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EEUU: un presidente electo contrariado y una representante trans perseguida

El presidente electo Donald Trump entrevistado en los estudios de la cadena ABC (American Broadcasting Company) en Filadelfia, Pennsylvania.

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Las elecciones del primer martes de noviembre dotaron al vencedor de un mandato a priori impensado.  Diecisiete millones de republicanos habían votado por el precandidato Trump en la primaria,  setenta millones de votos hicieron presidente al candidato oficial del partidario. La distancia numérica refleja cuanto separa a la base más pura y dura de votantes que quieren que les devuelvan la economía de 2019: lo que va de la fe en MAGA (Make America Great Again) a la creencia en otras magias parciales del relato trumpista. A posteriori de su pronta y segura victoria el presidente electo de EEUU ha magnificado su triunfo como si fuera el de un electorado MAGA. Trump ha obrado como si hubiera sabido desde siempre que vencería en el colegio electoral y en el voto popular a la vicepresidenta y candidata rival demócrata Kamala Harris.

Desde la madrugada triunfal del miércoles, ganada la Casa Blanca, dadas por descontadas en la nueva Legislatura estrechas pero suficientes mayorías republicanas en ambas cámaras del Capitolio, los nombres de las figuras anunciadas como integrantes de la administración que sucederá a la de Joe Biden empezaron a sobresaltar regular y sucesivamente, con variable medida de una intensidad y animadversión jamás faltantes, al gobierno saliente y a sus votantes, al Establishment de Washington, a los grandes medios de prensa y a sus públicos. El ultraje ético y estético resonaba de inmediato, cada vez más poderoso, apenas oída cada nueva designación. Para regocijo de Trump y sus republicanos MAGA. La banda sonora con ruido de repudios era prueba de un acierto. Entre los méritos atendidos para el fichaje de funcionarias y funcionarios que a partir del 20 de enero acompañarán al presidente en su segundo mandato se presumía su idoneidad para la ofensa inmediata, apenas mencionados sus nombres, oficios, posiciones.

Gaetz, el alguacil alguacilado bailando por un sueño de Trump

Todo invita a creer que en su calibración previa de las capacidades personales para ofender, Trump hizo a un lado cualquier mezquina consideración de deseconomía. Pero los mejores introducen un coeficiente de peligro. No era imposible que el detalle de alguna biografía resultara tan ultrajante -tan objetivamente ultrajante- al punto de volverse en contra y de vencer al vencedor, frustrado. Esto ocurrió con Matt Gaetz, elegido por el presidente electo como futuro titular del Departamento de Justicia. En diez días que conmovieron a Washington, este congresista renunció a la banca que ganó como representante de Florida en la Cámara baja del Capitolio, declinó la propuesta de Trump que antes había aceptado con júbilo y desistió así de la aspiración a suceder a Merrick Garland como Attorney General (el cargo aduna funciones de ministro federal de Justicia y de fiscal general), anunció que continuará “en la lucha” pero no volverá a postularse como candidato legislativo, y corre el riesgo de ser procesado penalmente. Desencadenante de la caída en desgracia de Gaetz fue la Comisión de Ética de la Cámara de Representantes. Algunos cargos del Gabinete requieren de aprobación del Senado. Como Gaetz era representante al momento de ser designado por Trump para ponerse al frente del Departamento de Justicia, en la Cámara baja se confeccionó un Informe sobre el candidato, para que los cien senadores pudieran disponer de él al momento de las audiencias de confirmación en la próxima Legislatura. Para evitar que el Informe fuera divulgado o entregado al Senado y a los medios, Gaetz renunció a su banca. Y a partir de su renuncia, la Cámara de Representantes carecía de autoridad sobre él para seguir investigándolo. El Senado pidió que se le entregara el informe al momento de las audiencias. El presidente de la Cámara de Representantes, de mayoría republicana, lo retuvo. Sin embargo, un hacker lo filtró. La rápida renuncia de Gaetz a su cargo electivo y la firme decisión del liderazgo republicano de la Cámara de Representantes de proteger al futuro Ministro de Justicia de Trump por la vía de desentenderse completamente de él señalando que ya no era uno de los suyos, en nada lograron asordinar un relato sórdido cada vez más audible. El Informe habría reconstruido una red o asociación de amistades gracias a quienes en circunstancias poco esclarecedoras Gaetz habría pagado por su comercio sexual a (al menos) dos mujeres cuyo testimonio habría conocido la Comisión. Sin embargo, según la narrativa del Informe de la Comisión de Ética, estos recursos a una dudosa prostitución no eran las únicas conductas que en su vida sexual conducían al soñado ministro de Justicia hasta los umbrales del fuero penal, ni las auténticamente más graves.  

En el Capitolio republicano, las mujeres trans no son mujeres

Cuarenta y cinco minutos después de que la periodista de CNN Paula Reid le informó a Matt Gaetz que  ella tenía información sobre dos encuentros sexuales de los que él habría disfrutado en 2017 con una menor, el ex congresista anunció que desistía de la carrera para ser confirmado al frente del Departamento de Justicia donde lo había colocado el presidente electo Donald Trump.

