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Los sueros 'milagrosos' contra el ébola eclipsan la falta de recursos para atajar el brote

Los especialistas concentran sus esfuerzos en la producción de un suero experimental

Raúl Rejón

Cuando el virus del ébola ha tocado a dos ciudadanos estadounidenses y otro español que trabajaban en África, han aparecido sueros experimentales que actúan contra la enfermedad. Mientras, la Organización Mundial de la Salud y la propia orden de San Juan de Dios –a la que pertenecía el sacerdote fallecido Miguel Pajares– han asegurado que ébola está descontrolado y que no hay recursos en el terreno para tratar a los enfermos. El último recuento oficial calculaba 1.800 infectados y 1.013 muertos. “No hay un final inmediato a la vista”, ha vaticinado la OMS.

El mismo día que Miguel Pajares fallecía en Madrid infectado de ébola, la Organización Mundial de la Salud admitía el uso de fármacos experimentales para tratar de paliar el brote de la enfemedad en África occidental. La OMS subrayaba que no se han desarrollado herramientas médicas para curar esta fiebre mortal porque se trata de una enfermedad de pobres. Los muertos se concentran en Liberia, Guinea-Conakry, Sierra Leona y Nigeria. Pajares fue el primer fallecido en suelo europeo aunque se contagió en Monrovia (Liberia).

Ante el brote decontrolado, tanto EE UU como Canadá han sacado a la palestra sueros experimentales contra el virus. La empresa estadounidense Mapp Biopharmaceutical, una cura y los canadienses una vacuna. Ninguna está aprobada oficialmente como producto efectivo. El catedrático de Medicina Preventiva y Salud Pública de la Universidad Miguel Hernández (Alicante), Ildefonso Aguado, analiza para eldiario.es que la utilización repentina de estos productos “deja un montón de lagunas en su aplicación técnica”. El profesor explica que “si lo que se quiere es aprender sobre un fármaco, es preciso mucho control sobre quién lo recibe. Extremar la vigilancia, monitorizar a los pacientes, comprobar las cargas virales...”.

Porque, según cuenta Hernández, lo primero es analizar donde se inyecta ese suero. “Por ejemplo, el paciente índice con el que se infectó el sacerdote español, había sido un falso negativo en los análisis. Así le trataron sin tanta precaución y terminó pasando el virus”, dice. En este sentido, el Centro para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC) de EE UU, advierte de que “es demasiado temprano para saber si el suero ZMapp es efectivo”. Y añade que la mejor manera para saber esto es “realizar un ensayo clínico comparando pacientes que reciban y que no reciba el suero”. La aplicación masiva en un país sin infraestructuras no parece el escenario ideal aunque “el uso compasivo de terapias es algo relativamente frecuente”, explica este experto en Salud Publica.

A eso se refiere el catedrático Hernández. “Si no se envía a África recursos sanitarios donde controlar el proceso...” Por recursos se entiende “un hospital de campaña que funcione en el terreno. Con sus zonas de aislamiento y su laboratorio para muestras”, afirma. En Liberia, ningún centro hospitalario está actuando como tal para tratar a enfermos de ébola, como recordó la propia orden religiosa de Miguel Pajares que cerró los que regentaba en el país.

La vacuna canadiense también está en fase de experimento. El Gobierno de Canadá ha explicado que puede remitir a la OMS “entre 800 y 1.000 dosis” de las 1.600 con las que cuenta. También EE UU, mediante su Instituto Nacional para Alergias y Enfermedades Infecciosas, trabaja en un producto preventivo. “El NIH está acelerando su trabajo para poder entrar en la fase uno de ensayos clínicos en otoño”, explica el CDC. Esta autoridad sanitaria recuerda que, todavía, la mejor manera de tratar a los enfermos es con terapias de soporte vital. “Algunos enfermos mejoran de forma espontánea o con cuidados de mantenimiento”, asegura.

El brote de ébola en África está activo desde, al menos, febrero pasado. Los grandes decisiones sobre tratamientos médicos, sin embargo, han procedido de movimientos más bien políticos: El Ejecutivo de Barack Obama repatrió a dos cooperantes contagiados a su país. España también decidió trasladar al enfermo Miguel Pajares –primer infectado que tocó suelo europeo–. Después, EE UU y Canadá han optado políticamente por sacar sus viales, aún de prueba, del laboratorio. Obama aceptó una petición oficial de Liberia para enviar el suero y aplicarlo a personal sanitario. Docenas de miembros de equipos de lucha contra el ébola han fallecido durante este brote. El último, este miércoles en Sierra Leona.

En opinión de Ildefonso Hernández: “La respuesta de la OMS ha sido tardía”. De hecho, tanto la OMS como el CDC como los médicos españoles consultados siguen recordando que para atajar el estallido del virus el método más efectivo es “un meticuloso trabajo para hallar los casos de infección, el aislamiento y cuidado de los enfermos y rastrear sus contactos para detener la cadena de transmisión”.

Países con gasto paupérrimo en salud

La propia Organización Mundial de la Salud advirtió al declarar que es “ético” el uso de los sueros, “dadas las circunstancias”, que se necesitaban “criterios éticos para conseguir que la distribución de estos productos sea justa”. También subrayó que no existen a día de hoy remedios farmacológicos por tratarse de una infección que afecta a estados pobres (y su población). De hecho, según el Banco Mundial, el gasto por persona en salud en Liberia está en 65 dólares. En Nigeria y Sierra Leona está en 94 y 96 dólares respectivamente. Guinea-Conakry no sobrepasa los 32. Por comparar con otros estados afrcianos, Angola está en 190, Mozambique en 37, La República de Congo 100. Por debajo, Chad está en 25 y la República Democrática del Congo en 15. El de España es de 2.808, el de EE UU 8.895 y el de Canadá 5.741.

¿Y si sale bien y el suero y la vacuna funcionan en la población? “Habría que preguntarse qué pasaría con la patente que resultara de eso. Si habría una compensación porque se habría tenido un ensayo clínico y de mercado masivos para las corporaciones que lo llevan”, opina Hernández. Con todo, este profesor universitario avisa de que “las cuestiones de salud pública, y más ahora, son algo compartido y globalizado, España no puede vivir ahora ajena a ello”, una vez que el enfermo nacional ya ha sido incinerado.

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