La UE se conjura para garantizar a Zelenski la ayuda militar pese a las exigencias de Putin a Trump

La Unión Europea observa, al menos de momento, cómo se van sucediendo los acontecimientos que le interpelan de forma directa sobre el futuro de Ucrania. También el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, ha sido un espectador de las negociaciones entre Donald Trump y Vladímir Putin, que generan una enorme desconfianza en Europa. Por el momento, se impone la cautela, pero el mensaje que envían los dirigentes europeos es nítido: no se aceptan condiciones previas del mandatario ruso para una negociación de paz. Y eso incluye el rechazo a la exigencia del Kremlin de que Occidente pare la asistencia militar a Ucrania.
“Hemos estado apoyando a Ucrania desde el primer día, y seguiremos apoyando a Ucrania ahora, en futuras negociaciones y especialmente en tiempos de paz, cuando Ucrania se convierta en Estado miembro de la Unión Europea”, respondió el presidente del Consejo Europeo, António Costa, a la pregunta de si la UE estaría dispuesta a dejar de suministrar armas a Zelenski en pro de las conversaciones. La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, secundó las palabras de Costa.
El día anterior, tras la llamada entre Trump y Putin, Moscú había impuesto “el cese total del suministro a Kiev de ayuda militar e inteligencia extranjeras (...) para evitar una escalada del conflicto y avanzar hacia su resolución por medios políticos y diplomáticos”. A pesar de las dudas que genera en la UE esa negociación bilateral, Costa aseguró que es un “paso” hacia la paz. Después de hablar con Zelenski, que ha aceptado el acuerdo de alto el fuego de mínimos, Costa ha vuelto a poner en valor la negociación de Trump, pese a los recelos iniciales: “Detener los ataques a las infraestructuras energéticas y civiles sería un primer paso real e importante hacia el fin de la guerra”.
Estados Unidos y Ucrania acordaron en su reunión de la semana pasada en la ciudad saudí de Yeda reanudar la asistencia militar y el intercambio de inteligencia, después de la suspensión decretada durante aproximadamente una semana por Washington para presionar a Kiev para que aceptara su propuesta de alto el fuego sin garantías de seguridad.
“Si [Putin] dice que debemos frenar el apoyo a Ucrania, se verá reflejado en las conclusiones de la cumbre exactamente lo contrario”, señalan fuentes diplomáticas sobre la reunión de los líderes de la UE que se celebra en Bruselas este jueves.
Y es que el mensaje que llega de la inmensa mayoría de capitales europeas, a excepción de Budapest y a pesar de la división respecto al nuevo paquete de ayuda de 40.000 millones de ayuda a Ucrania que ha planteado la jefa de la diplomacia europea, Kaja Kallas, es que el canal de ayuda seguirá en el corto, el medio y el largo plazo.
Esa es una de las señales que da también el Libro Blanco de la Defensa que ha presentado la Comisión Europea este miércoles y que pretende ser la hoja de ruta que “prepare” a la UE para su seguridad y defensa autónomas de aquí a 2030, según la fecha que puso Von der Leyen. “Ucrania se merece un apoyo militar continuo para defenderse de la agresión militar y para asegurar que puede defenderse en el futuro”, señala el documento.
La UE no solo pretende mantener esa asistencia militar a Ucrania al margen de cualquier negociación de alto el fuego o proceso de paz, sino que además “la Comisión promoverá la integración de la industria de defensa ucraniana en el mercado único, apoyará la extensión de los corredores de movilidad militar con Ucrania y explorará el acceso de Ucrania a los servicios gubernamentales espaciales de la UE”. La idea es integrar a Ucrania en el mercado único de la defensa al mismo tiempo que se avanza en su anexión a la UE.
“Las necesidades de defensa de Ucrania seguirán siendo elevadas mucho más allá de cualquier alto el fuego o acuerdo de paz a corto plazo”, sostiene el Libro Blanco de la Defensa. En este sentido, se establece que “Ucrania seguirá estando en primera línea de la defensa y la seguridad europeas, y es el teatro clave para definir el nuevo orden internacional”. La UE define su plan para Ucrania como una “estrategia puercoespín” que sea “capaz de disuadir cualquier posible nuevo ataque y garantizar una paz duradera”. “Así pues, es imperativo que la UE y sus Estados miembros aumenten urgentemente su ayuda militar a Ucrania”, concluye.