El presidente de la Cámara de Representantes, Mike Johnson, el mismo que retiene sin comunicar el Informe sobre Gaetz, se ha mostrado mucho menos retraído en la campaña para ensuciar a Sarah McBride, representante por el Estado de Delaware, que el 5 de noviembre se convirtió en la primera mujer trans en ganar una banca en el Congreso. Sus animadoras más animosas son Nancy Mace de Carolina del Sur y Major Taylor Greene de Georgia. El speaker Johnson reconoce que “las mujeres se merecen espacios que sean sólo para mujeres” y ha reglamentado que el personal trans de la Cámara baja debe usar los baños que corresponden al género que les fue asignado en su nacimiento.

¿Moderarán la furia de la cruzada después de las revelaciones que causaron la caída del congresista designado por Trump para el Departamento de Justicia, se pregunta Jessica Karl en Bloomberg? No es la única en señalar que ha sido puesto en evidencia como incongruente el temor que da forma y fondo a un slogan republicano conservador: “Me da miedo por mi hija menor de edad si las mujeres trans pueden entrar al baño de mujeres”. Tales padres responsables, se pregunta un posteo en X de Alex Cole, ¿estarían muy tranquilos dejando a su hija adolescente a solas con Matt Gaetz, el ministro de Justicia que iba a ser?

De Matt a Pam

No habían pasado siete horas desde la renuncia de Matt Gaetz a su futuro al frente del mismo Departamento de Justicia (DOJ) que antes lo había investigado y Donald Trump ya había designado a Pam Bondi para ocupar el cargo. Diecisiete años mayor que Gaetz, a sus 59 años la nueva candidata está mejor calificada para el cargo que el renunciante, y no sólo porque nunca fuera investigada por uso de drogas y abuso sexual por el DOJ. Durante ocho años se desempeñó como fiscal general de Florida, tercer estado de EEUU por su población. Con anterioridad, había sido fiscal en el condado de Hillsborough, cuya capital es Tampa, la tercera ciudad más populosa de Florida.

No es la primera vez que Pam Bondi merece la atención de Trump. Ya la había recibido en 2013, con 25 mil dólares donados por la sociedad de beneficencia del hoy presidente electo de EEUU a un grupo político que sostenía a la Fiscal General de Florida. Coetáneamente, Bondi no había hecho lugar a denuncias por estafa presentadas contra Trump University. Tanto el millonario como la fiscal negaron cualquier nexo entre una donación y una causa judicial que jamás fue abierta. La campaña de Bondi –en EEUU el cargo de fiscal general es electivo en los estados- recibió contribuciones de figuras prominentes de la Cientología; nunca hizo lugar a denuncias en su contra. Es una opositora del ‘Obamacare’ (Affordable Care Act) el régimen de seguro universal obligatorio de salud establecido en la presidencia de Barack Obama. Cuando abandonó la función pública, hizo lobby por Qatar. Fue socia en Ballard Partners, el mismo estudio donde trabajó la ex jefa de campaña electoral republicana y futura jefa de gabinete Susie Wiles, donde representó a una compañía inversora de Kuwait.

Como el efímero Gaetz, su sucesora sobresale también en los rubros de fidelidad al Jefe y sonora espectacularidad, otros requisitos para integrar el Gabinete de Trump a juzgar por el patrón de las designaciones. No por nada hay tantos astros y asteriscos de Fox News en la nómina de personal preferida. En 2016, cuando Donald Trump ganó su primer mandato presidencia, Bondi estuvo entre quienes salieron a cantar “metan presa a Hillary Clinton”, la rival demócrata y oficialista derrotada. En 2020, cuando Trump fue derrotado por el ex vicepresidente de Obama, se pudo ver a Bondi en televisión endosando la tesis de que la victoria de Biden era un fraude. Bondi estuvo al frente del departamento legal del America First Policy Institute, una institución trumpista.

Pam Bondi fue una de las defensoras de Trump en el primero de los dos impeachments con los que el Congreso fracasó en destituir o castigar al presidente. El Departamento de Justicia (DOJ) es el ‘estudio jurídico’ que en EEUU defiende al Estado. No al Gobierno, y menos al Presidente. En las provisiones para su segundo mandato, Trump está completando el personal del DOJ con letrados que lo patrocinaron personalmente y lo defendieron en procesos abiertos en su contra. Ya hay tres designados para altos cargos en el Departamento: Todd Blanche, Emil Bove y D. John Sauer. A diferencia de Gaetz, son tres profesionales de larga carrera respetable. Pero el criterio que primó para su selección es el de haber defendido al ex presidente y presidente electo. En esto, no se diferenciaban de Gaetz. Según allegados a Trump, la causa decisiva de la preferencia de un residente en Florida por un representante de Florida se afincaba en que Gaetz era ya un erudito en las minucias de los juicios iniciados contra su ex defendido en el sur y próximo jefe en Washington.

Preguntar, sólo si ya se sabe la respuesta

En 1973, en lo que se llamó después Saturday Night Massacre, el mismo sábado por la noche renunciaron al Departamento de Justicia el Fiscal General y el vice Fiscal antes que obedecer a Richad Nixon, presidente republicano en su segundo mandato, que les exigía que privaran de su cargo a Archibald Cox, el fiscal especial designado para el caso Watergate. La nueva designada de Trump para el Departamento de Justicia fue también abogada defensora personal suya.

Si alguna vez en los años 2025-2029 la Attorney General llegara a sufrir presiones de algún modo comparables a sufridas en 1973 por sus predecesores al frente del Departamento de Justicia, ¿honraría Pam Bondi su memoria y su legado?

Es la pregunta que se hace el editorial del Washington Post. Es un diario demócrata, y es una pregunta retórica. 

AGB

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