En el verano de 2016, la ciudad polaca de Gdansk, situada en la costa báltica, con 470.000 habitantes, sufrió una inundación que dejó dos personas fallecidas, cientos de evacuados y casas convertidas en lodazales. Cuando la tormenta pasó, dos barrios quedaron anegados, con muy poca ayuda de la administración. Faltaban palas, guantes, barreños y carretillas. Tampoco había contenedores para tirar los enseres. Los teléfonos de emergencia colapsaron. “Fue un caos”, recuerda el politólogo Marcin Gerwin, uno de los muchos damnificados.
Cuando Gdansk volvió a la normalidad, este vecino, con experiencia en el activismo social, se acercó al Ayuntamiento y pidió hablar con el alcalde. Un año antes, el Ejecutivo local había aprobado una ley que habilitaba a los residentes a iniciar asambleas ciudadanas para debatir sobre problemáticas puntuales y específicas. “Tenemos que preparar mejor a Gdansk para las fuertes lluvias como parte de la adaptación de la ciudad al cambio climático. Hay que convocar- una asamblea”, le dijo Gerwin al líder político, que aceptó la propuesta y se comprometió a aprobar toda recomendación que contara con el 80% de los votos.
“Una asamblea ciudadana es una forma de tomar decisiones democráticamente sobre asuntos de una comunidad local, se supone que deben tener un impacto real en las decisiones que se toman. Eso es lo más difícil y en Gdansk lo logramos”, explica el politólogo, especialista en desarrollo sostenible y participación.
Con el aval del alcalde, convocó a ONG, instituciones públicas y expertos para dar forma a la asamblea. Se utilizó el registro de votantes para identificar a los posibles participantes a través de una selección aleatoria teniendo en cuenta determinados datos demográficos: género, grupo de edad, distrito y educación. Luego se enviaron 8.000 invitaciones a personas que coincidían con los perfiles buscados.
En la protección moderna contra inundaciones hay tres estrategias de mitigación que deben implementarse simultáneamente: construcción de reservorios de retención, planificación urbana y educación
Más de 500 vecinos se inscribieron para participar. En un sorteo transmitido en vivo por el sitio web del Ayuntamiento –“para generar transparencia y confianza”, explica Gerwin– , se seleccionaron 34 mujeres y 29 hombres. Todos recibieron una retribución de 150 euros para cubrir los gastos de traslado y el cuidado de los niños durante los tres fines de semana que duraba el encuentro.
En paralelo, el Ayuntamiento publicó una convocatoria para expertos en materia hídrica y de adaptación al cambio climático. “Es vital que los participantes se familiaricen primero con las posiciones de todos los representantes: oficinas, instituciones, organizaciones no gubernamentales, consejos de distrito, residentes, expertos”, señala Gerwin.
Decisiones ciudadanas vinculantes
Una vez reunidos, el equipo organizador lanzó dos preguntas a los participantes: ¿Qué se puede hacer para mejorar la retención de agua de lluvia? ¿Cuál debe ser el alcance de la ayuda a los habitantes de Gdansk después de lluvias torrenciales? Los dos primeros días fueron formativos. Los asambleístas escucharon las opiniones de varios expertos.
“Para reducir el riesgo de inundaciones causadas por fuertes lluvias, la escorrentía debe detenerse lo más alto posible, en el bosque y en las fuentes de los arroyos, y dejar espacios de inundación en los tramos superiores de los ríos es un método más eficaz”, expuso Mateusz Grygoruk, del departamento de Hidrología y Recursos Hídricos de la Universidad de Economía de Varsovia.
“En la protección moderna contra inundaciones hay tres estrategias de mitigación que deben implementarse simultáneamente: construcción de reservorios de retención, planificación urbana y educación. Esto último significa aprender a vivir con la posibilidad de inundarse”, agregó MichaÅ Szydlowski, ingeniero de la Universidad Tecnológica de Gdansk.
Pocos políticos quieren ir en contra de la opinión pública. Las asambleas nos permiten traducir los sentimientos de la gente en acciones
En las dos últimas jornadas todas las propuestas se sometieron a deliberación. Con el 80% de los apoyos, las mociones se transformaban en recomendaciones formales de la asamblea y se convertían en obligatorias para el gobierno local. Con una adhesión menor, se cursaban como sugerencias al consistorio sin la obligación de ponerse en práctica.
Los asambleístas redactaron un total de 19 recomendaciones, de las cuales 16 lograron una adhesión superior al 80%, entre ellas una inversión de 40 millones de euros en infraestructura hídrica, la prohibición de nuevas talas de bosques y una campaña de educación ciudadana con todos los recursos de emergencia disponibles en caso de nuevas inundaciones.
Aplicado hasta el 90% de las medidas
Melisa Ross, investigadora postdoctoral sobre Desigualdad y Política Social de la Universidad de Bremen (Alemania) y codirectora de la Red de Asambleas Ciudadanas Globales (GloCAN), realizó un seguimiento político de las recomendaciones de la asamblea. El municipio informó de que, transcurridos dos años, había podido tramitar el 90% de las medidas recomendadas por la asamblea.
