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“Dejen trabajar a los investigadores y sanitarios, que están haciendo todo lo que se puede contra este nuevo virus y esta nueva enfermedad”
Guillermo López Lluch es catedrático del Área de Biología Celular de la Universidad Pablo de Olavide e investigador asociado en el Centro Andaluz de Biología del Desarrollo, en el que estudia la relación entre el metabolismo, los sistemas antioxidantes e inmunológicos con el envejecimiento y los mecanismos para incrementar la longevidad asociados a la actividad física y la nutrición. Desde el inicio de la expansión de la COVID-19, este profesor ha mantenido una actividad constante en medios de comunicación y redes sociales, reivindicando la importancia de la información veraz y de la ciencia para superar la crisis.
Usted ha denunciado algunos bulos que han circulado en redes sociales sobre la COVID-19 ¿Cuál de ellos considera más peligrosos para la sociedad?
A lo largo de estos pocos meses se han diseminado muchos. Uno de los más peligrosos es sobre su origen en un laboratorio. Es peligroso por dos razones. La primera porque si no entendemos que los virus naturales pueden acabar afectándonos así, nunca desarrollaremos los mecanismos que permitan descubrir los riesgos y actuar para prevenirlos. La invasión de ambientes más o menos vírgenes por parte del ser humano pueden llevar a nuevas zoonosis o pandemias similares. La segunda razón es más bien geopolítica ya que asumir esa mentira provocará tensiones internacionales que en nada van a ayudarnos a salir de esta crisis sanitaria.
Pero los bulos que más me preocupan son sobre las medidas y sobre los tratamientos. El ansia por tener referencias que ayuden a ir rápido para volver a la normalidad puede llevar a que suframos nuevas olas de infección. La ciudadanía tiene que entender que habrá que mantener un alto grado de precaución durante bastante tiempo, puede que incluso años hasta que la pandemia se controle. Mientras en nuestro país y otros del entorno el número de nuevos casos confirmados desciende, el número de casos totales a nivel mundial sigue siendo el mismo. Esto quiere decir que otros países están sufriendo ahora la escalada de casos y que nuevas oleadas de infección son muy probables.
¿Qué puede decir sobre los bulos de productos farmacéuticos?
La diseminación de mentiras sobre fármacos que prevendrían la enfermedad ha provocado desabastecimiento durante las primeras semanas e incluso han causado muertes por tomar fármacos sin control médico. También se están diseminando remedios falsos y tóxicos como el clorito de sodio (MMS) que es patrocinado por ciertos personajes pseudocientíficos y que no dudan en promocionarlo para la cura de muchas enfermedades. Muchas personas pueden acabar intoxicándose con este producto que es altamente tóxico y que puede causar estragos desde la boca hasta los intestinos.
¿Qué sabemos hasta hoy del virus?
Sabemos muchas cosas. Sabemos a qué tipo de virus pertenece, su composición, su genoma y cómo está evolucionando. Ya hay estudios que demuestran cómo ha ido mutando hasta ahora y qué es lo que lo hace tan particular en cuanto a su capacidad de infección; tan solo unos pocos aminoácidos permiten que infecte con mayor virulencia que otros virus similares. Sabemos que utiliza una proteína muy común en células del epitelio respiratorio, digestivo y cardiovascular para entrar en las células, y que otras proteínas celulares ayudan a su introducción.
También tenemos muy claro que es un virus natural, que procede de otros virus presentes en los murciélagos y que ha pasado al ser humano a través de otro organismo intermediario aún desconocido, pero no es un virus creado por el ser humano. Esa información, como decía, es importante ya que asociarlo a una manipulación humana hará que no tengamos en cuenta que en la naturaleza hay otros muchos virus que pueden acabar afectándonos y que debemos ser precavidos.
Sabemos cómo infecta…
Sabemos cómo infecta y qué mecanismos moleculares utiliza para propagarse dentro del cuerpo lo que podría ayudar a encontrar terapias efectivas, pero tomará su tiempo.
Desconocemos más qué es lo que causa que el cuerpo actúe de manera tan dramática produciendo una respuesta inmunológica inflamatoria rápida y excesiva, que es lo que provoca muchos de los síntomas graves de la enfermedad. Sabemos que ciertas patologías previas como la diabetes o la obesidad e incluso la edad favorecen esta respuesta inmunológica drástica, pero desconocemos cuál es la causa por la que unas personas son tan sensibles y otras sufren la infección con leves síntomas o sin ellos.
¿Qué tiene en común y qué lo diferencia de otros?
