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Entrevista

Joanna Quinn, directora de películas de animación: “Gran Bretaña es más racista tras el Brexit y todo está peor”

Joanna Quinn, en su mesa de trabajo

José Luis Estévez

18 de marzo de 2025 06:00 h

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La cineasta británica Joanna Quinn (Birmingham, 1962) fue la madrina e invitada especial de la tercera edición del festival de cine de animación Imaxinaria de A Coruña, que concluyó este domingo tras reunir a figuras destacadas de este campo de distintas partes del mundo. Quinn es una auténtica leyenda dentro de la animación mundial y sus trabajos han obtenido numerosos premios internacionales como el BAFTA y el Emmy, además de contar con tres nominaciones a los Oscars: The Wife of Bath (1988), Famous Fred (1996) y Affairs of the Art (2021). Su personaje Beryl, que nació en 1988, se ha convertido en un icono feminista, aunque ella explica que tampoco hay que tomárselo tan en serio. En todo caso, muchas mujeres pueden verse reflejadas en una protagonista que escapa del canon de belleza que acompaña a la mujer en el mundo del cine y que solo trata de cumplir sus sueños, por muy locos que sean. 

Quinn se declara fascinada por el trabajo de mujeres como Haneen Koraz, que es capaz de impartir talleres de animación para niños en medio de una Gaza arrasada por la guerra. Además, ve con optimismo que haya películas de presupuesto muy escaso que derrotan a los grandes estudios internacionales hasta en competiciones al más alto nivel como los Oscars. En asuntos como el Brexit, la cineasta británica ha detectado un incremento del racismo en la sociedad de ese país tras la salida de la UE y un deterioro de servicios públicos como la sanidad por la salida de Gran Bretaña de miles de enfermeros que han vuelto a sus países y no han sido sustituídos. 

¿Por qué se interesó por el cine de animación? ¿Qué ventajas ofrece para expresarse respecto al cine convencional?

Cuando empecé, lo que me interesaba era cómo dar movimiento a mis dibujos. Cuando descubrí la animación en un curso de diseño gráfico me di cuenta que eso era lo que necesitaba. Se me abrió un nuevo mundo, porque yo realmente no estaba interesada en hacer cine con personajes reales: lo que buscaba era dar vida a mis dibujos, era como jugar a ser Dios en cierto modo. 

El personaje de Beryl nace en 1988 y se ha convertido en la gran protagonista en su obra. ¿Qué buscaba contar a través de ella cuando comenzó y cómo ha evolucionado a través de los años?

El personaje nace trabajando con mi compañero Les Mills (su socio y coguionista). Él procede de la working class mientras que yo soy más de familia de clase media londinense, pero ambos queríamos contar historias sobre gente común haciendo cosas extraordinarias. Beryl es la tipica mujer invisible de clase media que todavía tiene deseos y quiere conseguir cosas. Creo que el hecho de que sea una mujer común que hace cosas extraordinarias resulta sorprendente para el público. Siempre hemos tratado de hacer películas que contaran historias y el personaje de Beryl tiene algo de político por el hecho de presentar a una mujer como alguien fuerte que hace cosas. Hasta que llegué a la universidad, yo siempre dibujaba personajes masculinos. Cuando empecé a interesarme por la política y por el feminismo, me pregunté por qué nunca dibujaba a mujeres. Ahí fue cuando empecé a hacerlo y surgió Beryl. Era más fácil dibujar a personajes de hombres con personalidades fuertes y, sin embargo, no me resultaba tan fácil con mujeres, pero comencé a hacerlo. Podríamos decir que fue una decisión consciente: dibujar a una mujer real y que resulte creíble. 

A lo largo de su larga trayectoria, en el mundo de la animación ha habido una gran revolución tecnológica que ha cambiado mucho a la industria. ¿Cómo ve esa evolución a la que últimamente se ha incorporado la Inteligencia Artificial? 

Soy optimista, he visto trabajos increíbles que se han hecho con inteligencia artificial y que no podrían haberse hecho sin ella. Sin embargo, esta tecnología también nos lleva a cuestionarnos lo que es verdad y lo que no. Está pasando algo similar a lo que ocurrió con el photoshop en fotografía. Esto supuso que la realidad comenzó a ser cuestionada porque esta herramienta permitía hacer cambios en las imágenes y alterar la realidad, ahora pasa algo similar en el mundo del cine. Pero la llegada de la IA no me preocupa tanto por sus efectos en el cine como por lo que está afectando a la vida en general. Me preocupa, por ejemplo, que mis estudiantes utilicen demasiado la IA, incluso para construir los guiones, y eso haga que no afronten el desafío que supone escribir una historia. Y por supuesto me preocupa que la IA pueda afectar mucho al empleo. Personalmente, no me afecta demasiado la IA porque voy a seguir trabajando del mismo modo. En mis películas, todos los dibujos se realizan a mano y, obviamente, después empleamos la tecnología para realizar la animación, el montaje... No tengo problema en que se use la tecnología para ayudar en las tareas posteriores, pero al principio siempre está el trabajo manual. 

