Postales desde la Frontera: un paseo entre España y Portugal por la raya del Miño

Tuy desde Valença. El Miño sirve de frontera entre España y Portugal.

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Un vistazo a la fachada rivereña de las ciudades de Tuy y Valença pone de manifiesto los siglos de desencuentros y amenazas de uno y otro lado de la frontera. El Puente Nuevo hoy permie cruzar de un lado a otro en apenas un minuto. La supresión de las fronteras administrativas permite ir saltando de una orilla a la otra sin ningún problema. Algo que se puede hacer desde ‘antes de ayer’. Una frontera es siempre una frontera. La primera vez que recorrimos de verdad Portugal fue hace mucho tiempo. Seguíamos una guía escrita en forma de libro de viajes que llevaba la firma del gigante José Saramago. Las palabras del inmortal iberista se tornaban amargas cuando se acercaba a las fronteras que separan estas dos realidades tan cercanas que son España y Portugal.

Tuy mira hacia Valença desde el Mirador de la Plaza de la Estrella, una antigua explanada artillera añadida sobre los lienzos de las viejas murallas medievales: en el lado gallego, las antiguas y las nievas fortificaciones han ido quedando ocultas por las casas y las nuevas calles (para ver los lienzos modernos hay que ir hacia el norte hacia el Paseo de la Familia Álvarez-Blázquez dónde puedes identificar baluartes, caminos de ronda y terrazas artilleras); pero hasta la bonita Catedral de Santa María de Tui (Plaza de San Fernando, sn) es una curiosa mezcla entre iglesia románica (siglo XII) y castillo de defensa. Esto que hablamos no es, ni mucho menos, una exageración. Lo que por dentro es un claustro precioso de líneas góticas muy primitivas, por fuera es una verdadera fortaleza con sus torres, sus almenas, sus atalayas… Una iglesia que, al igual que las viejas murallas, miran hacia el otro lado del río.

En el otro lado del río las precauciones son mucho mayores. Valença do Minho se hizo famosa hace ya algunas décadas por su pujante industria textil con precios sin competencia. Pero antes de las toallas aquí lo que se daba si hacía falta era plomo. Las Portas da Gaviarra dan paso a la espléndida Fortaleza da Valença. Las rayas entre España y Portugal son generosas en cuanto al catálogo de arquitectura militar. Y la Fortaleza e Valença, aunque no es de las más grandes, si es de las más espectaculares. La vieja fortaleza medieval se convirtió en una complicada maraña de fosos, baluartes y muros tras la ‘restauración’, que es como se llama aquí al proceso de la segunda independencia del país (siglo XVII). Hoy es el fuerte más importante del Alto Miño; a ambos lados de la raya, por cierto. Al contrario de lo que sucede en Tuy, aquí todos y cada uno de los elementos de la fortaleza están visibles y en perfecto estado: las casas, las iglesias, el viejo hospital, los palacios y las plazas quedaron recluidos por los muros creando un conjunto muy bonito de ver (del Recinto da Vila . Para comprar las toallas hay que irse a la nueva Valença.

La otra reliquia de los viejos tiempos es el Puente de Valença, que aún sirve para que el tren pase de un lado a otro. Este viejo puente de hierro forjado es una buena opción para cruzar el río a pie y ver lo que queda de las viejas aduanas. En un giro curioso de los acontecimientos, el antiguo puesto fronterizo portugués se convirtió en una escuela de música; En el lado español hay un centro de cooperación policial y una cafetería… Del lado español, la calle de acceso se llama Avenida de Portugal; y del lado portugués, Avenida de España.

Qué ver de lado portugués.- Más allá de dar un paseo por Valença do Minho otros puntos de interés cercanos a esta localidad que merece la pena ir a ver son los conjuntos de grabados rupestres del Monte dos Fortes y Tapada de Ousão (acceso por M-1050), con grandes paneles con espirales y diseños de círculos concéntricos, y el Monasterio de San Fins (acceso por M-1048), un sencillo pero precioso cenobio románico del siglo XIII que aunque está en ruinas es digno de verse (por sus restos y por el mismo entorno). Toda la zona en torno a estos lugares es un precioso monte con muchas rutas para hacer senderismo.

