Juanma tiene un problema

El futuro candidato del PP a la Presidencia de la Junta tiene un problema y no es su currículo. El hombre ungido desde Ankara por el dedo divino de Rajoy ha aceptado que se equivocó y ya está. No hay que darle más vueltas. Que tire la primera piedra aquél al que no le hayan inventado un máster para engordar su formación académica.

Y no, tampoco debe preocuparse por los sobresueldos o gastos de representación que cobraba. Son legales, han sido declarados y como los percibían tantos dirigentes que pululaban por la calle Génova de Madrid, en realidad la noticia sería que Juan Manuel Moreno Bonilla no ingresara un salario extra por su dedicación plena al partido. ¿Qué pensaban? ¿Qué trabajaba gratis en beneficio de la visibilidad de su marca personal?

¿Cuál es entonces ese escollo tan grande que soporta? ¿Acaso el cariño que le profesa María Dolores de Cospedal? Qué va. ¡Pero si ya han hablado por teléfono, y si han tardado una semana en que uno de los dos marque el número del otro es simplemente porque estaban “hasta arriba” de trabajo y no les había dado tiempo de mandarse ni un mísero whatsapp.

Ah, pues entonces residirá en ese absurdo cainismo que ahora enfrenta a los del PP de Málaga con los del PP de Sevilla, en las heridas que dejan las puñaladas que han sufrido algunos dirigentes como Juan Ignacio Zoido y José Luis Sanz, en el bajísimo grado de conocimiento público de su persona o en la falta de hervor mostrada cuando reclamó la dimisión de la presidenta de la Junta en su primer acto público o cuando dijo que venir a Andalucía le suponía perder calidad de vida.

Pues no. Todo esto son fuegos de artificio y poco más. Toda esta ceremonia de torpezas en tiempo real se habrá olvidado en unas cuantas semanas. A la vuelta de la esquina todos los suyos empezarán a hablar del efecto Juanma como si el mundo hubiera empezado el día que lo nominaron como nueva estrella emergente del partido en Andalucía y ahí ya darán igual estos errores de parvulario que han jalonado sus primeras horas de líder andaluz y que se pueden comprender por la improvisación y celeridad con la que ha sido llamado a estas responsabilidades.

Lo que importará es lo que consiga a partir de ese momento. Y el problema, en ese momento que es casi presente, estribará en que el PP andaluz, fiel a su capacidad autodestructiva, se encontrará otra vez como Penélope después de una noche destejiendo lo que tejía el día anterior, esto es, en el mismo punto de partida de siempre.

En menos de dos años, habrá pasado de ser la fuerza que más votos logró en Andalucía a estar 5,6 puntos por debajo del PSOE de Susana Díaz en intención de voto. Vuelta, pues, a la casilla de salida del parchís andaluz y otra vez a vivir en ese perpetuo día de la marmota, en ese empezar de cero agotador en el que viven y malviven quienes aspiran a lograr para el PP la Presidencia de la Junta. Ése, y no otro, será el gran problema para Juan Manuel Moreno Bonilla.