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El mango y el aguacate se beben el agua de La Axarquía malagueña

Néstor Cenizo

Málaga —
19 de octubre de 2020 20:43 h

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Es probable que un hipotético agricultor en coma desde hace veinte años que despertase hoy no reconociese los campos de La Axarquía. Durante siglos se destinaron principalmente al olivar o a la vid. En la segunda mitad del siglo XX las zonas costeras vivieron cierto florecimiento de los invernaderos. Pero en la última década los aguacates y los mangos se han convertido en los reyes indiscutibles de la agricultura axárquica. Hay casi 13.000 las hectáreas dedicadas al regadío de subtropicales en La Axarquía, la mayor parte de ellas destinadas a mango y aguacate, y la fiebre por el oro naranja y verde sigue creciendo. La apuesta por este cultivo tiene un reverso. Los mangos y aguacates exigen mucha agua, y hace tiempo que el agua no sobra. Un estudio acaba de alertar de que la zona está en situación de déficit hídrico, antesala de un colapso: se gasta más agua de la que hay.

El estudio, titulado La burbuja de los cultivos subtropicales y el colapso hídrico de la Axarquía y coordinado por el Gabinete de Estudios de la Naturaleza de la Axarquía, pone cifras a una situación “insostenible”. Los autores han cartografiado los cultivos axárquicos a partir de un trabajo de fotogrametría aérea. La superficie regada es de 12.989,96 hectáreas, cada una de las cuales consume una media de 5.866 metros cúbicos al año.

Esto arroja un consumo teórico para regadío de 76,19 hectómetros cúbicos al año, de los que 64,7 corresponden a cultivos subtropicales. A esto habría que sumar el consumo urbano (23,36 hm3), ganadero (0,21 hm3) y de golf (0,82 hm3). El consumo total de agua es de 100,58 hm3. Una cifra superior en 14,43 hm3 a la demanda prevista para la zona por la Cuenca Mediterránea Andaluza. “Estamos en las puertas de un colapso hídrico con graves consecuencias tanto para la población como para los propios agricultores de la zona, que verán perderse sus inversiones”, advierte Rafael Yus, coordinador del informe.

Un embalse bajo mínimos

El pantano de La Viñuela, con capacidad para 165,43 hectómetros cúbicos (el más grande de la provincia), es el principal suministro de los municipios de La Axarquía, que suman 214.000 habitantes. Esta población se multiplica en verano por la afluencia de turistas a Nerja, Torrox, Torre del Mar o Rincón de la Victoria. La escasez no es nueva en la zona, que ya ha sufrido restricciones de suministro en el pasado. Sin embargo, nunca antes ha habido tantas hectáreas de regadío ni el embalse había llegado a un nivel tan bajo.

El 15 de octubre La Viñuela disponía de 46,43 hectómetros cúbicos. Está al 28% de su capacidad; estaba al 32.12% la misma semana del año pasado y al 57,39% de media en los diez años anteriores. La escasez no afecta al resto de pantanos malagueños: los seis están por encima del 50%. Para los ecologistas, hay una relación evidente entre el consumo agrícola y la escasez en el embalse.

Los regantes matizan las conclusiones del informe. Este año hidrológico (que acaba de terminar) ya gastaron menos por hectárea, según José Campos, presidente de la junta central de usuarios del Sur del Guaro, que recuerda que Nerja o Frigiliana también riegan con agua del río Chíllar.

Pero estos matices no enmascaran la realidad. “Estamos en mínimos. Somos conscientes de que estamos pasando por una época de sequía dura”, concede Campos. “Ya sabemos que hay falta de recursos. Claro que no hay agua suficiente”, admite Javier Braun, presidente de la Asociación de Productores de Frutas Tropicales, de carácter nacional y con sede en Vélez-Málaga, capital de La Axarquía.

“Hemos sobrepasado la capacidad de la comarca de soportar este regadío. Lo admiten los agricultores”, zanja Yus.