Un 65% de los préstamos para el 'Made in Europe'
Y la amenaza de Rusia es lo que subyace en la ‘economía de guerra’ que está desarrollando la UE. Aunque es un modo en el que lleva retóricamente desde la invasión de Ucrania en 2022, la vuelta de Donald Trump a la Casa Blanca ha hecho a los líderes europeos pisar el acelerador. Ursula von der Leyen les ha presentado un ‘plan de rearme’ para gastar 800.000 millones de euros en los próximos años. La Comisión Europea ha avanzado en los detalles de esa propuesta, que fundamentalmente descarga en los presupuestos nacionales esos costes a través de una flexibilización de las reglas fiscales para que el aumento del 1,5% del PIB (unos 650.000 millones) en defensa no compute a la hora de evaluar el déficit y la deuda, y unos préstamos por valor de 150.000 millones que deberán ser al menos un 65% de producción ‘Made in Europe’ (UE, países del Espacio Económico Europeo y Ucrania).
“El coste de los componentes originarios de la Unión, de los Estados EEE-AELC o de Ucrania no podrá ser inferior al 65% del coste estimado del producto final. Ningún componente procederá de otro tercer país que contravenga los intereses de seguridad y defensa de la Unión o de sus Estados miembros”, señala la regulación SAFE con la que Bruselas ha diseñado la herramienta legislativa para el desarrollo de la industria de defensa europea.
La Comisión Europea abre la puerta a que se unan países con los que la UE tiene acuerdos de seguridad (Noruega, Moldavia, Japón, Corea del Sur, Macedonia del Norte y Albania), así como los candidatos a sumarse al club comunitario. Reino Unido se queda por el momento fuera, a pesar de que la colaboración en seguridad es una de las claves de la nueva relación tras el Brexit. “Estamos trabajando en tener este partenariado con Reino Unido y espero que en la cumbre de mayo podamos tener resultados”, ha explicado la jefa de la diplomacia europea, Kaja Kallas.
No obstante, el requisito ‘Made in Europe’ será vinculante solo para las compras que se articulen en torno a esos préstamos impulsados por la Comisión Europea. Por ejemplo, lo que compren los países por su cuenta no tendrán ese condicionamiento. Fuentes diplomáticas apuntan que economías saneadas como la holandesa, que pretende pedir esos préstamos auspiciados por la Comisión Europea, comprarán equipamiento a países terceros, como cazas F35 a EEUU.
En borradores anteriores del Libro Blanco de la Defensa se establecían unos “principios” a la hora de llevar a cabo las compras nacionales que pasaban por primero buscar soluciones en la UE; negociar con proveedores europeos, posiblemente con el apoyo de la UE, para reducir los precios y los plazos de entrega garantizando al mismo tiempo el nivel de rendimiento necesario; y, en caso de que no haya solución dentro del club comunitario, agruparse varios Estados miembros para “consolidar su demanda hacia empresas de terceros países con ideas afines”. Pero eso ha desaparecido de la redacción final.
Otro de los requisitos para acceder a los préstamos es que participen al menos dos Estados miembros (o uno de ellos junto con Ucrania) y la Comisión Europea establece siete áreas preferenciales por las “brechas” que ha identificado en la industria: sistemas de artillería, defensa aérea y balística, misiles y munición, drones y antidrones, tecnología espacial, movilidad militar, ciberseguridad e inteligencia artificial.
Incentivos como la exención del IVA
Para movilizar la compra de armamento, Bruselas también plantea “incentivos”, como una exención temporal del IVA para ese tipo de productos que se adquieran de manera conjunta a través de esa reglamentación.
“Juntos somos más fuertes”, ha dicho la alta representante, Kaja Kallas, en la presentación de ese paquete de defensa: “Es más rápido y barato trabajar juntos”.
Pese al giro estadounidense y la insistencia en desarrollar la autonomía estratégica europea, el documento insiste en que la OTAN “sigue siendo la piedra angular de la defensa colectiva de sus miembros en Europa”.
En la UE, el debate sobre el aumento del gasto se ha convertido en el elemento central de las discusiones de los Gobiernos, que implican desde los líderes hasta los ministros de Defensa pasando por los responsables de Economía. A estos les corresponde elaborar las listas de parámetros que pretenden incluir como gastos en seguridad y defensa a la hora de que computen en la evaluación de las reglas fiscales.
España –que insiste en que “nada tiene que ver” la situación en los países del este de Europa fronterizos con Rusia respecto a los occidentales y del sur– quiere que el abanico sea lo más amplio posible y que no solo se tenga en cuenta el gasto estrictamente militar sino también la ciberseguridad, la protección de las fronteras, de las infraestructuras físicas o la preparación frente a emergencias derivadas de la emergencia climática, como sugirió Pedro Sánchez en un acto en Aragón.
En Bruselas no cierran la puerta a que se incluya la ciberseguridad de uso dual cuando el objetivo prioritario sea la defensa. Sin embargo, enfrían la posibilidad de que se incluyan inversiones relacionadas como las emergencias climáticas. “Normalmente, no es considerado gasto en defensa”, señalan fuentes comunitarias.
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