ENTREVISTA

David Baute, Premio Goya: “Trato de acercarme a un cine creativo pero que tenga trasfondo social, sin ser un panfleto”

El realizar David Baute, posando con su premio Goya.

Alberto García Martín

20 de marzo de 2025 06:01 h

1

Creo que no sería demasiado osado decir que David Baute (50 años), director y productor de cine, es un activista cinematográfico. Un tipo honesto y sensible que usa la cámara para mostrarle al mundo los padecimientos de tantos seres humanos. No es una pose, lo notas a poco que hables con él, que trae el Goya recientemente recibido porque se lo he pedido para la foto que ilustra esta entrevista. Lo notas y no puedes evitar preguntarle por ello, por cuál es su mayor motivación, si los reconocimientos cinematográficos o el poder ayudar a cambiar las cosas. Uno se lo pregunta sabiendo de antemano la respuesta. David, cineasta y uno de los directores del reconocido festival Miradas Doc, es un tipo sencillo y cercano. Es de Garachico, un pueblo del norte de Tenerife, como mencionó en su discurso en los Goya. Es tan de Garachico que nació allí porque su madre se puso de parto y no había tiempo de llegar a un hospital.

Su película Mariposas negras, que ha recibido los premios Forqué, el premio Goya, que ha sido celebrada en diferentes festivales internacionales de clase A y que compite en breve en los Premios Platino, habla, a través de la técnica de la animación, de tres mujeres reales que han tenido que migrar de sus países por razón del clima. Son migrantes climáticas, un estatus no reconocido aún por los organismos internacionales.

¿Cómo es la vida después del Goya?

Pues mira, me ha cambiado bastante, no tanto en lo personal, intento seguir haciendo las mismas rutinas de toda mi vida, con los niños, con los amigos, con la familia y porque yo soy muy de quedarme también en mi casa, en mi entorno; pero sí en el sentido de que me llama todo el mundo a todas horas para asistir a sitios y al final llevo un mes o mes y medio que llevamos desde el Goya que no me da tiempo realmente de ponerme a hacer mi trabajo con los asuntos de mi productora, pero sí, luego hay algo como muy bonito en todo esto y es la gratitud de la gente, ves a todo el mundo alegrándose. En cualquier sitio que vas todo el mundo como con ganas de compartir ese cariño que salió de no sé dónde porque sinceramente yo pensé que lo de los Goya era algo como que, bueno, los veíamos la gente del cine y alguien más, pero se ha hecho como un fenómeno que trasciende más allá de la gente del mundo del cine y aquí en Canarias ha sido como algo que ha vivido mucho la gente, e interiorizado como suyo y para mí eso es lo más bonito. En mi pueblo hasta tiraron cohetes y era una fiesta y yo me alegré pero claro ahora el tema es cómo devuelvo todo eso porque yo llegué ese día a Garachico y  todo el mundo súper contento y vaya donde vaya... salí en Carnavales y todo el mundo diciéndome ¡el Goya! (Risas).

¿Y tú crees que eso a lo mejor tiene que ver con la canariedad, con la condición insular, que aquí desde la periferia nos llena más de orgullo que los nuestros consigan estos éxitos?

Yo creo que sí, que somos así los canarios, porque yo a otros compañeros que han ganado el Goya no les ha pasado esto porque lo hemos hablado y están alucinando con todo lo que está pasando aquí, yo creo que es algo más nuestro, de los canarios, o sea a mí me ven como alguien que forma parte de la sociedad, lógicamente, soy una persona que vive en un pueblo, en una familia...  porque hay cineastas que viven en su mundo pero yo siempre me he relacionado con toda la gente y en los eventos que hacemos y todo esto, entonces bueno, siempre he tratado de compartir todo lo que hago y a lo mejor por ahí el canario como que es muy receptivo con eso.

Has ganado el Forqué, el Goya, ahora estás nominado a los Premios Platino, ¿crees que los galardones recibidos ayudarán a poder levantar los próximos proyectos?

Yo estoy viendo qué pasa con eso, es verdad que ha servido para que la película se vea más, porque ha vuelto a reactivarse en las salas de cine, que han vuelto a pedir la película; entonces, claro, se ha generado una segunda vida con la película que ya eso está bien. Hay un interés importante por ejemplo por parte de la comunidad educativa, a nivel nacional, no solo de Canarias, por llevar esta película a los colegios. O sea, los premios al final te dan una visibilidad que no te lo da otra cosa, eso está claro; ahora, si me ayudarán en próximos proyectos es lo que tengo que empezar a ver. Yo creo que algo te ayudan porque a ver, cualquier cineasta tiene que empezar una película de cero y a ver si la financia y a ver si no, pero no es lo mismo ir con una serie de premios, que ir sin tener ningún tipo de trayectoria, entonces yo creo que algo ayudará.