La solución de la administración: anunciar obras hidráulicas

“¿Con el agua de Viñuela vamos a tener? No. Es que no hay”, apunta Campos, que representa a unos 2.500 regantes. Los regantes piden fuentes alternativas: agua regenerada (“podrían obtenerse 10-12 hm3”), aguas subterráneas, más caudal del río Chíllar y nuevas infraestructuras. A corto plazo, plantean una canalización que transporte agua de la zona occidental de la provincia a La Axarquía. Y a largo plazo, quizás un trasvase desde el embalse de Rules (Granada) o el de Iznájar (Córdoba).

Llevar agua de un sitio a otro parece ser también la idea de la Junta de Andalucía, que el pasado julio anunció que ya había adjudicado las obras para conectar el embalse de La Concepción (con capacidad para 61,85 hm3, actualmente al 62%) a La Viñuela. El bypass costará 1,4 millones de euros, y aunque irá destinado a consumo doméstico, aliviaría el uso de La Viñuela.

Es la apuesta del PP, que habla de una “autopista del agua”. En la campaña para las autonómicas, el entonces candidato Juanma Moreno dio un mitin en la sede en Vélez-Málaga de Trops, la principal comercializadora de mangos y aguacates. Allí, el presidente del PP veleño (Francisco Delgado Bonilla) dijo: “Lo único que necesitamos es que haya agua. Nosotros con 50 hm3 más podemos llegar a 10.000 hectáreas más y 15.000 empleos más. Necesitamos seguir produciendo mango y aguacate para abastecer a nuestros clientes”. Luego añadió que se podía “convertir la Axarquía en un bosque tropical”. Moreno recogió el guante y anunció que vincularía la gestión del agua a la cartera de agricultura. “Si no cumplo me podéis correr a gorrazos”.

Pero de momento, los regantes sólo ven anuncios. “No sabemos nada de ese trasvase, y aunque se ha autorizado el riego con aguas depuradas, aún no han llegado. Hay un problema grave que no se soluciona”, protesta Braun: “Hemos dado todas las soluciones posibles a la administración, y ni arregla los pozos, ni arregla el canal del río Rubite que está atorado… Se tira el agua al mar”.

Pozos para regar por encima de cota

Para Yus, los trasvases son una solución temporal que genera un incentivo perverso. “Si traes más agua, más gente va a plantar”. El Plan de Gestión del embalse prevé que La Viñuela dé agua para riego a 8000 hectáreas de regadío contempladas en el Plan Guaro, siempre situadas por debajo de la cota del pantano, a 140 metros sobre el nivel del mar.

Esas cifras ya se han superado. “Quizá se haya plantado más de lo que se debiera”, admite Braun: “El problema es que el agricultor, si no le pone coto la administración, tiene sus tierras y las cultiva. Quizá la administración podía haber tomado cartas en el asunto hace diez años”.

Basta un paseo por la Alta Axarquía para comprobar que hay aguacates y mangos en cotas superiores al embalse. ¿Cómo riegan? En teoría, con pozos legales con una cantidad autorizada o comprando derechos de riego a la comunidad de regantes. “Pero hay muchas triquiñuelas”, advierte Yus: “Nunca se comprueba cuánto se saca en realidad, los pozos legales pueden ocultar otros ilegales y a veces se pinchan las tuberías”.

Campos asegura que el control ha mejorado y que la escasez de agua limita los nuevos cultivos, porque no se dan permisos sin concesiones de agua. Sin embargo, hay un problema de control. “Se piden permisos de pozos y la administración no responde, así que algunos lo hacen. Luego piden la legalización, pero la administración no contesta”, dice Braun. “La administración no tiene personal para atender tanta demanda. Málaga tiene una cantidad de pozos que no pueden llevar al día”, admite José Campos.

