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El apocalipsis no, pero la niebla se cierne sobre nuestra economía

8 de febrero de 2023 22:39 h

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Cuando aún no se ha recuperado la sociedad española de los estragos de la inflación, otra novedad económica, la subida de los tipos de interés, amenaza ahora con empobrecernos y con encarecernos aún más el coste de la vida. La derecha política y mediática que hace seis u ocho meses anunciaba para finales de 2022 la llegada del apocalipsis, apocalipsis que por fortuna no llegó, ya está tardando en volver a sus negros augurios sobre la economía española y en adjudicarle también al Gobierno de Pedro Sánchez la responsabilidad del encarecimiento del crédito.

La decisión del Banco Central Europeo (BCE), la semana pasada, de combatir la inflación subiendo los tipos de interés medio punto, hasta el 3%, es ciertamente una noticia horrorosa para los millones de familias que están pagando su vivienda mediante una hipoteca a tipo variable y para muchas otras que pretendían comprar ahora su vivienda y que habían planificado su inversión contando con la financiación bancaria barata de hace pocos meses. 

La eurozona cerró 2022 con una inflación media del 9,2%; España, con un dato también malo, pero mucho menos: el 5,5%. En ambos casos, y en la mayoría de los países, se mejoraba respecto a las altísimas tasas de mediados del año pasado. Se temía que el BCE subiera los tipos, sí, pero se esperaba que, por esa mejoría de final de año, lo hiciera algo menos de lo que finalmente lo hizo. Además, al medio punto de ahora habrá que sumarle otro medio punto más en marzo y quizás un cuarto de punto más en mayo próximo. En conclusión: a muchas familias se les va a encarecer unos cuantos centenares de euros al mes el pago de su hipoteca. Más gasto en financiar la vivienda es menos gasto en otros tipos de consumo, menos ventas en general de todas las empresas y comercios que venden productos y servicios, menos producción en los que se las sirven, luego menos empleo, luego... En la economía se pasa del círculo virtuoso al círculo vicioso en breve plazo. Si el simple aleteo de una mariposa en un punto de la Tierra puede provocar un tsunami al otro lado del mundo, imaginemos qué no provocarán una crisis energética global y una guerra en Europa que está a punto de cumplir un año. El apocalipsis quizás no, pero sobre nuestra economía se cierne una niebla espesa, y con tendencia a cerrarse aún más.

¿Y que hacemos? ¿Nos resignamos? Estos días aún en sordina, ocupados como están Gobierno y oposición en la descarnada batalla política de la ley del 'solo sí es sí', pero probablemente asistamos en breve a un nuevo debate público: ¿Hay que topar la subida de las hipotecas? ¿hay que limitarle a la banca los beneficios caídos del cielo de Fráncfort, sede central del BCE? ¿hay que revisar al alza el reciente impuesto extraordinario fijado a los bancos? ¿hay que obligarles a los bancos a incrementar la retribución que dan a los depósitos y a reducir o eliminar sus varias y variadas comisiones ahora que ya ganan dinero gracias a los tipos de interés?... ¿O tiene que ser el erario público, que está rebosante, quien atienda y apoye a esos millones de familias y de empresas, vía bonificaciones fiscales, ayudas directas, etc., etc., a fin de evitar que la economía en su conjunto gripe? 

Quienes apoyen lo primero, recordarán que el Estado acudió al rescate del sistema bancario en la anterior gran crisis, que los bancos están en beneficios históricos, que nadie debe lucrarse en demasía de la desgracia colectiva de la mayoría... Quienes apuesten por lo segundo dirán que el Estado en su conjunto es uno de los grandes beneficiarios de la coyuntura económica y que es lógico que una parte de esos beneficios extraordinarios los devuelva directamente a la población más golpeada por el nuevo mal. 

Desde el Gobierno planeaban hace pocas semanas dejar atrás cuanto antes los debates públicos sobre la reforma jurídica de la sedición y la malversación o sobre la ley del 'solo sí es sí' para centrarse en sus logros económicos: la subida del 8,5% de las pensiones, la subida del SMI en un 47% en lo que va de legislatura, los nuevos datos de empleo y de afiliación a la Seguridad Social, los mecanismos puestos en marca para reducir la inflación, las muchas iniciativas sociales... Probablemente no contaban con que iban a tener que lidiar también con una subida de los tipos de interés.

“Yo doy la cara. Y cuando hay un problema, me empeño en resolverlo”, decía Pedro Sánchez este miércoles en el Congreso, en la sesión de control al Gobierno. Al problema de la subida de los tipos probablemente responda con una mezcla de las dos fórmulas esbozadas arriba.  

Cuando aún no se ha recuperado la sociedad española de los estragos de la inflación, otra novedad económica, la subida de los tipos de interés, amenaza ahora con empobrecernos y con encarecernos aún más el coste de la vida. La derecha política y mediática que hace seis u ocho meses anunciaba para finales de 2022 la llegada del apocalipsis, apocalipsis que por fortuna no llegó, ya está tardando en volver a sus negros augurios sobre la economía española y en adjudicarle también al Gobierno de Pedro Sánchez la responsabilidad del encarecimiento del crédito.

La decisión del Banco Central Europeo (BCE), la semana pasada, de combatir la inflación subiendo los tipos de interés medio punto, hasta el 3%, es ciertamente una noticia horrorosa para los millones de familias que están pagando su vivienda mediante una hipoteca a tipo variable y para muchas otras que pretendían comprar ahora su vivienda y que habían planificado su inversión contando con la financiación bancaria barata de hace pocos meses.