En primer lugar, los funcionarios del gobierno local encargados del proceso evaluaron “qué departamento, qué recomendaciones y qué unidad podría implementarlas de forma adecuada”. El resultado fue el lanzamiento de una campaña de comunicación para informar a los residentes sobre cómo actuar en caso de una situación de emergencia y dónde obtener ayuda; la creación de un fondo para pequeñas intervenciones para construir piscinas de retención natural y un nuevo plan de desarrollo urbano, entre otras medidas.
Durante los años posteriores, un equipo de gobierno siguió en contacto con los organizadores de la asamblea para comunicar los avances e informar a los ciudadanos sobre las etapas de implementación de sus recomendaciones. Gdansk volvió a sufrir lluvias torrenciales, con pluviometrías muy por encima de la media. Pero ninguna tormenta dejó las trágicas postales de 2016.
El poder ciudadano es clave para los tiempos que vienen
“Pocos políticos quieren ir en contra de la opinión pública. La pregunta que siempre nos hacemos es cómo conseguir la aprobación de esa opinión pública. Las asambleas nos dan esa posibilidad, traducir los sentimientos de la gente en acciones. Es una herramienta para conocer la opinión de los ciudadanos sobre temas importantes para su ciudad”, resumió el concejal Piotr Grzelak en la investigación de Ross.
La asamblea sobre la adaptación al cambio climático no fue la única en Gdansk. Se organizaron dos más, una de ellas sobre la contaminación del aire. La experiencia sirvió de modelo para otras ciudades de Polonia. Siete distritos celebraron paneles similares relacionados sobre la protección del medio ambiente.
En 2021, Gdansk dio un paso más en la participación ciudadana en la toma de decisiones. El Ayuntamiento creó el Presupuesto Ciudadano Verde, una forma de consulta social destinada a diagnosticar las necesidades de los ciudadanos en el ámbito de la ecología. Cualquier residente puede presentar una propuesta –la plantación de vegetación en áreas verdes urbanas o la creación de nuevas zonas verdes, por ejemplo– para que sea valorada por las autoridades locales.
En 2025, la cantidad destinada a este presupuesto roza el millón de euros: “El poder ciudadano es clave para los tiempos que vienen”, afirma Gerwin.
Segunda ola de asambleas climáticas ciudadanas
Hace unas semanas, Oxfam Intermón, Greenpeace, Asamblea Cívica por el Clima, el Observatorio de Sostenibilidad y Globe International realizaron una jornada de debate en el Congreso de los Diputados para pedir la implementación de un Parlamento Ciudadano Permanente por el Clima, un espacio de “deliberación continuo y vinculante” para enfrentar la “doble crisis”, la ecológica y la democrática.
En España, las asambleas ciudadanas climáticas se consolidaron en los últimos años, tanto a nivel estatal, autonómico (Catalunya, Navarra) y municipal (Barcelona, Bilbao, Mallorca). En junio de 2022, 100 ciudadanos consensuaron 172 propuestas climáticas (cinco meses con encuentros los fines de semana) que entregaron en mano al presidente Pedro Sánchez.
A juicio de estas organizaciones, España y Europa necesitan ahora una “segunda ola” de asambleas climáticas para romper con “la inacción política” y ejercer de contrapeso ante “la deriva antidemocrática”. Gdansk es un espejo. Bruselas, otro.
Muchas veces los partidos políticos no reflejan el sentir de la ciudadanía. Por eso urge expandir los derechos de participación pública
En 2023, ante el reto de lograr la neutralidad de carbono para 2050, el Gobierno de la capital de Bélgica creó un Consejo Ciudadano Permanente para el Clima con el objetivo de involucrar a los ciudadanos en las decisiones climáticas. La tarea de esta nueva institución es hacer recomendaciones sobre la política climática de la región, fijando la agenda, proponiendo soluciones y monitoreando los resultados.
Alberto Vela, asesor de European Environmental Bureau (EEB), la red más grande de organizaciones ciudadanas ambientales de Europa, dice que el doble desafío de esta “segunda ola” es, por un lado, institucionalizar las asambleas, que la permanencia obligue a las administraciones a su seguimiento; y por el otro, seducir a la sociedad civil no organizada, “muy intoxicada por la desinformación contra las políticas climáticas”.
De aquí al 2030, explica, los países tendrán que aplicar muchas de las normativas del Pacto Verde. “Este es el examen real de la política climática de la UE, donde la segunda ola de participación puede tener mucho sentido. Se va a necesitar consenso y aceptación de esas políticas. Por eso, abrir el proceso de participación con consultas de forma permanente puede resultar clave”, reflexiona.
Vela se aferra a una lección positiva de la primera tanda de asambleas climáticas: la valentía y la comprensión de sus participantes cuando los debates logran sortear los “canales de distorsión” (las redes sociales) y el lobby de las grandes corporaciones. “Si sientas a gente conservadora a hablar del impacto en la salud de los coches de combustión circulando por el centro de las ciudades, y piensan en sus abuelos y en sus hijos, si advierten que se trata de su salud, seguramente apoyarán medidas de protección ambiental. Es decir, muchas veces los partidos políticos no reflejan el sentir de la ciudadanía. Por eso urge expandir los derechos de participación pública”, señala.