¿Por qué cree que la película está funcionando tan bien en el circuito de premios?

Yo tenía dos dudas con esta película, una que funcionara primero para el público, de eso me di cuenta en Annecy, que fue el primer festival donde la tuvimos, porque el público llenaba la sala y luego venía incluso cuando terminaba la película a abrazarse a nosotros, a expresarnos sus sentimientos, la película les había generado algo dentro, les había conmovido más allá del tema de conciencia que eso es otra cuestión, y entonces empecé a ver que el público la recibía muy bien.

La película empezó a moverse por festivales internacionales más o menos bien, la verdad, tuvimos una buena aceptación en festivales internacionales: La Habana, Mar de Plata, en la India... entonces, bueno, pues empezamos a ver que funcionaba ahí y luego nos quedaba ver lo de los premios, sobre todo los premios nacionales porque es verdad que los premios también se mueven en función a que todo el mundo se conoce... o por regiones, porque funciona así también... oye, existe una película aragonesa, pues los aragoneses la apoyaremos... igual que si hay una película canaria, pero claro, los académicos canarios somos tres, pero, sin embargo, funcionó, la película les llegó. Yo creo que la vieron y entendieron que era una película que respondía a lo que hoy en día creo que busca un poco el votante medio de los Goya, que es algo de cine independiente con unos valores sociales detrás y que lógicamente en lo artístico también esté bien.

¿Cree que los Goya se están decantando hacia un cine más de autor, más comprometido? Porque, por ejemplo, su película le ganó a pelis muy grandes… ¿Cree que se está produciendo ese cambio?

Sí, yo creo que lo está habiendo, yo creo que sí, porque hay mucha gente que ha entrado en la Academia que es más joven, que ha entrado en el cine últimamente. Antes yo creo que iba todo más dirigido a grandes a producciones de grandes productores o productoras de España, pero sí que hay una mirada por ahí como un poco más hacia encontrar otro tipo de cine. Igual ya no se generan tanto esos lobbies, sino que la gente busca ver lo que le sugiere la peli y, si desde el punto de vista narrativo y desde el punto de vista visual les funciona, pues yo creo que acaban votando eso.

El guion se basa en una idea original suya, ¿cómo le surgió la idea de la película?

Surge primero porque, bueno, yo dirijo al Festival de Cine Medioambiental de Canarias y toda la vida he estado vinculado con temas medioambientales. Hasta ese momento había visto cómo se trabajaba la cuestión climática, pero quizás más vinculado con temas científicos, pero no sabía qué ocurría con el ser humano, y por ahí empecé a ver qué estaba sucediendo. Y, por otro lado, la migración. Empecé a mezclar esos dos conceptos de migración y cambio climático a ver qué pasaba y por ahí tuve la suerte de tener una beca de National Geographic y poder ir a investigar a estos lugares. De hecho teníamos un abanico muy amplio porque podíamos investigar en todos los lugares que quisiéramos, pero detectamos tres cuestiones por las que la gente emigraba que básicamente son la desertificación, la subida al nivel del mar y el fenómeno de los huracanes que se está volviendo muy creciente por el calentamiento del mar, así que empezamos a trabajar en el terreno lo que estaba ocurriendo.

No es demasiado común ver un largometraje de animación tan cercano al espíritu del documental, ¿se planteó en algún momento, cuando empezó a trabajar en el guion, hacer la película en formato documental o en acción real? ¿O tuvo claro desde el principio que debía ser una película de animación?

No, no tuve nada claro, o sea yo quería hacer un documental porque es lo único que he hecho siempre, a mí me gusta ir a lugares y conocer gente y saber más de ellos y entonces quedarme en esos espacios un tiempo y tratar de ir grabando y ver que surge de ahí y para mí suele ser cómodo trabajar así.  ¿Qué pasó? Que había una parte importante de estas historias que yo no había podido rodar; entonces, claro, tenía ahí dos opciones: o ficcionaba, pero yo no me sentía nada bien dirigiendo actores porque creo que no sé hacerlo, o utilizaba la herramienta de la animación con lo cual podía seguir haciendo ese documental con técnica de animación. Al principio me costó la decisión, pero al final también pensé en el público. Digo: eh, igual una película de animación llega a mucha más gente y yo quería llegar mucho a la gente joven por el tema de concienciar sobre lo que estaba ocurriendo. Es un mundo que desconocía totalmente y todavía creo que sigo desconociendo, pero donde podía fluir algo muy interesante, entre lo que yo aportara desde el documental y lo que los animadores me aportaron a mí desde la animación y ahí hicimos un trabajo de desarrollo súper bonito.

Se trata de una película sin concesiones, ¿debatió mucho con la guionista, Yaiza Berrocal, si dejar más espacio para la esperanza?

