Tenerife ante la mirada de la ciencia: ¿actividad anómala o señal de futura erupción?
La nueva reunión del Plan Especial de Protección Civil y Atención de Emergencias por Riesgo Volcánico (PEVOLCA) ha desatado interés y algo de inquietud en la sociedad tinerfeña: ¿qué está ocurriendo realmente bajo el majestuoso Teide? ¿Existe peligro de una erupción inminente en la isla? Las últimas investigaciones y los informes compartidos por organismos científicos como el Instituto Volcanológico de Canarias (Involcan) y el Instituto Geográfico Nacional (IGN) arrojan una respuesta que, si bien no descarta la actividad anómala, mantiene la calma oficial: a día de hoy no hay indicios claros de un proceso eruptivo próximo, aunque se constata un ligero aumento en las emisiones de gases y en la deformación del terreno.
Un volcán vivo con pasado eruptivo
Para poner la situación en perspectiva, conviene recordar que Tenerife es una isla volcánica activa, coronada por el Teide (3.715 metros), el pico más alto de España y uno de los volcanes más icónicos del Atlántico. El Teide, junto a su complejo volcánico (Pico Viejo y Las Cañadas), ha registrado múltiples erupciones a lo largo de su historia geológica. La última que afectó a la isla de forma significativa ocurrió en 1909, en la zona del Chinyero, al noroeste de Tenerife, si bien el propio edificio central lleva siglos sin erupcionar.
En el Archipiélago canario, la erupción más reciente tuvo lugar en La Palma, entre septiembre y diciembre de 2021, mostrando la capacidad de estos volcanes para despertar de forma rápida y a veces explosiva. Desde entonces, la sensibilización sobre la vigilancia volcánica en toda Canarias ha ido en aumento, con redes más densas de estaciones sísmicas, GPS y mediciones de gases.
El informe del PEVOLCA: “actividad anómala” sin alarma
El comunicado oficial tras la reunión del PEVOLCA ha sido claro: se ha observado un ligero incremento en diversos parámetros geofísicos y geoquímicos, pero, hasta el momento, todo se considera dentro de una “anomalía” que no presenta señales de inminencia eruptiva. ¿Qué significa esto en la práctica?
1. Sismicidad leve:
Los sismómetros distribuidos por el IGN en Tenerife muestran un discreto repunte de eventos volcánicos de magnitud baja, generalmente inferiores a 2.0. La mayoría de ellos se localizan a profundidades someras (por encima de los 10 kilómetros) o intermedias (10-20 km). No se ha detectado un enjambre sísmico concentrado que sugiera la ascensión rápida de magma.
2. Deformación milimétrica:
Los datos de las redes de GPS y las imágenes de satélite (InSAR) indican ligerísimas deformaciones en la zona de la caldera de Las Cañadas y en las dorsales de la isla. Hablamos de desplazamientos del orden de milímetros, que podrían ser atribuibles a cambios en la presión de fluidos hidrotermales o a pequeños aportes de magma en profundidad.
3. Emisión de gases:
Involcan, que monitorea puntos clave de emisión difusa alrededor del Teide, reporta incrementos tenues en CO₂ y en la relación isotópica de helio (³He/⁴He). Estos valores, aunque superiores a los de meses anteriores, no superan el rango que se ha registrado en otras fases de la actividad volcánica “normal”. En conjunto, el sistema parece estar mostrando signos de dinamismo, pero nada comparado con los claros precursores que se observaron en la erupción de La Palma en septiembre de 2021.
En síntesis, para el PEVOLCA, la palabra clave en Tenerife es vigilancia. Mantener la calma, pero seguir midiendo sin descanso. Como recalcan sus responsables, el hecho de que un volcán muestre estas anomalías no implica necesariamente una erupción inminente. Si llegase a producirse un cambio súbito con incremento más notorio de sismicidad, deformación y gases, el sistema de alerta está preparado para reaccionar con rapidez y avisar a la población.
