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Juana Rivas ante el juez: “Venía huyendo de maltrato, ¿cómo iba a entregar a mis hijos?”

Juana Rivas, la madre de Maracena (Granada) que permaneció en paradero desconocido durante un mes para evitar entregar a sus hijos a su padre, condenado por un delito de lesiones en ámbito familiar cuando vivía con ella en 2009, ha defendido su inocencia en el juzgado. Lo ha hecho en el marco de la sesión en la que se le juzga por dos delitos de sustracción de menores y por los que se le piden hasta cinco años de cárcel y la pérdida de la patria potestad por no haber entregado a los niños cuando había una resolución judicial que le obligaba a hacerlo desde diciembre de 2016.

La mujer ha asegurado que sabía que tendría consecuencias legales pero no imaginaba que las mismas pudiesen implicar cárcel y la pérdida de la patria potestad. Rivas ha afirmado que actuó “como una madre” y que lo único que quería era evitar que sus hijos tuviesen que volver a un lugar del que ella había huido por maltrato.

Su expareja, Francesco Arcuri, que vive en Italia con los hijos de ambos desde agosto de 2017 cuando Juana Rivas los devolvió, también ha comparecido ante el juez por videollamada. En su intervención ha defendido que perdió toda comunicación con sus hijos durante casi un año y que fue la propia Juana quien le llamó por teléfono para informarle que no volvería a Italia tras haberse ido de la residencia que ambos compartían.

Un juicio reanudado

La sesión, que ha durado algo más de cuatro horas, ha tenido lugar en el Juzgado de lo Penal número 1 de Granada y ha supuesto la reanudación del mismo juicio que hace algo más de un mes fue suspendido por parte de la defensa de Juana Rivas. En aquella ocasión, el letrado que acudió a la cita por parte de la madre, Juan de Dios Ramírez, alegó no estar preparado para llevar a cabo su labor y la propia Juana aseguró que solo confiaba su defensa a José Estanislao López, de baja médica por enfermedad y que en esta oportunidad ha solicitado el alta voluntaria para poder acudir al juicio.

De hecho, ha sido el letrado de Rivas quien ha comenzado el juicio preguntándole si era consciente de que tenía que entregar los hijos a su expareja según un mandato judicial en firme desde diciembre de 2016. Juana ha contestado afirmativamente a esa cuestión antes de explicar que cuando se mudó a Carloforte (Italia) junto a su expareja y a sus dos hijos lo hizo para darle “una oportunidad” pero que “era muy difícil estar con este hombre. Dejaba mucho que desear como pareja”.

El origen de la huída

La Fiscalía y la acusación particular de Francesco Arcuri han querido centrar el juicio precisamente en los delitos de sustracción de menores de los que se acusa a Juana Rivas. Por ese motivo, el juez que instruye la causa ha recordado en más de una ocasión a la defensa de la madre de Maracena que la cuestión no eran los posibles malos tratos sufridos por ella sino el tiempo en que permaneció con sus hijos en paradero desconocido.

Sobre ello, la Fiscalía ha tratado de saber más sobre la actitud de Juana Rivas. En una extensa batería de preguntas del Ministerio Fiscal, Juana ha confirmado que conocía los requerimientos para devolver a sus hijos que se le hicieron entre diciembre de 2016 y julio de 2017. Pero que en ningún caso quiso hacerlo porque sus abogados -ha tenido hasta cuatro diferentes en los últimos años- no le recomendaban que lo hiciera.

Por ello, en mayo de 2016 decidió marcharse junto a sus hijos de Italia y viajar a Maracena (Granada) para pasar lo que en principio iban a ser unas vacaciones de algo más de un mes. Sin embargo, las mismas se dilataron porque Juana Rivas tuvo claro que no quería regresar con Francesco Arcuri, su expareja. Utilizando varias estrategias, alargó su fecha de regreso hasta el día 2 de agosto cuando se puso en contacto con Arcuri a través del teléfono y mediante un correo electrónico para explicarle que no iba a regresar a Italia.

Juana ha explicado en el juicio que en aquella fecha clave, “le digo muy poco pero le digo que no aguanto más la vida que me estaba dando, le digo que puede ver a sus hijos siempre que quiera y que he impuesto medidas cautelares con mi hijo pequeño”. Cabe recordar que Juana ya contaba con la patria potestad de su hijo mayor desde la sentencia de 2009 por lesiones en el ámbito familiar contra Arcuri.

Sin embargo, la acusación y la Fiscalía basan su argumentación en el hecho de que los hijos tenían una vida estable en Italia, que de hecho estaban escolarizados allí y que no había ningún motivo administrativo que cambiara esa circunstancia. Que por esa razón, según el Convenio de la Haya, Juana Rivas estuvo incurriendo en los delitos de sustracción de menores que se le imputan.

