Saberes locales para frenar los efectos del cambio climático en Senegal

Senegal es uno de los países del mundo más vulnerables al cambio climático. La variedad de sus ecosistemas, sus más de 700 kilómetros de costa atlántica y encuadrada entre el Sahel y el bosque tropical, lo exponen más que otras zonas del planeta a la degradación medioambiental. En los últimos años, el aumento del nivel del mar ha borrado del mapa a cientos de hogares, han subido las temperaturas y se ha producido una fuerte desertificación en zonas interiores, todo ello en un país que depende económicamente de los recursos naturales. De modo que intentar frenar el impacto del cambio climático en el país se ha convertido en una tarea urgente. Desde hace años numerosos organismos internacionales y nacionales han desarrollado planes de contención o adaptación, sobre todo para intentar frenar la erosión costera. Sin embargo, estas estrategias no siempre han tenido en cuenta los conocimientos de las poblaciones locales, a los centinelas de los saberes ancestrales que habitan estos territorios desde hace siglos.
Los conocimientos locales o endógenos son aquellos saberes localizados y situados, que han sido creados en un territorio determinado. “Cada lugar tiene su particularidad y ha sido moldeado por sus hombres. Cada territorio se inscribe en una trayectoria de construcción social, cultural, política y económica”, matiza el director del Instituto de Gobernanza Territorial de la Universidad Cheikh Anta Diop de Dakar e investigador adjunto de la Universidad de Grenoble, Cheikh Abdoul Ahad. Por el contrario, define los conocimientos supranacionales como aquellos que se vinculan a una entidad u organización política: “Es una sociedad muy tecnocrática”, señala. Sin embargo, ambos conocimientos no siempre van de la mano. “Desde un punto de vista político, ha sido difícil integrar los conocimientos que no están validados por la ciencia y la academia. La validación científica de los saberes tiende a internacionalizarse”, precisa el geógrafo.
El profesor recurre a lo que sucede en Saint Louis, uno de los territorios con mayor impacto medioambiental en el país, cuya capital del mismo nombre es según la ONU-Hábitat, la ciudad africana más poblada que sufre una mayor amenaza debido al aumento del nivel del mar. En Guet Ndar, uno de sus barrios, en 10 años han desaparecido 800 metros de costa, tal y como revela la Agencia Francesa de Desarrollo. Esta zona ha servido de laboratorio para el desarrollo de políticas medioambientales. En la Langue de Barbarie, una lengua de arena cercana a la ciudad de Saint Louis, el Gobierno de Senegal abrió en 2003 una brecha que permitiría la salida del agua del Río Senegal en época de lluvias. La apertura, que tuvo en sus inicios cuatro metros de ancho, cuenta hoy en día con 7 km y el desplazamiento forzoso de algunos pueblos que habitaban la zona. Por ello, Abdoul Ahad apuesta por intentar saber cuál es la percepción del riesgo del cambio climático entre los habitantes de esta zona y por dar a las relaciones humanas un papel más relevante en la toma de decisiones. “Hay humanos y mitos sagrados alrededor del agua. Esa humanidad no hay que olvidarla, ni esos conocimientos que no figuran siempre en los conocimientos supranacionales”, reivindica.
En este sentido, el profesor defiende la importancia de recurrir a la memoria de los pueblos originarios para buscar soluciones que pueden ser igualmente válidas. Apela a la “geografía de lo vivido”, la cual funciona como reservorio de estrategias adaptativas para luchar contra los efectos climáticos, y anima a conocer qué dicen “los guardianes de estos conocimientos e integrados en los dispositivos de gobernanza”. Para ejemplificarlo, el profesor hace referencia a los habitantes de Doun Baba Dièye, un pueblo de la región de Saint Louis que ha atesorado durante siglos conocimientos sólidos en geomorfología e hidrología y que hoy en día está destruido tras la apertura de la brecha. Papa Ameth es el descendiente actual de una saga de expertos en geografía que se opuso firmemente a esta operación, ya que según los conocimientos y experiencia de la comunidad, esa franja de arena hacía de muralla entre el oleaje y la orilla de su pueblo. Ameth reivindica que gracias a las experiencias históricas heredadas de sus antepasados, él también podría aportar soluciones ecológicas y resalta que es posible utilizar las observaciones lunares para predecir los niveles del mar a partir del calendario wolof.

La compatibilidad entre ambos conocimientos es, en principio, posible. Para Abdoul Ahad el uso de los conocimientos supranacionales no implicaría reducir los conocimientos endógenos de las comunidades que “han sido marginalizadas o invisibilizadas”. Para ello, sostiene que “lo justo sería que la comunidad científica acepte ofrecer un lugar a la hospitalidad, a la generosidad y a los conocimientos endógenos”. El profesor aboga por salir de la “fragmentación binaria entre saberes tradicionales y saberes científicos”, lo cual no obliga a borrar toda la herencia colonial, sino a repensar lo que contienen los archivos coloniales. “No debemos asumir que todo lo que propone la ONU o lo que el Gobierno francés estableció tras el fin de la colonización debe ser lo normal”, destaca.
Las organizaciones trabajan en soluciones basadas en la naturaleza
La asociación en defensa del medio ambiente JVE Senegal también busca colocar los saberes locales y basados en la naturaleza en el centro de sus proyectos. La responsable de evaluación de proyectos de la entidad, Mairame Sy, también considera que las comunidades locales tienen mucho que decir a la hora de proponer soluciones para reducir el impacto del cambio climático debido a que “hay una relación íntima entre la naturaleza y el hombre”. Entre otros proyectos, han desarrollado la Acción feminista por el clima en África occidental, que busca mejorar las prácticas agroecológicas y la rehabilitación de los ecosistemas desde un punto de vista interseccional, para lo que forman a mujeres en prácticas ecológicas y en saberes locales. Por otra parte, llevan a cabo tareas de sensibilización en centros educativos en zonas muy afectadas por las consecuencias del aumento del nivel del mar con el objetivo de crear conciencia cívica en materia de protección del medioambiente.
También el proyecto SEDAD (Soluciones basadas en ecosistemas para una adaptación sostenible) desarrolla varios proyectos en Senegal, Gambia y Mauritania siguiendo esta línea. Aliou Seydi, experto medioambiental y en soluciones basadas en la naturaleza de SEDAD, explica que han puesto en marcha varias técnicas que usan el entorno natural para mitigar los efectos asociados al cambio climático, y sobre todo, contra la erosión costera. Para ello, han implementado varios sistemas de contención en la costa a base de ramas de árboles, que colocadas de manera perpendicular a las olas, atrapan los sedimentos; un sistema de cercas construido con juncos con el que han restaurado 140 metros de playa y diques de arena con vegetación, que permiten frenar la invasión de agua salada en los cultivos de hortalizas y arroz.
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