Un salto hacia el pasado en Santa Tegra.- La desembocadura del Miño es espectacular. Y el mejor lugar para verla en toda su plenitud es el Monte de Santa Tegra (del lado gallego). Desde el Mirador de Santa Tecla vas a poder ver como el río termina su camino en un entorno diametralmente opuesto en cada una de las orillas: de la salvaje ‘costa’ gallega donde el que llega prácticamente al agua, a los inmensos arenales de la Playa do Camarido en la parte lusa. Pero Santa Tecla es mucho más que estas vistas. Aquí puedes ver uno de los yacimientos arqueológicos más importantes de la Península Ibérica (y no exageramos para nada). El Castro de Santa Tegra (Subida al Monte de Santa Tegra) es uno de los mejores ejemplos de las llamadas culturas castreñas de toda la Península. Apenas se ha excavado una pequeña zona de lo que fue una verdadera ciudad con más de 3.000 habitantes que tuvo su periodo de esplendor desde el siglo IV AC hasta el cambio de era, cuando se afianza la presencia romana en la zona. El yacimiento es brutal. Puedes ver cientos de muros de cabañas circulares que forman una trama urbana densa. Puedes ver una buena parte de los materiales rescatados en un pequeño Museo Arqueológico. No dejes de visitar la Ermita de Santa Tegra que está junto al museo.

Las villas medievales del lado portugués.- La escasez de grandes poblaciones en la orilla gallega del Miño contrasta con la gran densidad de población que puedes ver en la zona portuguesa del tramo bajo del río. Hay una verdadera sucesión de pequeños pueblos y villas que culminan en la Playa de Camarido. Nosotros aconsejamos prestar atención a dos lugares y algún detallito ‘fuera de ruta’. La primera de las poblaciones que merecen una parada es Vilanova de Cerbeira. El hito más importante de este pueblo es el Castelo (Largo de São Sebastião, 1), una curiosa estructura medieval de planta circular en cuyo interior se construyó un pequeño pueblo. A dos pasos, e ideal para dar un descanso a los niños, está el Acuamuseo del Río Miño (Avenida dos Pescadores, sn) un curioso acuario centrado en la fauna del río y en los valores históricos y culturales del mismo a lo largo de los siglos. Está muy bien montado.

La segunda de las poblaciones que te recomendamos visitar es Caminha, una ciudad muy importante en el Camino Portugués. Aún hoy, el transbordador que une este pueblo con la orilla española es uno de los puntos de paso obligados de la ruta jacobea y durante la Edad Media era algo así como una importante estación de servicio para los peregrinos. Los grandes hitos históricos que hay que ver aquí son la Iglesia de la Asunción (Largo da Matriz) que no sólo es muy bonita sino que tiene una larga historia vinculada al Camino; la Torre del Reloj (Praça do Conselheiro Silva Torres) que también servía de puerta de entrada al recinto de las murallas; el Castillo y sus baluartes (Direita 125) y, sobre todo, toda la movida que se forma en torno al cruce de los peregrinos. Si llegas hasta aquí no dejes de acercarte a la Playa de Camarido. Es muy bonita y las vistas sobre la desembocadura del río también son dignas de verse aunque uno esté a ras de agua. El Puente Románico de Vilar de Mouros (Estrada da Ponte –Vilar de Mouros-).- Para llegar a la pequeña aldea de Vilar de Mouros hay que dar un pequeño rodeo pero ver este puente del siglo XIV merece la pena: está considerado como uno de los puentes medievales mejor conservados del país y es monumento nacional.

Fotos bajo Licencia CC: Adolfo Enríquez; Sergei Gussev; Julio Román Fariñas; Pedro; Vitor Oliveira

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