una herramienta lítica perfectamente moldeada, lo que pone de manifiesto de que se trató de un instrumento de trabajo, según han manifestado a Canarias Ahora Gabriel de Santa Ana y Paloma Cuello, codirectores, junto a Pedro Sosa, de esta excavación, financiada por la Dirección General de Cultura y Patrimonio Cultural y realizada el pasado mes de diciembre.

La necrópolis de Tenefé, localizada en la costa del municipio de Santa Lucía de Tirajana, tiene once tumbas. Las diversas excavaciones realizadas hasta ahora han desenterrado cinco cuerpos; en la última intervención, una de las tumbas carecía de restos mortales. Los arqueólogos interpretan que se trata de “un cenotafio, un monumento funerario”. Se trataría de “la segunda estructura de este tipo identificada en la necrópolis y uno de los escasos ejemplos conocidos en la isla de Gran Canaria”, subrayan los especialistas. Uno de los cenotafios más monumental de la Isla se encuentra precisamente en este municipio sureño, en el yacimiento de La Fortaleza. 

El análisis preliminar de estos restos indica que uno de los individuos “sería un varón joven, con una edad estimada entre los 23 y 25 años”. En esta tumba se encontró la herramienta de piedra. Según el estudio biomecánico, responsabilidad del arqueólogo Jared Carballo, especialista en osteología, esta persona “llevaría a cabo actividades esporádicas de bajo impacto realizadas con las extremidades superiores, posiblemente asociadas a tareas artesanales como el trabajo con fibras vegetales y pieles”, explican los arqueólogos.

El segundo individuo exhumado se corresponde con un varón de mayor edad, entre los 60 y 70 años en el momento de su fallecimiento. Lo más destacado de esta persona es la presencia de exostosis auriculares en ambos conductos auditivos, lo que sugiere «un contacto frecuente con agua fría, un hallazgo bien documentado en las poblaciones costeras de Gran Canaria en relación directa con actividades pesqueras“. Esta patología coloquialmente se define como la enfermedad de los surferos.

Patrimonio Cultural ha confirmado a esta redacción que las excavaciones en este cementerio aborigen continuarán en próximas campañas. Al respecto, su titular, Miguel Ángel Clavijo, sostiene que “la investigación en arqueología es fundamental para seguir adquiriendo conocimiento”, quien subrayó la importancia “de proteger y conservar estos espacios con fines didácticos”. En este sentido, “confiamos en que los resultados de estas intervenciones nos ayuden a conocer más y mejor el pasado del Archipiélago” y en este caso de Gran Canaria “que cuenta con un patrimonio cultural excepcional”.

Categorizar las tumbas

El estudio de este yacimiento funerario va más allá de la bioarqueología que indaga el depósito funerario y de otras disciplinas asociadas a la arqueología. El equipo que ejecutó esta intervención de tres semanas cuenta con una especialista en arqueología de la arquitectura, Maite Velázquez. Esta investigación permitirá profundizar en la categorización de las tumbas indígenas. Hasta hace relativamente poco tiempo se consideraba a la necrópolis de Tenefé como un yacimiento de cistas y fosas –la diferencia entre estos tipos de enterramiento es el perímetro de piedras de las cistas, que se colocan en el contorno de la fosa a modo de cajón funerario-. Para De Santa Ana y Cuello, “algunas sepulturas de Tenefé podrían ser tumulares, pero aún no estamos en condiciones de afirmar de que se trata de una necrópolis tumular”.

La idea de los doctores que han dirigido esta intervención es “revisar en profundidad la definición de los tipos de monumentos funerarios en las islas para tratar de encajar las tumbas de Pozo Izquierdo en la categoría que mejor las definan”. Lo que les ha llamado la atención es que “se trata de una necrópolis de cistas y fosas que además presenta estructuras de piedra superpuestas”.

Las dos tumbas con restos humanos excavadas en diciembre de 2024 no son iguales: mientras que el sepulcro del que se exhumó al difunto más joven es de planta rectangular y el cadáver estaba depositado en una fosa a unos 80 centímetros de profundidad, el otro túmulo es de planta ovalada, excavado a unos 15 centímetros bajo la superficie.

Gran Canaria es la única isla con cementerios tumulares. Dos han sido restaurados y son enormes, con más de medio millar de sepulturas cada uno: el Maipés de Agaete, construido sobre una colada volcánica, y la necrópolis de Arteara, sobre un enorme derrumbe de piedras procedentes de una montaña. Hay un tercero en muy mal estado, en Jinámar, y hay referencias documentales de un cuarto, ya desaparecido, en La Isleta. Muchos de los depósitos funerarios de estos yacimientos se encuentran en el Museo del Hombre de París. 

Los arqueólogos concluirán después de verano las investigaciones de laboratorio. El estudio previsto de isótopos estables, ADN antiguo y carbono 14 sobre varias muestras aportará nuevos datos acerca de estos individuos, como las relaciones de parentesco, la dieta, los modos de vida y la cronología de su muerte. Tras los análisis en laboratorios internacionales, los restos óseos pasarán a formar parte de los fondos de El Museo Canario, en Las Palmas. 

Las dataciones realizadas a los tres esqueletos recuperados en excavaciones anteriores indican que fueron enterrados en la última etapa de la cultura prehispánica. Los dos exhumados en la campaña de 2017 -en la que participó Gabriel de Santa Ana y colaboró su colega Paloma Cuello con el estudio de isótopos estables- son del mismo siglo de la Conquista, concretamente de los años 1430 y 1435, mientras que en la excavación de 2016, coordinada por Tibicena, la antigüedad oscila entre finales del siglo XIII y XIV.

La primera intervención arqueológica se produjo en 2002, impulsada por el Cabildo. La última del pasado mes de diciembre ha permitido documentar la secuencia estratigráfica completa de cada uno de los túmulos intervenidos, a pesar de que el yacimiento está situado en primera línea de costa y es muy transitado. El buen estado de conservación tanto de los restos óseos como de la arquitectura funeraria facilitará la reconstrucción de las fases de ejecución, uso y abandono de la necrópolis.

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