Las lecciones del Guadalquivir que recuerdan a diciembre de 2009, antes de las grandes inundaciones

Antes de febrero de 2010, cuando el Guadalquivir anegó centenares de viviendas y parcelaciones en Córdoba, estuvo diciembre de 2009. Las intensas lluvias de ese mes fueron un aviso a lo que ocurrió poco después. Un intenso temporal muy similar al actual dejó grandes registros de precipitaciones en toda la cuenca del Guadalquivir y llenó los embalses. Pero como ahora, en los pantanos hubo margen. El río creció por pura escorrentía pero sin las aportaciones extraordinarias de los embalses. Pero fue un aviso.
Como ahora, en diciembre de 2009 el Guadalquivir anegó el paseo bajo de la Calahorra, primero, y entró en algunas parcelaciones del entorno del Aeropuerto de Córdoba. Entonces hubo que desalojar de manera preventiva 14, en Guadalvalle y la Altea. Las 14 de diciembre de 2009 fueron las que en febrero de 2010 quedaron totalmente sepultadas por el barro y el lodo. No se veía ni el tejado. Muchas han desaparecido. Están precintadas desde entonces.
De momento, el episodio actual recuerda a diciembre de 2009, aunque con matices. El río aún no ha bajado tan crecido como entonces, algo que podría ocurrir en los próximos días. Y en las parcelas, junto al Aeropuerto, se construyó una escollera que hace de defensa. El Guadalquivir está lejos todavía de las zonas habitadas, aunque no mucho. Pero ha dado un aviso: superar el umbral naranja a su paso por Córdoba.
En diciembre de 2009 dejó de llover intensamente, los embalses acogieron la mayor parte de la escorrentía y el Guadalquivir, aunque crecido, redujo su caudal. Pero las precipitaciones regresaron en febrero. Tanto que los embalses se llenaron y poco pudieron retener, especialmente en la zona de Jaén, pero también en Sierra Morena. El gran problema en el Aeropuerto estuvo en que el Guadajoz también sufrió una espectacular crecida. Sus aguas acabaron empujando al Guadalquivir dentro del Aeropuerto y de todas las parcelaciones cercanas, pero no solo.

Han pasado 15 años y nada ha cambiado. Los embalses son los mismos de entonces, ni más ni menos. Los cauces e incluso los aforos están en el mismo sitio. La cuenca actúa como está previsto que lo haga. Y las escorrentías sin regular, como las de toda la Campiña, de la misma manera que entonces. Solo están desalojadas las 14 viviendas de 2009, las que estaban literalmente a un palmo del cauce. Pero no el resto.
En las parcelaciones, muchas personas viven pendientes del río, con el recuerdo de febrero de 2010, pero sabiendo que aún hay margen para evitar lo que ocurrió entonces. Este martes, la Policía Local visitaba lugares que ya le sonaban de 2010: la Altea, Guadalvalle, Las Cigüeñas, la calle La Barca de Alcolea, Fontanar de Quintos, El Higuerón, Majaneque...
De momento, todo depende de los embalses. El Guadalmellato y San Rafael de Navallana están funcionando como se esperaba, como muros de contención de avenidas. El primero está prácticamente lleno. Cuando abre compuertas, su agua va a parar al segundo, que crece cada vez más. No es descartable una apertura controlada de compuertas en Navallana, antes de que el agua llegue a su aliviadero y rebose ya de manera natural. Navallana está a dos kilómetros del Guadalquivir. Su caudal se notará directamente en la ciudad, en Alcolea y también en las parcelaciones del Aeropuerto y Villarrubia. Incluso en Almodóvar del Río.

También de si sigue lloviendo en Jaén, al principio de la cabecera. Sus embalses son los más vacíos de toda la cuenca y también tienen margen. Pero no demasiado. De momento, el episodio actual apunta a emular al de diciembre de 2009. Para llegar a febrero de 2010 haría falta que siguiera lloviendo durante lo que queda de marzo y el mes de abril, algo que no sería improbable.
Otras zonas inundables de la provincia, como Palma del Río, viven un episodio similar. Como entonces, en diciembre de 2009, Iznájar tiene mucho margen y no se prevé que abra compuertas. Para hacerlo debería diluviar en la cuenca del Genil. No obstante, el río Genil tiene poca regulación en su zona cordobesa. Sus afluentes como el río Cabra suelen volverse bravos en episodios de fuertes lluvias. Pero sin un desembalse en Iznájar no suponen un peligro extraordinario para Palma del Río, aunque sí para sus huertas más bajas, zonas donde vive gente y donde es bastante habitual que tengan que ser desalojados.
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