Los coronavirus son relativamente conocidos. El primero de ellos que infecta a humanos se descubrió en la década de los años 60 del pasado siglo. La mayoría de los coronavirus de los seres humanos provocan catarros y resfriados estacionales sin mayor importancia. No obstante, la infección con coronavirus de otras especies como los que provocaron el SARS y el MERS, dos neumonías atípicas asociadas a estos virus, ha hecho que se consideren altamente peligrosos como ha ocurrido con el SARS-CoV-2 que causa la COVID-19.
Los virus son, en general, muy básicos en su composición. Todos tienen un genoma que puede ser de ADN o de ARN y dentro de éstos, con una cadena o dos. Además del genoma tienen algunas proteínas necesarias para su copia y otras que confieren la estructura y la capacidad de infectar otras células. Además, algunos, como los coronavirus, el virus del SIDA o el virus de la gripe, tienen una cubierta grasa similar a la membrana que reviste todas las células en la que se insertan proteínas víricas que utilizan para infectar las células que reconocen. A partir de ahí, lo demás que necesitan para reproducirse es la propia maquinaria de las células a las que infectan. Los coronavirus se asemejan mucho a los virus de la gripe aunque sus proteínas de la membrana son diferentes y eso hace que su modo de infección también lo sea.
¿Cuál cree que puede ser la evolución?
Debido a su naturaleza, los virus necesitan replicar su genoma rápidamente utilizando la maquinaria de las células. No tienen mecanismos de reparación de errores de copia del genoma por lo que su tasa de mutación es muy alta. De hecho, en el caso del SARS-CoV-2 ya hay todo un árbol evolutivo que nos cuenta la historia de cómo ha ido infectando país a país. Esta capacidad de mutación y los mecanismos de selección natural, puede hacer que vayan proliferando más aquellas variantes del virus que sean más efectivas infectando pero, probablemente, que sean menos agresivas. Evolutivamente hablando, cuanto mejor infecten, pero menos presión inmunológica reciban, mejor permanecerán en la población. No obstante, es complejo decirlo a priori.
¿Qué medidas considera prioritarias para evitar contagios?
El control de los nuevos casos es la medida más inmediata para controlar la pandemia. Los centros de atención primaria deberían estar ya dotados de medios para detectar casos sospechosos, confirmarlos y controlar a los positivos y su entorno. Cuando mejor controlemos los nuevos positivos, mejor controlaremos la diseminación de la enfermedad. El mayor problema está en que los test rápidos no están siendo lo suficientemente efectivos para detectar los nuevos casos. La causa de este fallo está en la rapidez, ya que no ha habido tiempo para que los test hayan pasado estrictos controles de calidad y de eficacia porque el virus lleva con nosotros tan solo unos 6 meses y en ese tiempo es muy complejo obtener métodos de detección rápida eficaces. Teniendo en cuenta esto, la técnica de PCR sigue siendo la más eficaz pero no se puede aplicar a toda la población indiscriminadamente por lo que el control en la atención primaria de los casos sospechosos y de las posibles interacciones de las personas infectadas con su entorno va a ser esencial.
Además, los ciudadanos deberemos entender que parte del éxito para salir de esta pandemia depende de nosotros. La higiene, la contención en las interacciones directas y la precaución van a tener que ser normas básicas entre los ciudadanos para evitar la diseminación del virus. Al menor síntoma, deberemos quedarnos en casa y avisar al médico para el control. Deberemos aumentar la higiene con gestos tan simples como el lavado de manos con agua y jabón o con geles antisépticos y deberemos extremar la precaución con las personas mayores que son las que más gravemente sufren la infección.
¿Dónde cree que se debe poner el foco para salir cuanto antes de esta crisis sanitaria?
El foco debe ponerse en los centros de atención primaria y en los hospitales en general. Ellos son los que están más preparados para gestionar la infección. En el caso de futuras olas de infección, estos centros van a ser los que deben controlar los nuevos casos y dirigir las estrategias. Los protocolos en los centros de salud y en los hospitales deben ser muy claros para evitar futuras avalanchas. Ya conocemos lo que ocurre con las típicas crisis hospitalarias cuando se producen los aumentos de casos de gripe estacionales año tras año. Pues con lo que conocemos ahora y con la experiencia acumulada de las crisis estacionales deberán reforzarse y prevenir que los casos se acumulen en los hospitales tal y como hemos sufrido.
