Cuando, hace casi cinco años, entramos con Jordi Évole y su equipo del programa Salvados en una granja de Murcia que proveía a El Pozo, no sabíamos que estábamos a punto de desvelar el mayor escándalo de maltrato animal en granjas de la historia de España.
Jordi Évole y su equipo de Salvados estaban realizando un reportaje sobre la industria cárnica en España. Se pusieron en contacto con nosotros, con Igualdad Animal, ya que llevábamos más de una década realizando reportajes de investigación sobre esta industria. Teníamos imágenes que habíamos recibido de forma anónima de un caso grave en una granja de Murcia, y fuimos junto a Jordi Évole y su equipo a investigarlo. Lo que vimos allí fue aterrador: animales con hernias tan grandes que no podían ni moverse, cerdos deformados y muertos, escenas de canibalismo… Era la peor granja que habíamos visto.
Las imágenes que grabaron Jordi Évole y su equipo fueron emitidas en el programa “Stranger Pigs” de Salvados, emitido el domingo 4 de febrero de 2018. El reportaje creó un debate sin precedentes en España sobre la industria cárnica. El Pozo, al que suministraba la granja, negó cualquier responsabilidad, e incluso acusó a Igualdad Animal y a Jordi Évole de mentir.
Finalmente, cuando el escándalo estaba traspasando nuestras fronteras, emitió un comunicado cortando relaciones con esa granja y reconociendo, así, su vinculación.
Desde que grabamos junto a Jordi Évole y su equipo esta granja que suministraba a El Pozo, ha habido muchos intereses operando para que el caso no saliera a la luz. Incluso hubo presiones por la emisión del programa, como Jordi Évole reconoció en varias entrevistas.
Interpusimos una querella, teniendo como pruebas las imágenes emitidas en el programa, mis declaraciones y las de un cámara de Salvados como testigos, e informes veterinarios. A pesar de todas estas evidencias, la jueza decidió archivar el caso. Pero no nos dimos por vencidos.
Recurrimos el auto de archivo, la Audiencia Provincial de Murcia lo estimó, y, finalmente, el pasado miércoles 24 de enero, los dueños de la granja se sentaron en el banquillo, acusados por catorce delitos de maltrato animal.
El perito judicial que ha comparecido a instancia de la Fiscalía ha concluido que sí se produjo maltrato animal por omisión, ya que las hernias y lesiones que presentan los cerdos tenían la apariencia de llevar semanas sin tratarse.
Los dueños de la granja, los hermanos Carrasco, J.L.M.C. y J.M.C, han asegurado en sus respectivas declaraciones que nada garantiza que esa granja sea la suya, pese a que las coordenadas del GPS así lo indican.
Tres años de prisión y nueve de prohibición para la tenencia de animales
La Fiscalía acusa a los responsables de la granja de un delito continuado de maltrato animal y pide para ellos dieciocho meses de prisión y la prohibición de tenencia de animales por un periodo de cuatro años. Nosotros, como acusación popular, les imputamos catorce delitos de maltrato animal y reclamamos para ellos una pena de tres años de prisión -el máximo previsto por la ley- y nueve años de prohibición para la tenencia de animales.
Debido a la gran cantidad de testigos y peritos citados, el juicio no ha concluido y se reanudará el próximo viernes 2 de febrero a las 10 horas.
Aunque este caso nos escandalice enormemente, no podemos olvidar que el maltrato animal es la norma y no la excepción en la industria ganadera. Una industria que trata a los animales como máquinas de producción, como mercancía para obtener el máximo beneficio económico. A los cerdos se les mutila sin anestesia, las madres pasan su vida en jaulas en las que no pueden ni darse la vuelta, los animales están hacinados en granjas sin ver la luz del sol para ser convertidos en carne barata.
Pero este caso es tan importante porque, en un contexto social en el que toda esta violencia hacia los animales está normalizada, estamos poniendo a los animales y su sufrimiento en el centro, juzgando abusos que se han cometido contra ellos. Al tratarse de animales explotados en la industria ganadera, se convierte en un caso histórico.
Y con este caso, estamos poniendo sobre la mesa y denunciando a toda una industria, con empresas como El Pozo, que se lucra con el sufrimiento de millones de animales cada año, y que literalmente está destruyendo el planeta. Unas empresas que se creen intocables; que invierten millones de euros en publicidad y nos venden una imagen de animales felices en verdes prados. Pero su impunidad tiene los días contados.
Nos enfrentamos al lobby de la carne, un lobby poderoso y que hace todo lo posible para que esta clase de investigaciones no lleguen al público. En este juicio no sólo se está juzgando a los dueños de la granja que suministraba a El Pozo, y que supuso uno de los mayores escándalos sobre la industria cárnica en España. También está en el debate el derecho de la ciudadanía a tener esta información, a que realicemos estos reportajes de investigación sobre una de las industrias más herméticas del mundo.