Lo que pasa es que yo creo que estamos en un punto en el que hay que ser ya muy directos con el mensaje. A ver, lo que pasa que las historias fueron esas y las historias no de ellas sino de miles y miles de mujeres. El problema es que esta gente lo pierde todo y tienen que marcharse de su hogar, de su entorno, acaba en la calle y luego no tienen ningún tipo de protección social ni cobertura porque el migrante climático no está reconocido, entonces la vida que les espera es la calle, peor de lo que te puedas imaginar porque en la calle suele ocurrir que las mujeres acaben siendo prostitutas y que los niños sean utilizados para lo que sea, y eso cómo lo suavizas... 

¿Cree que una película como esta podría ayudar a cambiar las cosas a nivel político o se conforma con generar conciencia en el espectador?

No, yo no me conformo con generar conciencia. Yo creo que los jóvenes o los niños son los que dentro de unos años ocuparán los puestos políticos o de la gerencia de grandes empresas. Si esos niños o esos jóvenes están más o menos concienciados, claro, realmente eso lo llevarán a la práctica y el mundo será más habitable y tendremos otro tipo de planteamientos.

Yo creo que ese tipo de cosas a usted le producen más satisfacción que los éxitos cinematográficos.

Ah, total, los premios han llegado y creo que yo tampoco los he terminado de sentir del todo. Yo donde me alegro es en los procesos de hacer cine, en el desarrollo y en que luego esas películas generen algo y yo soy igual de feliz cuando tengo un pequeño proyecto en mi pueblo con los niños a nivel cultural o medioambiental que recibiendo un Goya.

Cuando uno se plantea una película como esta, animación para adultos, con un trasfondo social, como productor, ¿ha de pensar en términos comerciales, en retorno de la inversión, beneficios, o ya espera de entrada que tenga un recorrido más festivalero?

Es difícil porque en estas películas no te encuentras nunca ni a un agente de ventas ni un distribuidor que pueda mover esa película, entonces ya te cuesta la financiación también. Sin embargo, una animación infantil tiene toda la financiación del mundo porque la necesitan las plataformas, las televisiones... A una para adultos le cuesta mucho financiarse, entonces nosotros cuando nos planteamos al inicio qué hacemos... Queríamos hacer nuestra película y luego, si se puede ver y se puede distribuir, genial, pero si no, tenemos que hacer nuestra película con nuestros valores y nuestra ética y nuestro compromiso y concesiones cero a la industria. 

¿Fue difícil encontrar a otros productores que quisieran hacer un cine como este, digamos “puro”?

Era difícil porque además yo sabía que para hacer algo de animación tenía que aliarme con gente que hubiera hecho animación a un nivel algo comercial porque si no estabas haciendo algo con gente que no sabía nada, como yo, pero yo me fijo primero que nada en Edmon Roch, que es el productor de Atrapa la bandera, de Tadeo Jones. Él es una persona muy especial y cuando recibió la noticia me llamó y me dijo “quiero hablar contigo” y quedamos a la semana en Madrid y le conté la historia y me dijo: “Yo nunca he hecho esto, una película de animación para adultos de tema social, pero quiero hacerlo, o sea, lo que me estás contando tú necesita ser contado” y claro, eso fue lo que abrió todo el camino a la película. Si ese momento no llega hubiera sido muy difícil porque yo desde una productora pequeña de aquí no puedo levantar la financiación que se necesita para una película de este tipo, es imposible. 

Un creador con una conciencia social tan marcada como la suya, ¿se plantearía hacer un cine, digamos, más ligero?

Es que no sabría, yo creo que no podría, no sabría hacerlo porque mi vida funciona a base de compromiso, o sea, en el día a día. No ya en el cine sino en el día a día y siempre estoy involucrado con temas sociales, medioambientales... en lo pequeño, en mi pueblo, en mi calle, a veces en mi casa. Ese “cine útil”, que decían los italianos, no tiene que estar reñido con el cine creativo, no. O sea, tú puedes hacer un cine que despierte cierta conciencia, pero cuidando la parte de guion la parte visual, cuidando todo, y trato de acercarme a un cine creativo, pero que tenga algo de trasfondo social, sin ser un panfleto, lógicamente, porque hoy en día huimos bastante de eso, pero sí que tenga alguna condición debajo que tú digas “esto tenemos ganas de contarlo”. La semana que viene estrenamos Sugar island, que es una película de Joane Gómez rodada en Dominicana sobre los haitianos que trabajan en esos ingenios de azúcar y que están desprotegidos socialmente y que cuando terminan su vida laboral, de estar cortando caña durante 50 años, de repente los dejan en la calle y ya no tienen derecho a nada, ni a nivel social ni a pagas ni a casas ni nada. Al final todas esas historias son las que te mueven.

Etiquetas
stats