Eso, eso, ¿qué pasaría con La Palma que no la palma según la teoría del derrumbe de la isla bonita que no es lo mismo que el bonito derrumbe de la isla, teoría que Netflix ha vuelto a sacar a la luz? Yo, amante como el que más del cine de catástrofes, me las he visto todas, memorables son: El día de mañana, Tormenta perfecta, Lo imposible, Twister, Volcano, Armageddon, por citar algunas de mis favoritas, yo, insisto, le pido ahora a Netflix, para terminar de promocionar de una vez por todas a nuestra isla, que haga una secuela con un argumento que, modestia aparte, no tiene desperdicio: una parte de la isla se ha derrumbado sobre el mar etc., etc., pero el resto de la isla, podemos llamarla La Palma que no la palma, la semiPalma, La Palmita, aunque este nombre ya esté cogido, etc. Como consecuencia del desequilibrio provocado por el derrumbe el resto de la isla pierde pie y queda flotando sobre el mar, a merced de las corrientes, una especie de isla ambulante, vamos de aquí para allá llevados por las corrientes del Golfo, no por los golfos corrientes, que eso es otra cosa. Así que hoy estamos en aguas tropicales y mañana en aguas polares. Lo que queda del Cabildo organiza un comité científico para buscar un modo de navegar adonde nos venga en gana, según nos convenga. Forman el comité vulcanólogos, diseñadores, cantautores (me encantaría formar parte de este apartado), pescadores de lapas, plataneros, mecánicos e incluso ingenieros civiles. Y entre todos diseñan unas velas aerodinámicas y un motor fueraborda capaz de dirigir la isla a cualquier parte que se nos ocurra, convirtiendo lo que queda de La Palma en un emporio económico, turístico y científico. Elon Musk se domicilia en La Palma y aquí comienzan los problemas, que no voy a revelar a ustedes para no hacerles un spoiler. Bueno, les anticipo que Musk quiere en principio exportar setas palmeras a todo el universo, pero esto es sólo el comienzo de esta dudosa contribución personal a la promoción turística de La Palma.