Mal asesorada

En lo que han coincidido todos los actores del juicio es en el mal asesoramiento que recibió Juana Rivas durante el año y medio que estuvo en España tras regresar de Italia y en el que desapareció junto con sus hijos durante 33 días cuando tenía que devolverlos. Juez, abogado defensor, Fiscalía y acusación han coincidido en que las decisiones que tomó Juana Rivas por consejo de sus letrados y asesores fueron equivocadas. Por ese motivo, la defensa pide la absolución porque la actuación de Rivas no llevaba dolo sino que se dio como fruto de una serie de errores en el asesoramiento que recibió.

La madre de Maracena, que se ha acogido a su derecho de no responder a las preguntas de la acusación particular de Francesco Arcuri, ha argumentado que era ella la que se “encargaba del cuidado de mis hijos. Él me daba alguna mano de vez en cuando gritando y rabiando. Él me decía que me había equivocado, que no hubiese parido, que no era su obligación”. Y aunque el fondo de la cuestión, como ha repetido varias veces el juez, no eran los supuestos malos tratos, se han puesto encima de la mesa para explicar el periplo judicial y administrativo que llevó a cabo Rivas.

La versión de Arcuri

El padre de los niños y expareja de Juana Rivas, Francesco Arcuri, también ha intervenido en la sesión. Lo ha hecho desde Italia y mediante una videollamada en la que ha respondido a las preguntas de los letrados y de la Fiscalía. Entre sus respuestas, Arcuri ha recordado que antes de que Juana se fuese definitivamente de Italia estaban viviendo entre aquel país y España. Que el 2 de agosto en que la madre de Maracena le dice que no va a regresar, empieza a perder el contacto con sus hijos hasta el punto de que, según su testimonio, en noviembre de 2016 habla con ellos por última vez.

No obstante, Francesco Arcuri ha dejado otras declaraciones que pueden ser clave. La primera es que ha reconocido la existencia del correo electrónico en el que Juana le invitaba a ver a sus hijos “siempre que quisiera” una vez ella le asegura que no tenía previsto volver a Italia. La segunda es que sostiene que jamás le pegó a Juana aunque el abogado de esta, José Estanislao, ha descrito un episodio que aparece en un atestado policial en el que él habría dado dos bofetadas y arrastrado a Juana Rivas por el suelo. Y la tercera que intuía que sus hijos estaban en casa de su abuela aunque no puede recordar si su expareja le dijo en qué domicilio estarían residiendo.

La prueba forense

Con todo lo anterior, otro de los asuntos de relieve en el caso de Juana Rivas es la situación en que quedan los hijos de la expareja. Los menores, que nacieron en 2006 y 2014, han sido protagonistas de primera mano de todo lo sucedido. Así, un informe forense cuya psicóloga ha defendido en el juicio, determinó en diciembre de 2016 que el hijo mayor de ambos “tiene una vinculación positiva y favorable con ambos progenitores”.

Pese a ello, el menor sí traslada que prefiere vivir con su madre porque está más a gusto con ella porque siempre ha sido su cuidadora y le gusta más vivir en Maracena. Aunque también recalca que no parece existir ningún problema con su padre. El niño llega a reconocer, según la forense, que hablaba mucho con Arcuri por Skype y teléfono. Y confiesa, durante su entrevista con psicóloga, que sus padres se llevaban mal y que discutían mucho cuando estaban en Italia.

Un delito de desobediencia

La Fiscalía ha editado su escrito de acusación y ha añadido un delito de desobediencia que, eso sí, no añadiría más años de pena a los que Juana Rivas tendría que enfrentarse. El Ministerio Fiscal entiende que se ha probado que la madre de Maracena sabía perfectamente que se exponía a problemas judiciales y que aún así desoyó a la justicia.

Por su parte, una decena de testigos que formaron parte del dispositivo por el que Juana Rivas debía entregar a sus hijos en julio de 2017, han comparecido para explicar qué situaciones se dieron. Todos ellos han recalcado que se buscó a Juana Rivas y a sus hijos por los domicilios que constaban como familiares y que no dieron con ella. Además, varios de ellos estuvieron presentes durante la entrega final del 28 de agosto del año pasado y han relatado que los hijos de Juana Rivas lloraron y lo pasaron mal por no querer separarse de su madre.

Satisfacción generalizada

El juicio, que ha quedado a la espera de sentencia, ha contado con un episodio extra tras su conclusión cuando a la salida del juzgado tanto Juana Rivas como la acusación particular han valorado ante los medios de comunicación la sesión a la que habían asistido. Curiosamente ambas partes han mostrado su satisfacción por el desarrollo del juicio y mientras que la acusación espera que se tenga en cuenta que Juana Rivas cometió los delitos que se le imputan, la madre de Maracena ha vuelto a defender su inocencia. “Este es el camino” ha recalcado Rivas.