Aparte de esto, los ciudadanos, como ya he dicho, tendremos que poner de nuestra parte y evitar exposiciones innecesarias. Tal vez el uso de mascarillas en los transportes públicos y lugares cerrados sea conveniente más para evitar contagiar a otros que para no contagiarse. En el caso de que se sea asintomático y no sepa que está contagiado, el uso de mascarillas evitaría diseminar el virus a los otros. Durante un tiempo, los ciudadanos, debemos pensar en los demás y evitar exponer y exponernos innecesariamente.
¿Cree que tras esta crisis los gobiernos incrementarán su apuesta por la ciencia?
Lo dudo. Tal vez en otros países pero no en España. Una vez que haya pasado esta pandemia, que pasará, los gobiernos, y en especial las administraciones públicas españolas volverán a pensar en la gran economía, donde la ciencia no entra. Durante los últimos años, la ciencia ha sido considerada un gasto más que una inversión y nuestro país se ha despoblado de personas bien formadas en ciencia que han recalado en otros laboratorios de otros países donde hacen un muy buen trabajo y fomentan el desarrollo científico de países extranjeros. En España, sin embargo, la ciencia ha sido la gran perjudicada de los recortes públicos, no se la ha considerado como una fuente de riqueza, como una inversión de futuro. No se ha tenido en cuenta que sin ciencia no hay futuro y ahora que necesitamos desarrollar nuevas herramientas y nuevos tratamientos para solventar este problema y otros similares que puedan venir, nos encontramos con un tejido investigador mermado y sin los suficientes recursos.
¿Cómo describiría la ciencia que se hace en España?
Creo que en España tenemos un buen sistema de formación, ya que nuestros nuevos científicos acaban trabajando en laboratorios extranjeros donde desarrollan su carrera investigadora. El problema es que no se ha apostado por la ciencia; en lugar de eso se la ha llenado de obstáculos, con reticencias más por el coste económico que por los avances científicos. Mientras los grupos científicos españoles producen buena ciencia, reconocida mundialmente, los administradores no hacen más que aumentar la burocracia y el control económico para que hasta comprar un bolígrafo se convierta en una pesadilla.
Capítulo aparte merece la inversión privada en conocimiento científico que en España es un auténtico erial. En otros países, la inversión privada supone un alto porcentaje en la inversión en investigación; en España es casi insignificante. Así que mientras que la forma de ver la ciencia no cambie a nivel de administraciones públicas y la empresa privada no se implique más en el desarrollo científico en nuestro país, seguiremos trabajando en precario y sin poder desarrollar buenas ideas en ciencia e investigación.
Además, está el hecho de que la investigación básica no tienen eco en los organismos financiadores. Deben entender que sin conocimiento básico no existe innovación. Por poner un ejemplo, sin conocer los virus de los murciélagos, no podemos entender el SARS-CoV-2 que ha hecho que tengamos que confinarnos. El conocimiento es un valor en sí mismo y reforzar la ciencia es invertir en el futuro de nuestro país.
¿Qué mensaje le gustaría subrayar sobre esta crisis que estamos viviendo?
Querría pedir a los ciudadanos que no se dejen influir por las mentiras ni por los cotilleos de las redes sociales. Dejen trabajar a los investigadores y sanitarios que están haciendo todo lo que se puede contra este nuevo virus y esta nueva enfermedad. Como todo lo nuevo, es complejo acertar y es posible que un tratamiento efectivo tarde en llegar y más aún una vacuna suficientemente eficiente. Hay que ser paciente y no esperar milagros, la ciencia no ofrece milagros y necesita su tiempo para poder dar soluciones efectivas.
No se dejen llevar por la información tóxica que abunda en las redes ni por las informaciones sesgadas. Esta infección va a estar con nosotros bastante tiempo aún y hay que ser paciente y ayudar. Parte de la solución está en los sanitarios y los científicos, pero una gran parte de la solución está en la ciudadanía. Utilicen el sentido común y eviten la exposición innecesaria para no contagiarse y no contagiar. La participación activa de los ciudadanos es una de las principales herramientas contra esta pandemia.
Guillermo López Lluch es catedrático del Área de Biología Celular de la Universidad Pablo de Olavide e investigador asociado en el Centro Andaluz de Biología del Desarrollo, en el que estudia la relación entre el metabolismo, los sistemas antioxidantes e inmunológicos con el envejecimiento y los mecanismos para incrementar la longevidad asociados a la actividad física y la nutrición. Desde el inicio de la expansión de la COVID-19, este profesor ha mantenido una actividad constante en medios de comunicación y redes sociales, reivindicando la importancia de la información veraz y de la ciencia para superar la crisis.
Usted ha denunciado algunos bulos que han circulado en redes sociales sobre la COVID-19 ¿Cuál de ellos considera más peligrosos para la sociedad?