Descubiertos grabados rupestres guanches en el terreno donde se prevé un nuevo campo de golf en Tenerife
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El grupo de arqueología social Imastanen continúa con sus investigaciones y contribuciones a la conservación y protección del legado etnográfico e histórico de Canarias y ha trasladado al área de Patrimonio del Cabildo de Tenerife su reciente hallazgo de dos grabados rupestres guanches en los terrenos donde se prevé crear un nuevo campo de golf en Adeje, uno de los principales municipios turísticos de la comarca sureña de la Isla, justamente en la zona de Hoya Grande, proyecto que incluye también un área residencial.
El colectivo critica que, en el informe encargado en su momento por la promotora urbanística de este proyecto se recogiera la presencia de 19 valores etnográficos y 10 arqueológicos, pero se obviaran estos dos grabados, por lo que ha informado a Patrimonio, departamento insular que, según explican, les ha confirmado que uno de ellos no se incluye en el estudio patrimonial y que el otro “ni tan siquiera estaba catalogado. Esto habla del poco rigor con el que muchas veces se realizan los informes arqueológicos a los que se obliga por ley a los promotores. En casos de intervenciones urbanísticas de este calibre, suelen quedar fuera valores que están ya registrados y, a veces, otros no contemplados hasta el momento, debido al carácter superficial de los trabajos arqueológicos, que en última instancia, son pagados por quienes tienen previsto destruirlos”, explica el colectivo.
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Los miembros del grupo que comanda Sixto García indica a Canarias Ahora que, si estuviesen bien elaborados, estos estudios “suelen acabar por concluir que los yacimientos se verán parcial o totalmente afectados y que no se puede garantizar su conservación si las necesidades de la obra así lo requieren”. Por eso, alertan de que “integrar un grabado dentro de un campo de golf -como pasó en Buenavista, con resultados nefastos- o una urbanización de lujo, como es el caso de Armeñime, supone descontextualizar esos yacimientos de su entorno y cerrar para siempre la puerta a que puedan ser estudiados en profundidad. Mover los grabados como si se tratara de algo de quita y pon tampoco es una solución lógica cuando hablamos de proteger, conservar y divulgar el conocimiento que esconden las huellas que los guanches dejaron para orgullo y riqueza del pueblo actual pueblo canario”.
La zona donde está previsto este campo de golf, y como señala ese mismo informe encargado por la promotora, “es un paraje dominado por un gran número de parcelas agrícolas, vinculadas a la antigua finca de la empresa exportadora Fyffes, en las que predomina la presencia de antiguas zonas de cultivo, infraestructuras agrícolas y pistas de tierra”. Según recuerda Imanasten, se halla “enmarcado entre dos hermosos barrancos de Adeje con un altísimo valor biológico y patrimonial, pero aquí se proyecta construir un nuevo campo de golf, el décimo en la Isla, con zonas residenciales de lujo bajo la excusa de que un 5% del proyecto iría destinado a vivienda pública. Además de convertirlo en un polo comercial siguiendo el plan urbanístico sin límites que asola el municipio adejero, el proyecto pretende convertirse en otro reclamo turístico a costa de seguir destruyendo suelo agrícola y espacios naturales de gran biodiversidad. Más de un millón de metros cuadrados de superficie en un proyecto que supondrá más cemento, despilfarro de agua y sobrepoblación, destruyendo una vez más una zona que, de ser rehabilitada, supondría un entorno de gran riqueza natural que en sí misma podría convertirse en un espacio de alto interés paisajístico por los valores científicos y culturales que atesora”.
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Entre esos valores amenazados, el colectivo incluye una era, “de las más grandes del sur de Tenerife, que se encuentra en un estado de deterioro lamentable, pudiendo comprobar nuestro colectivo cómo recientemente se ha visto parcialmente destruida por el tránsito en su interior de vehículos, señales de frenazos y derrapes, que han levantado el empedrado del suelo. Esta era no está catalogada como Bien de Interés Cultural (BIC) pese a poseer un valor etnográfico indudable”, lamenta.
Según señala, la riqueza patrimonial de Hoya Grande resulta relevante, aunque, al tratarse de una zona transformada para la agricultura, avisan de que se necesitaría “un estudio con prospecciones ejecutadas como es debido; esto es, recabando información del material en superficie y otros elementos de análisis de gran valor científico y cultural. Nada de eso va a pasar, pues la zona está condenada bajo un nuevo pelotazo, en un municipio sacudido por escándalos de corrupción”.
Cientos de ejemplares de viborina triste
Asimismo, resaltan el valor medioambiental de esta área, “con una importante biodiversidad que, en los barrancos que flanquean la zona afectada por el proyecto urbanístico, posee reductos de termófilo, además de una importante población de viborina o Echium Triste Nivariense como ya sucediera en Armeñime”, con el polémica y contestado proyecto de Cuna del Alma.
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“El Plan Medioambiental encargado por la empresa promotora –sostienen- da muestras, una vez más de su falta de rigor, y de la urgencia con que este tipo de informes son elaborados, con tal de reducir escollos en la aprobación de proyectos tan descabellados. Nuestro colectivo ha podido confirmar sobre el terreno que, lejos de existir solamente una pequeña población de viborina triste, que el informe señala de pocas plantas y en una zona que sólo será afectada por las vías estructurantes que darán acceso a la urbanización y campo de golf, la realidad es que, en todo el perímetro proyectado, existen cientos de ejemplares repartidos en diferentes núcleos”.
El grupo asegura que, “pese a las maniobras del Consistorio adejero para su trasplante y recolocación, de resultados comprobadamente nefastos –como ocurrió con el ejemplo del Puertito de Armeñime-, la planta posee la categoría de especie endémica con protección especial, según consta en el catálogo Canario de Especies Protegidas del Gobierno de Canarias. Además de las plántulas que pueblan toda el área amenazada, la zona está colmada de semillas. Además. A este endemismo tinerfeño se le suman otras tantas especies botánicos y faunísticos autóctonas que han ido reduciendo sus hábitats a zonas más altas, que hasta la fecha habían quedado fuera del crecimiento urbanístico que asola la Isla y muy especialmente los municipios del sur”.
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