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Ortega y Gasset, Trump sangriento y la sumisión de las masas

Donald Trump, durante un discurso.

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Ortega y Gasset en su libro sobre La rebelión de las masas escribe sobre el hombre-masa que es carente de individualidad o responsabilidad social, alguien que toma sus ideas estereotipadas de los medios de comunicación. El hombre-masa no escucha nada, pero de todo opina. En lo privado y en lo público. Decía Ortega: “No hay cuestión de vida pública donde no intervenga, ciego y sordo como es, imponiendo sus opiniones” (hoy en España votantes de VOX).

Trump ha sido elevado al poder presidencial por los hombres y mujeres masa, los que consumen la ideas de los medios de opinión monopolizados por los oligarcas millonarios.

Y Trump hace el payaso y es aplaudido por esas masas que gozan del espectáculo sin pensar en las consecuencias de un presidente todopoderoso que enriquecerá a los millonarios y mantendrá sometidos y exprimidos social y económicamente a los amplios sectores sociales que trabajan para poder vivir.

En el marxismo las masas están en las clases más desfavorecidas, procedentes del proletariado industrial y el campesinado pobre. Sigmund Freud en su Psicología de las masas (1921) escribió sobre las características profundas de psicología colectiva y los efectos de la masa sobre la psicología del individuo.

El millonario viaja en auto de superlujo y el trabajador viaja apretujado en autobuses repletos de gente.

No pasa un día en que Trump no ocupe las primeras páginas con nuevos sensacionalismos criminales o ridículos. La cosa es ocupar la atención de sus ignorantes e iletrados votantes y recibir el aplauso de los grupos multimillonarios. Sus palabras y acciones están manchadas con sangre.

Un latinazo antiguo me parece aquí pertinente frente a un impertinente quien se cree presidente del mundo: Ecclesia abhorret a sanguine (La Iglesia aborrece el derramamiento de sangre). En tiempos ya remotos los sacerdotes eran los únicos que podían ejercer la medicina, ciertamente por caridad, pero en 1163, la Iglesia les prohibió la cirugía ya que por accidente podían matar al paciente. El Edicto fracasó en su propósito y se creyó que no aprobaba la cirugía.

Los grupos heterodoxos de los siglos XII y XIII había aumentado en gran parte de los pueblos de Europa, originando desorden en la paz social, y las autoridades gubernativas católicas arremeten contra los herejes con violencia, especialmente contra los cátaros y albigenses. Los príncipes cristianos como Ramón V de Tolosa, Simón de Monfort, Pedro II de Aragón, Luis VIII de Francia, Federico II, siguiendo la legislación represiva de su época, heredada de siglos anteriores, impusieron severísimas penas, incluso la de muerte, a los acusados de herejes.

También el pueblo llano e ignorante persiguió a los herejes, cometiendo toda clase de atropellos y crueldades; y no sólo contra los herejes, sino también contra los judíos. La masa popular entendía que los herejes eran enemigos a los que había que exterminar. Creencias medievales que se vienen repitiendo siglo tras siglo hasta nuestros días. El que no piensa como nosotros es nuestro enemigo y está bien exterminarlo o desterrarlo.

Volviendo al Ecclesia abhorret a sanguine hay que recordar que algunas “operaciones” estaban más cerca de la tortura que de la medicina- alguno de los pacientes se quedaba en la mesa de operaciones. Los barberos también practicaban la extracción de dientes y muelas, cosa conocida en las aldeas españolas hasta principios del siglo XX.

En nuestro trumpiano caso habría que aplicarle a sus políticas la católica prohibición de derramar sangre, pero como Trump no es católico hará oídos sordos.

El libro The Power Elite de C. Wright Mills fue un bestseller entre los demócratas e izquierdistas de los años 50 del pasado siglo. En España con la Dictadura clerical-fascista de Franco sólo lo pudimos leer bajo cuerda ya que estaba publicado en México por el Fondo de Cultura Económica en 1957 y no era accesible legalmente al público.

La tesis central era la existencia en los Estados Unidos de una élite que controlaba los recursos de las 3 grandes instituciones burocráticas o dominios sobre los que se asienta la Sociedad industrial capitalista. A saber, la Economía, el aparato militar y el Gobierno. Así, pues, la élite se constituye con “ricos corporativos”, “señores de la Guerra” y “dirigentes politicos”. Así de claro nombraba Mills a los poderosos, visibles e invisibles de la Sociedad.

Visión manipulada y limitada

Explicaba Mills cómo los ciudadanos /as corrientes están limitados al mundo cotidiano en que viven y trabajan, pero tanto ellos como sus vecinos y amistades se ven arrastrados por fuerzas y cambios sociales o políticos que están fuera de su alcance, y que las más de las veces no pueden comprender ni controlar.  

Sólo mandan unas minorías privilegiadas o élites. Como los medios de información están centralizados, algunos individuos ocupan posiciones desde las que se permiten mirar por encima del hombro al resto de hombres y mujeres corrientes. Tales individuos ocupan posiciones jerarquicas en las empresas y organizaciones importantes, así dominan el aparato del Estado y la organización militar, incluyendo la Policía.  Aquí una cita de Wright Mills que parece pesimista: “Cuanto más entendemos lo que está pasando en el mundo tanto más nos sentimos frustrados. Si nuestros conocimientos nos conducen a un sentimiento de falta de poder, de impotencia, entonces sentimos que vivimos en un mundo en que el ciudadano se convierte en mero espectador o actor forzado mal que le pese, y que nuestra experiencia personal es políticamente inservible y nuestra voluntad política en una pura ilusión”.

