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Opinión - España: una democracia atascada. Por Rosa María Artal

Ganadores y perdedores del año televisivo

Marta Peirano

La más llorada: Breaking Bad

Ya podemos decirlo: Breaking Bad, Los Soprano y The Wire son las tres mejores series de la historia de la televisión. El final de Walter White fue seguido de manera legítima por más de diez millones de personas y, con un retraso de hora y media, por el resto de la población seriedependiente, que ya no quiso hablar de otra cosa en toda la semana.

A diferencia de Los Soprano, cuyo final abierto todavía da lugar a todo tipo de especulaciones, el equipo de Vince Gilligan remató las cinco temporadas con tres entregas impecables que no dejaban hilos sueltos, exnovias intactas, familias desahuciadas ni cigarrillos de ricina pendientes (nunca volveremos a coger un sobrecito de Stevia sin sentir el aliento helado de la parca). Hasta colaron un sobrio homenaje a Centauros del desierto. Qué más se puede pedir.

La más esperada: Juego de tronos

¿Quién es la madre de John Snow? (“Una mujer, sin duda –le dice Tyrion Lannister–. La mayoría de ellas lo son”). Con un protagonista típicamente artúrico (un bastardo de origen equívoco con un lobo albino y mudo llamado Fanstasma y una espada con nombre y apellido), el insípido John Snow parece destinado a pacificar los siete reinos y salvarlos de la amenaza que crece al otro lado del muro, pero la verdadera magia de Westeros fluye de sus sanguinarias damas, con especial atención a Cersei Lannister, Arya Stark y Daenerys Targaryen, Mother of Dragons.

La serie más pirateada de la historia ha crecido con sus contradicciones. ¿Es un mundo medieval o posapocalíptico? ¿Ciencia ficción o fantasía? ¿Un festival de sangre con un desnudo frontal cada 20 minutos o la primera gran épica posfeminista?

La nueva temporada llega en 90 días, con tiempo suficiente para superar el estrés postraumático de la última boda.

La más inteligente: The Good WifeThe Good Wife

Bajo la inofensiva máscara de una serie de abogados, con la típica estructura de tres historias cruzadas (un caso y dos dramas personales, uno dentro y otro fuera de la oficina), se esconde una de las series más inteligentes y maduras de la parrilla. Y, contra todo pronóstico, la más geek: un número creciente de sus casos reflejan las complejidades técnicas y legales de proyectos como Google, Bitcoin o Anonymous.

También ofrece un retrato certero –a veces inquietante, a veces hilarante– de los humanos que manejan la tecnología que controla nuestras vidas y su impacto en todos los niveles de la jurisprudencia, como dos administradores de sistemas en un cubículo de la NSA escuchando conversaciones telefónicas entre abogados y clientes. Con un reparto estelar de actores rabiosamente atractivos que no parecen modelos de United Colors of Benetton y tienen más de 40 años más la dosis justa de melodrama.

La más divertida: ScandalScandal

¿Qué pasaría si todo el mundo supiera, salvo el propio presidente, que la presidencia ha sido amañada? ¿Por qué no puede divorciarse el presidente, como hace el resto de Norteamérica, y seguir siendo presidente? Después de afilar sus dientes en la azucarada pero popular Anatomía de Grey, Shonda Rhimes cruzó El ala oeste de la casa blanca con Dinastía, y le ha salido una de superhéroes. O, para ser más exactos, de gladiadores con trajes.

Pero qué trajes: Olivia Pope, la supercapaz, superpoderosa y supertraumatizada dominatrix en permanente estado de crisis, lleva el traje pantalón blanco como si hubiera nacido con él. Presidentes y becarias, políticos abusones, primeras damas cuyo puesto está por debajo de su capacidad y, sobre todo, un jefe de prensa tan formidablemente maquiavélico que el mundo se para cada vez que él aparece... Las peleas de Cyrus con su marido (este Maquiavelo es bisexual) son lo más divertido de la serie.

La más inesperada: Borgen Borgen

Si nos sorprende que una producción de la televisión pública danesa sobre las intrigas de su Gobierno, en versión original y con subtítulos en inglés, fuera a convertirse en la gran revelación de la temporada, es que no hemos visto la inquietante Forbrydelsen (The Killing) y no conocemos el complejo mundo de la Administración danesa. Dinamarca es un pequeño país tan estoicamente democrático que la mayoría de los partidos tienen que gobernar en coalición con todos los demás, generando alianzas contranatura y traiciones por doquier.

Borgen significa castillo, el apodo con el que los daneses llaman al palacio de Christiansborg, el lugar donde se concentran el Parlamento, la Administración y la Corte Suprema. Birgitte Nyborg, cabeza de los moderados e inesperada primera ministra, es su carismática protagonista. La tercera es su última temporada.

La mejor adaptación: Justified

Pese a ser un adaptado de Elmore Leonard y contar con una excelente banda sonora made in Kentucky, este drama se hubiera quedado en la enésima versión de Tod y Toby (amigos de la infancia que crecen para convertirse en enemigos de profesión).

Si no fuera, claro está, por el carisma de su pareja protagonista, el irresponsablemente atractivo y peor partido Raylan Givens (Timothy Olyphant repitiendo papel de sheriff guaperas de gatillo fácil de Deadwood), y su archinémesis, el encantador criminal Boyd Crowder, interpretado con doble de todo por el extraordinario Walton Goggins.

El ambiente turbio del gótico sureño se incrementa notablemente si se conoce un poco la historia del Condado de Harlan, el lugar del que nunca saldrás con vida. La nueva temporada empieza este enero.

La más decepcionante: HomelandHomeland

Después de una primera temporada electrizante, la segunda entrega del que iba a ser el thriller político de la década no fue gran cosa, pero se nos había olvidado gracias a su explosivo final (con perdón).

La tercera temporada, dominada de principio a fin por un Saul maquiavélico, vivió sus horas más bajas en Caracas y apenas levantó los ánimos con un par de tramposos giros del guión, para volver a desplomarse en los momentos que deberían añadir profundidad a la trama. Como el encuentro de Brody con su hija (posiblemente el personaje más despreciado de este año después de Skyler White) o los de la pareja protagonista, cuya falta de química es fertilizante para el zapping compulsivo. Eso sin hablar del final. Porque mejor no hablemos del final.

BOLA EXTRA

Premio especial a la mejor debutante: Lena Dunham

Fresca, egocéntrica, generacional, brillante, derivativa, racista, inteligente, surrealista, delirante, feminista o irresistible. Lena Dunham no es la nueva princesita indie (para eso están Miranda July y Zooey Deschanel), y Girls es sólo el principio.

Premio especial del jurado al mejor jugador: Netflix

Es como si iTunes se pusiera a producir música o Amazon, a editar libros. Lo peor es que Netflix no sólo le está comiendo la merienda a la televisión convencional y al negocio del cable, sino que al tiempo ofrece la única solución posible a la piratería. Además lo está haciendo bien: House of Cards, Orange is the New Black y Arrested Development son tres de las mejores series del año. La mayor parte de las productoras convencionales viven contentas con menos de la mitad.

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