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Bhopal recuerda el peor accidente industrial de la historia sin justicia

30 años después los niños aún sufren las consecuencias del desastre de Bopal

EFE

Nueva Delhi —

Activistas, familiares de afectados y otros ciudadanos han recordado el 30 aniversario del mayor accidente industrial de la historia en la ciudad india de Bhopal, con actos culturales y marchas en el lugar de la tragedia para pedir una justicia que aún no ha llegado.

Víctimas del escape de gas inauguraron un museo que recoge sus testimonios, dijo la activista Rachna Dhingra, del Grupo de Información y Acción de Bhopal, quien añadió que se ha celebrado una concentración y que esta noche se llevará a cabo una gran vigilia.

La madrugada del 2 al 3 de diciembre de 1984 la planta Union Carbide India dejó escapar 42 toneladas del gas isocianato de metilo, que el viento arrastró hacia los barriadas de chabolas cercanas a la fábrica.

La tragedia causó la muerte de 5.295 personas, según el Gobierno, cifra que las asociaciones de víctimas elevan a 22.917, además de 33.781 personas con lesiones de gravedad y 508.432 afectadas con distintas secuelas.

Dhingra indicó que con motivo del aniversario las cinco asociaciones de víctimas han publicado una lista de reivindicaciones dirigida al primer ministro indio, Narendra Modi, que incluyen que Union Carbide aumente las indemnizaciones, y que limpie las 350 toneladas de residuos que quedan en la fábrica tres décadas después y que según los activistas ha contaminado el agua de la zona.

El Gobierno indio anunció hace dos semanas que revisará el incremento de las indemnizaciones a los afectados y hará un nuevo recuento de las víctimas con datos de hospitales de Bhopal y del Consejo de Investigación Médica de la India, que según los activistas ofrecen cifras superiores de las admitidas hasta ahora.

Las autoridades indias exigen a Dow Chemical, propietaria en la actualidad de Union Carbide, 1.200 millones de dólares, mientras que las víctimas piden 8.100 millones.

Union Carbide India y el Gobierno del país asiático cerraron en 1989 un acuerdo de conciliación que convenía el pago de 470 millones de dólares. El 93% de las alrededor de 500.000 personas que recibieron compensaciones obtuvieron 25.000 rupias (325 euros al cambio actual).

700 niños con deficiencias

La fuga de gas aún afecta a una tercera generación de niños que nacen con malformaciones, retraso mental o sordera. A unos 500 metros de la fábrica de pesticidas siniestrada, se encuentra situado el centro de rehabilitación infantil de la organización Chingari Trust. El administrador del centro, Tarun Thomas, explica que ahora tienen registrados a unos 700 niños con deficiencias producidas “por el consumo de agua contaminada por el desastre o por transmisión genética de los padres afectados”.

Todos los días, las cuatro furgonetas de las que dispone la organización recorren los barrios marginales de la zona para recoger a unos 200 menores de familias sin recursos y llevarlos al centro, donde reciben clases de logopedia o sesiones de fisioterapia.

“Hay niños que entraron a gatas y salieron caminando”, afirma orgulloso Thomas, quien aseguró que el principal objetivo de Chingari Trust es “lograr que los niños sean autosuficientes” y que puedan, por ejemplo, “abrir solos una puerta”.

“Todos los días nacen nuevas víctimas del desastre de Bhopal, que sufren de por vida problemas de salud”, sentencia en un comunicado el relator especial de la ONU sobre derechos humanos y desechos tóxicos, Baskut Tuncak.

Según el relator especial, después del “peor accidente industrial de la historia, el suelo y las aguas de la zona próxima a la fábrica química siguen contaminados”, lo que afecta a sus habitantes, por lo que el número de víctimas “seguirá aumentando” hasta que se limpie.

Instituciones como Sambhavna, que atiende en sus clínicas de manera gratuita a unas 30.000 afectados por la tragedia, critican además el “patético” tratamiento que reciben las víctimas en los hospitales públicos.

“A pesar del gasto millonario (los hospitales) no disponen de las instalaciones adecuadas, de suficientes médicos o medicinas y no siguen los protocolos pertinentes. El tratamiento de los síntomas es la respuesta más común, algo que 30 años después del desastre resulta patético”, señala una doctora de la ONG, Aziza Sultan.

Sambhavna, al igual que Chingari Trust, se han erigido en la única alternativa a los deficientes hospitales públicos para las familias pobres afectadas por el desastre industrial, que son la mayoría, pues la fábrica está rodeada por un barrio de chabolas.

La pobreza provoca que en algunos casos las familias tengan que dejar a sus hijos solos en casa si desean trabajar, lo que empeora la situación de los menores, algo que Chingari Trust intenta subsanar al recoger y tratar a todos los niños de manera gratuita.

“Cuando llegó mi hijo Affan a Chingari raramente se levantaba y permanecía la mayor parte del tiempo sentado e incluso sus piernas estaban inclinadas. Pero ahora, tras tres meses de terapias, ha empezado a mantener sus piernas rectas y es capaz de dar unos pocos pasos”, relata Nuzhrat Begum, madre de uno de los menores.

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