En cuanto al dominio político, Mills dice que “un reducido grupo de hombres se encarga de las decisiones hechas en nombre de los Estados Unidos”, y que son un reducido grupo de unos cincuenta hombres que ocupa los poderes ejecutivos del Gobierno. Y sus decisiones afectan a millones, tanto americanos como del resto del mundo.    

El que un millonario estafador como Trump haya ascendido a la presidencia no parecerá casualidad si se recuerdan algunos antecedentes presidenciales de Estados Unidos.  

En un artículo reciente en el canario InfoNorte Josefa Molina recoge y reproduce críticamente unas citas del libro de Adolf Hitler Mein Kampf (Mi lucha): la propaganda tiene que corresponder en su forma y en su fondo al nivel cultural de la masa y la eficacia de sus métodos deberá apreciarse exclusivamente por el éxito obtenido. En una asamblea popular no es el mejor orador aquel que espiritualmente se acerca más a los oyentes de la clase pensante, sino aquel que debe conquistar el alma de la muchedumbre“. O por ejemplo, ”el futuro del Movimiento nazi depende del fanatismo y hasta de la intolerancia con que sus adeptos sostengan su causa, como la única justa, y la impongan frente a otros Movimientos de índole semejante“. Es sabido que Trump leyó sugestionado la obra de Adolf Hitler y por eso no es de extrañar las semejanzas de estilo y oratoria.

LA SUMISIÓN DE LA MASAS

A sus seguidores no sólo no se les pide pensamiento libre o crítico, sino que se les exige la ausencia de pensamiento propio y la aceptación fanática y ciega de lo que dicen Trump y sus consortes.

El gesto de Elon Musk con saludo nazi sin vergüenza frente a un auditorio masivo y frente a las cámaras de televisión que lo retransmitieron a todo el país y al resto del mundo, ¿cómo interpretarlo y cómo digerirlo?

John Kelly su antiguo colaborador sostiene que Trump es fascista y que durante su anterior presidencia dijo que Adolf Hitler hizo cosas buenas y expresó sus deseos de “tener generales tan leales como los de Hitler.”    

Otra Trumptrastada

El Provoca-sedente Trump ha decretado sanciones contra jueces, empleados y colaboradores del Tribunal Penal Internacional por haber condenado dicha Corte “infundada e ilegítimamente a Estados Unidos y a nuestro aliado cercano Israel”. Trump condena a las personas y a sus familias. Curioso sentido de justicia el de Trump que condena a supuestos culpables, pero también a sus familiares. Eso no se acerca a normas de Derecho ni desde distancias galacticas, pero da muestras del ideario. Además es la primera vez que EE.UU. condena a un Organismo internacional.

El ministro israelí de Exteriores ha aplaudido las sanciones de Donald (no el pato, sino el patoso payaso) contra el Tribunal Internacional porque tal Tribunal condenó y ordenó orden de detención contra Netanyahu que es, según dice el sionista, el único gobierno democrático en Oriente Medio. Los USA e Israel, afirmó con una amplia sonrisa donde se podían ver sus dientes cariados y con manchas de sangre, son “dos florecientes Democracias, cuyos ejercitos se atienen estrictamente al Derecho Internacional”.

Por su parte, el Tribunal, con sede en La Haya ha condenado tal medida que pretende dañar “una labor judicial independiente e imparcial”.

El Rey de España encuentra llamativo eliminar el español

Pero, al fin de cuentas, yo no tengo derecho a decir nada ya que, como se sabe, Trump ha eliminado el español de la Web de la Casa Blanca. El español es la segunda lengua hablada en Estados Unidos, pero el omnipotente Trumposo que malamente sabe el inglés correcto ha decidido eliminar por decreto del mundo oficial el español, cosa que el actual Rey de España ha estimado “llamativo”, a lo cual yo añadiría que es “llameante” porque es echar más a las llamas del fuego del racismo.               

Si se añade que los Estados Unidos saquean practicamente las riquezas naturales de la Hispanoamérica, es del mayor cinismo que los trumposos anuncien que van a eliminar las “ayudas” económicas. Si eliminasen la explotación y el no pagar impuestos a los países explotados otro gallo cantaría. No harían falta esas “ayudas”. La británica BBC explica que Trump decidió cortar la “ayuda” y revisarla en 90 días, pero que no dio más información al respecto, y también según la BBC: Uno de los objetivos que dejó claro Trump tanto en su discurso como en sus acciones posteriores era cerrar las fronteras de Estados Unidos y frenar la emigración a ese país.“

Millones de hispanoparlates en USA

Sin embargo, con 35 millones de ciudadanos hispanoparlantes y unos 11 millones de migrantes de Hispanoamérica le va a ser difícil y le va a costar caro la prohibición del español.

El America First proclamado por Trump es en realidad “El multimillonario Blanco First”, ya que la America del Sur no ha sido -hasta la fecha- absorbida por los yanquis. Hay dos Americas: una al Norte y otra en el Sur.

Según el millonario y delincuente Trump (no olvidemos que fue sentenciado por los tribunales), el español es una lengua de pobres.

La idea de que el territorio ocupado por EE.UU. siempre habló inglés es falsa históricamente. E incluso en filas conservadoras y republicanas Jeb Bush, el contracandidato republicano a Trump, habló en español a sus votantes en el 2015.

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