Espacio de opinión de Canarias Ahora
El míster y el doctor
Tiene que ser muy jodida la esquizofrenia política que sufre Manuel Domínguez: vicepresidente del Gobierno de Canarias por el día y presidente del Partido Popular en el archipiélago por la noche. Sonriendo con la mejilla izquierda a Fernando Clavijo y con la derecha a Alberto Núñez Feijóo.
Nadando y guardando la ropa al mismo tiempo. Mitad monje, mitad soldado. El doctor Jekyll y el señor Hyde. El norte y el sur, el este y el oeste, el yin y el yang.
Difícilmente va a aguantar mucho tiempo con esa pose tan impostada. ¿Qué harán los diputados isleños del PP en el Congreso cuando se vote de nueva la reforma de la Ley de Extranjería? ¿Qué votarán los parlamentarios canarios en Madrid cuando haya que decidir la distribución de los niños inmigrantes por toda España?
El Partido Popular podría haber pactado una solución satisfactoria consensuada con el PSOE pero prefirió poner palos en la rueda del carromato del virginiano. En vista de que el apoyo del primer partido de la oposición al gobierno en materia migratoria tendría significado solucionar y solucionarle las cosas a Pedro Sánchez, Feijóo prefirió ordenar a sus barones que votaran en contra de la propuesta gubernamental para fastidiar un poquito más y debilitar al Ejecutivo.
La primera propuesta fallida obligó a Sánchez a pactar con Junts en busca de los votos perdidos y necesarios para empezar a distribuir a los menores africanos por toda la geografía nacional.
Puigdemont aprovechó que el Guiniguada corría por el barranco para lanzar un invitación: te doy mis votos necesarios si el reparto se hace teniendo en cuenta los esfuerzos realizados por Cataluña hasta ahora.
Como Cataluña ha sido históricamente más generosa en la acogida de inmigrantes que otras comunidades, incluida la de Madrid, ahora para compensar esta última tendrá que albergar a muchos más niños extranjeros que aquella.
Tiene toda la lógica del mundo. Al alumno aventajado y aplicado no se le puede exigir lo mismo que al vago y remolón. Uno tiene la tarea hecha mientras que el otro la incumple. No es un asunto de ideología ni de regiones sino de tareas compensadas. De simple y pura realidad.
La pasividad y el rechazo permanente del PP a la propuesta gubernamental sobre inmigración obligaron al PSOE y Sumar a abrir el diálogo con Junts para llegar a un acuerdo definitivo en un asunto tan sustancial y delicado donde hay millas de niños por medio. .
Si los hubiera popularesn sido más listos y diligentes, hoy podrían vender el acuerdo exitoso como un logro suyo pero prefirieron debilitar al gobierno con su negativa reincidente y pueril. El no por el no sin más motivación. Sin embargo, su postura consiguió magnificar a Junts, justo lo contrario de lo que deseaba.
Al fin y al cabo al gobierno lo que le interesa es sacar adelante sus propuestas y le importa más bien poco que sea a costa de los votos de Feijóo o de Puigdemont.
Cada día parece más seguro que en el PP no hay ni una brizna de vida inteligente. ¿Hay alguien ahí? Los populares están tocados por una parálisis nerviosa debido a su desesperación por volver al gobierno. No les furula la cabeza. Da toda la impresión de que a sus dirigentes no les llega el riego sanguíneo al cerebro. No dan una con sus resoluciones.
Parecen masoquistas que se tiran piedras adrede a su propio tejado. Cada vez que tienen la posibilidad de desmarcarse y lograr una victoria en el Congreso, se aplanan, se achantan, se dejan coger el lomo y vencer por los acontecimientos.
Es difícil saber hasta cuándo le aguantará la paciencia al PP canario antes de estallar en una escisión al estilo retro de Unión del Pueblo Navarro. Nada que ver con la extinta Unión del Pueblo Canario.
Es obvio que el PP nacional no entiende a sus correligionarios en las islas. El día menos pensado Manuel Domínguez dará un golpe en la mesa y romperá la baraja con Madrid antes de dar el pertinente portazo.
Cuando eso suceda, el PP canario acabará hecho añicos y trasvasado en buena parte a Coalición Canaria, que lo subsumirá. Génova se lo está poniendo un huevo. Tan solo falta saber el santo día en el que Domínguez se harte de Feijóo definitivamente, aunque es fácil barruntar que será más pronto que tarde.
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