Mango y aguacate, nuevos productos “típicos” de Málaga

Hay mucho dinero en juego. El mango y el aguacate son ya un producto “típicamente malagueño”, hasta el punto de que los productores han iniciado los trámites para lograr la Indicación Geográfica Protegida. La Diputación de Málaga promociona derivados del mango con el sello Sabor a Málaga y Mercadona elabora su guacamole con aguacate axárquico. Los mangos y aguacates de la Axarquía se venden en toda Europa y comercializadoras como Trops o Montosa superan holgadamente los cien millones de euros de facturación anual. “Tenderos, fontaneros, camioneros, bares… Esta comarca vive gracias al tropical”, apunta el presidente de la asociación.

A pesar de la escasez de agua, parece que el boom todavía no ha terminado. “Se siembran parcelas, pero creo que deben ser conscientes de que agua no hay. A mí me están preguntando si pueden enganchar, y estoy diciendo que no hay agua”, comenta el presidente de los regantes.

Basta entrar en las webs inmobiliarias para comprobar la demanda: hay decenas de fincas rústicas que se venden bajo el reclamo de que son ideales para el cultivo de mango y aguacate. Un ejemplo: “En Algarrobo: Dispone de toda la superficie en la Comunidad de Regantes, el agua entra por su peso. Dispone también de pozo propio y manantial de agua declarados. La finca cuenta con dos depósitos de agua”.

Este tipo de fincas solían trabajarse por antiguas generaciones. Durante años se han mantenido con bajos rendimientos o como residencias de recreo, pero su venta ahora sirve como ingreso extra para las familias propietarias, que en muchos casos ya estaban alejadas de la agricultura profesional.

Yus denuncia que esto está cambiando el paradigma de la agricultura tradicional imponiendo un modelo intensivo: “Hay grupos de inversión, bancos, y empresarios estimulando al empresario local para que compre una serie de minifundios y hacer parcelas grandes, de 50 hectáreas, por ejemplo, con rendimientos enormes”. Este tipo de explotaciones podría provocar también una pérdida de suelo por erosión, según GENA. Maquinaria pesada interviene en los montes para aplanarlos y hacerlos propicios al cultivo. “Se están cargando los balates, patrimonio de la humanidad”, advierte Yus.

Braun lo niega y asegura que el 70% de los cultivos son de fincas pequeñas. “Se escucha que vienen inversores, pero se asustan porque el campo no da rentabilidad media todos los años”. Según los productores, la mayoría de las inversiones van ahora a modernizar las plantaciones y renovar los árboles. Dice que los tropicales no son la panacea, pero admite: “Se ha puesto de moda, se vende. Y hay momentos en que se vende más caro. Da para vivir bien, no digo que no. Pero no es para hacerse millonario”.

“Sin agua no se puede crecer”

Para Yus, el problema de la escasez de agua pasa por el respeto a los límites del Plan Guaro: “Las comunidades de regantes deben dejar de vender agua a tierras de secano”. También pide aplicar técnicas de eficiencia en riego o usar agua regenerada para el regadío. Este mismo lunes, la consejera Carmen Crespo anunció la autorización para regar 2.700 hectáreas con hasta 5,2 hm3 de agua regenerada en Vélez-Málaga.

Yus pide también explorar el riego deficitario: “Hay estudios que demuestran que el aguacate y el mango pueden acostumbrarse a la mitad del agua, y que incluso eso estimula la generación de más fruto”. La Estación Experimental de La Mayora, dependiente del CSIC y con sede en Algarrobo, fue clave en la implantación de los tropicales en la Axarquía y podría contribuir al desarrollo de variedades menos demandantes de agua.

“Al mango ya le echamos la mitad de agua”, recalca Braun, que solo ve margen para plantar más si se garantiza el agua: “Si hubiera agua se podría crecer, moderadamente, lo que quisiéramos. No estamos sobreexplotando, pero es verdad que no hay agua”. Lo mismo opina Campos: “No hay que crecer desmesuradamente y a lo loco. Si no hay agua no se puede crecer”. Esta tierra siempre fue agrícola, pero le falta el agua para ser tropical.