El alcalde de Huesca y candidato del PSOE para revalidar el mandato en la capital altoaragonesa, Luis Felipe, ha lanzado una advertencia clara que, además de ser toda una declaración de intenciones, es un órdago en toda regla: rechazará presidir una corporación municipal si tiene que pactar con Podemos o Cambiar Huesca, las formaciones a la izquierda de los socialistas que tienen posibilidades de conseguir concejales en las próximas elecciones del 28 de mayo.
Luis Felipe, que opta a su tercera reelección, dejó claras sus preferencias en un encuentro con Heraldo en el que fue tajante al respecto: “No seré alcalde si tengo que gobernar con Podemos”, al tiempo que indicó que podría hacerlo algún compañero suyo, pero él se “retiraría”. La advertencia de Luis Felipe es una jugada estratégica que entraña riesgos: pretende distanciarse de las candidaturas progresistas para atraer a un electorado de centro y moderado que rechaza los partidos a la izquierda del PSOE y que en este momento puede sentirse huérfano tras la crisis en Ciudadanos y las numerosas escisiones abiertas en el PAR. En este momento, con un escenario tan incierto, el centro está muy disputado y Luis Felipe, que durante todo este mandato ha mantenido un acuerdo tácito con Ciudadanos y en ocasiones incluso ha contado con el apoyo de Vox (con enmiendas a los presupuestos o la eliminación del rótulo en aragonés a la entrada de la ciudad), busca ese votante. Si el órdago le sale bien, puede sumar votos de ese amplio espectro electoral. Pero su apuesta también puede generar el rechazo de un elector progresista que en estos momentos también está indeciso y podría decantarse por otras formaciones de izquierdas para consolidar un gobierno de esa tendencia.
“El proyecto del PSOE es de centralidad, sin sobresaltos, yo no gobierno para una asamblea”, aseguró Luis Felipe, para insistir en que lo que le queda en política “será sin sobresaltos” y centrándose en la ciudad,“ no en café tras café para solucionar lo que han decidido 15 personas en asamblea. Como candidato que compartió gobierno con grupos que de una u otra manera representan a Podemos, muy a la izquierda del PSOE y vinculados al Partido Comunista, no estoy dispuesto a repetirlo”.
La estrategia de Luis Felipe no es muy distinta a la que durante estos años ha asumido el secretario general del PSOE aragonés y candidato a la Presidencia de Aragón, Javier Lambán. Durante todos estos años, ha ejercido como presidente de la comunidad autónoma tratando de distanciarse de las posiciones más izquierdistas, nunca ha ocultado su preferencia por haber pactado con Ciudadanos y siempre ha mostrado su escaso fervor por la configuración del Gobierno central, una coalición con Podemos y apoyos en la investidura de partidos nacionalistas. Sin ir más lejos, lo volvió a reiterar hace una semana en una entrevista en el programa 24 Horas de TVE, en el que lamentó la posible desaparición de Ciudadanos y consideró que él ha tenido “suerte” con Podemos Aragón mientras que Sánchez no. Su apuesta por la “transversalidad” le ha llevado a hacer numerosos guiños a una parte de la sociedad alejada de posiciones más a la izquierda. La percepción de que a Podemos no le va a ir demasiado bien en estas elecciones se suma al empeño del PSOE aragonés por mostrarse alejado de las alianzas extremadamente progresistas para atraer a un votante de centro. El centro, de hecho, siempre ha sido el espacio que tradicionalmente han intentado atraer los dos partidos mayoritarios, conscientes de que ese votante capaz de modificar su opción de voto de una a otra convocatoria electoral, es el que cambia gobiernos.
El titular dado por Luis Felipe, que ha encontrado de inmediato el rechazo en el candidato de Podemos a la Alcaldía de Huesca, revela que la lucha por el voto de centro va a estar muy abierta en la capital altoaragonesa, donde las encuestas dan además un escenario muy abierto y no hay un claro ganador. Lo que sí está claro, y ahí reside el mayor riesgo asumido por Luis Felipe, es que serán necesarios los acuerdos para sumar una mayoría. Porque Huesca, como la mayor parte de las instituciones aragonesas, es una alcaldía con una amplia pluralidad ideológica en el que el tiempo de las mayorías absolutas quedó atrás hace muchos años. Su principal adversaria, la popular Lorena Orduna, es prácticamente una desconocida sin experiencia política, pero a pesar de esta desventaja algunas encuestas le dan opciones de gobernar si llega a acuerdos con la extrema derecha.
Luis Felipe ostenta la única alcaldía socialista en una capital aragonesa, y durante todo su mandato ha mostrado una posición moderada que quiere seguir ostentando. No en vano, su llegada al salón de plenos de la ciudad no estuvo exenta de polémica. Consiguió la alcaldía in extremis y gracias a un voto inesperado procedente de algún partido de la derecha que rompió el acuerdo entre Ciudadanos y el PP para que la conservadora Ana Alós gobernara la ciudad. Nunca llegó a conocerse fehacientemente el responsable de este escándalo, que a las pocas horas de producirse llegó a difuminarse. Desde entonces, todo han sido conjeturas y especulaciones, pero sin ninguna certeza. En el mismo encuentro con Heraldo, Luis Felipe volvió a especular y responsabilizó al propio PP de votar contra su propia candidata. De hecho, retó al candidato del PP a la presidencia de Aragón, Jorge Azcón, a que pregunte “en su propio partido” de quién fue el voto conservador que le dio la Alcaldía al dirigente socialista que, ahora, no ha vuelto a esconder su predilección por gobernar con partidos moderados y su rechazo a las formaciones que están a la izquierda del PSOE.