¿Por qué hablamos de “anomalía”?
Un volcán activo como el Teide, que además cuenta con un extenso sistema hidrotermal, suele experimentar variaciones en su ritmo interno. El término “anomalía” se refiere a un estado que se desvía ligeramente de los valores de fondo habituales. Pero, según los científicos, estos pequeños desvíos entran dentro de la realidad de un volcán que está vivo y respira. La clave radica en cuán grandes y sostenidas se vuelven esas señales: la experiencia reciente —y traumática para muchos— de La Palma demostró que un alza súbita de la sismicidad y la deformación dio pistas claras de que el magma avanzaba hacia la superficie.
En Tenerife, por ahora, los indicadores están muy lejos de aquel nivel. Tanto el IGN como Involcan cuentan con instrumentación que trabaja las 24 horas, captando datos que luego se interpretan y comparan con modelos de referencia. Así, cualquier variación que exceda los umbrales establecidos encendería las alarmas.
Posibles escenarios de futuro
Los vulcanólogos contemplan diversos escenarios, que van desde un regreso a la normalidad de parámetros hasta una erupción, pasando por aumentos moderados de la actividad a medio-largo plazo. Aunque en la actualidad ninguno de ellos parece inminente, el consenso científico sugiere que, a largo plazo, es inevitable que Tenerife experimente nuevas erupciones. Las zonas más probables, por historial geológico, suelen ser las dorsales noroeste y nordeste, que han mostrado actividad en siglos pasados. Otra opción es el propio complejo central Teide-Pico Viejo, si bien una erupción en esa área podría implicar un mayor riesgo por su cercanía a núcleos turísticos y poblaciones del norte de la isla.
Aun así, es esencial subrayar que las erupciones en Canarias suelen dar señales previas claras, y que las autoridades han perfeccionado sus protocolos de alerta y evacuación. El recuerdo de la respuesta en La Palma, con información oficial casi diaria, está en la mente de todos los Canarios.
¿Deberían preocuparse los residentes y visitantes?
La preocupación es un sentimiento natural cuando se habla de volcanes activos. Sin embargo, en opinión de los expertos, no hay motivos para la alarma inmediata. Como apunta los vulcanólogos, “vemos un leve pulso de actividad, pero los indicadores están lejos de sugerir una intrusión magmática significativa”. Desde la institución reiteran que, gracias a la tecnología disponible y a la coordinación con el PEVOLCA, cualquier variación importante se detectaría con la antelación suficiente para tomar las medidas oportunas.
Mientras tanto, Tenerife continúa con su día a día, recibiendo turistas y preparando sus famosos carnavales con la atenta mirada del Teide al fondo. Los residentes siguen sus rutinas sin alteraciones, confiando en la ciencia y en la labor de los equipos de vigilancia, sabedores de que viven en una tierra volcánica cuyos latidos forman parte de la historia natural de las islas.
Conclusiones
El informe presentado por el PEVOLCA y la comunidad científica deja un mensaje claro: la ligera anomalía detectada no equivale a un riesgo eruptivo inminente. La isla de Tenerife, de tradición volcánica milenaria, se mantiene en un estado de normalidad vigilada. Si el magma empezase a abrirse paso de manera más agresiva, las señales sísmicas, la deformación de la superficie y las emisiones de ciertos gases se dispararían, algo que, por el momento, no está sucediendo. La experiencia y el moderno equipamiento de Involcan y el IGN permiten anticipar que, en ese hipotético escenario, la isla contaría con tiempo para organizar una respuesta coordinada.
Como toda tierra volcánica, Tenerife vive con la certeza de que, más temprano que tarde, la naturaleza podría abrir una nueva etapa en su paisaje. Pero la actual coyuntura, en palabras de los científicos, dista mucho de ser una cuenta atrás. De momento, la llamada a la calma y a la responsabilidad impera, mientras la ciencia sigue desvelando los complejos secretos que guarda el Teide en sus entrañas.
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