La animación europea siempre ha conservado un cierto perfil artesanal frente al carácter más industrial de la animación estadounidense. ¿Está en peligro esto por las nuevas herramientas tecnológicas o va a pervivir?

Por un lado, estoy algo preocupada por lo que puede pasar con la parte artística del trabajo, porque cuando corrijo los trabajos que encargo a mis alumnos encuentro que hay muchas similitudes entre ellos, seguramente porque los diseños han sido realizados con las mismas herramientas. Sin embargo, cuando voy a festivales de animación en distintas partes del mundo puedo ver muy buenos trabajos, realizados con técnicas muy distintas, experimentando nuevas cosas y eso es fantástico. Este año, por ejemplo, nos hemos encontrado con una película letona, Flow, hecha por un equipo pequeño de seis personas con un presupuesto escaso y que ha batido a los grandes estudios internacionales y sus megaproducciones en los premios más importantes (Flow, dirigida por Gints Zilbalodis, ha ganado el Oscar y otros destacados premios internacionales). En los últimos cinco años he visto en la Academia del Cine de Estados Unidos un deseo de contar con más películas de otras partes del mundo, hechas por gente de otras razas y tal vez estemos ahora viendo algunos resultados. También es cierto que ahora en la Academia hay más votos de países europeos y sudamericanos y tal vez eso esté haciendo que triunfen más producciones independientes. Creo que eso es muy esperanzador.  

En sus películas siempre ha tratado temas controvertidos, con implicaciones políticas. Hoy en día vivimos tiempos muy complicados con guerras como las de Gaza y Ucrania o todo lo que está pasando en USA con Donald Trump de nuevo en el poder. ¿Sigue teniendo el cine en general y la animación en particular el poder de llamar la atención al público sobre lo que está sucediendo en el mundo?

Creo que sí, de hecho una de las cosas que estoy haciendo en la actualidad es tratar de apoyar que se siga haciendo cine de animación en Gaza. Conozco a una mujer de Gaza, Haneen Koraz, que está haciendo talleres de cine allí con niños, con personas discapacitadas y están haciendo cortos que publico en mi página de Instagram. Y es increíble, porque crean historias divertidas y llenas de humanidad en medio de aquel desastre. Me doy cuenta de lo importante que es el trabajo que ella está haciendo porque está realmente cambiando el mundo a través de la animación. A veces me enfado por alguna cosa, pero me doy cuenta de que eso no sirve para cambiar nada y, sin embargo, lo que ella está haciendo en Gaza consigue realmente cambiar las cosas porque hace que el mundo sea mejor para la gente que está sufriendo. Este tipo de cosas mantiene tu espíritu en alto cuando todo parece estar derrumbándose. Hay motivos para la esperanza con esto que sucede en medio de la catástrofe. 

Su personaje Beryl se ha convertido en un icono feminista, ¿como ha evolucionado el personaje en estos años donde las demandas de las mujeres han ido cambiando a medida que se conseguían más derechos para ellas?

En las distintas películas que he hecho con Beryl de protagonista ella siempre luchaba por conseguir algo y siempre fallaba. Sin embargo, en la última película ella consigue su objetivo y llega a convertirse en artista e incluso usa a su marido como modelo, con lo que se logra dar la vuelta a la situación que solía ser habitual en el arte. Me resulta difícil hablar de grandes cuestiones sobre la mujer a través del personaje de Beryl porque ella no deja de ser un personaje, una construcción. Cada vez se ha hecho más compleja y lo interesante para mí es ir explorando distintos aspectos de su personalidad, sus sueños, sus errores, etc. 

¿Qué está pasando en Gran Bretaña después del Brexit, especialmente en el mundo del arte y la cultura?

Es un problema sobre todo porque está alentando el racismo y desde luego podemos decir que Gran Bretaña es un lugar más racista después del Brexit. En el campo del cine de animación, antes del Brexit, en los estudios trabajaba mucha gente de otras partes de Europa y ahora es más complicado que puedan venir. A mí no me afecta demasiado personalmente el Brexit, además tengo la nacionalidad irlandesa, pero si hablas con la gente te das cuenta de lo horrible y estúpida que fue esa decisión. Había gente que pensaba que el Brexit podía mejorar algunas cosas pero ahora se está viendo que no era así, especialmente en campos como la sanidad, que ahora funciona peor ya que había muchas enfermeras que venían de Europa y muchas de ellas se han ido. Lo mismo ha pasado en otros sectores, no ha habido reemplazo para estos trabajadores y todo está peor. Se ve en la gente, nadie está feliz. En los primeros años del Brexit apenas se hablaba del tema en los medios, porque los políticos no querían ir en contra de lo que la gente había votado, pero ahora se empieza a hablar de ello. Me da pena sobre todo por los más jóvenes, que no van a tener tantas oportunidades de irse a estudiar o trabajar fuera ahora que ya no pertenecemos a la Unión Europea.

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