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«Todo lo que yo sé me gusta transmitirlo a las demás personas»: Raquel Paz Hernández, Mujer Destacada del Municipio de Santa Cruz de La Palma 2025

Leticia Martín Ramos

Santa Cruz de La Palma —

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Si existe un ámbito de la Bajada de la Virgen de las Nieves (celebrada cada cinco años en Santa Cruz de La Palma) en el que la mujer ha tenido un protagonismo indiscutible es en el del modismo y confección de la indumentaria que lucen los personajes de los actos de su programa tradicional. De este modo, cabalgatas, danzas y diferentes muestras de teatro barroco (loa de recibimiento, carro y diálogo entre el castillo y la nave) se han visto favorecidas por mujeres que, aguja en mano, han hilvanado y han pespuntado, han remendado y han zurcido, han subido vueltos de mangas y han ensanchado cinturas. Junto con el gremio de bordadoras, buena parte del resultado de estos materiales artísticos en la puesta en escena ha sido justamente valorado por cronistas, periodistas e historiadores.

Una de las referencias más antiguas conocidas sobre este tema data de la convocatoria lustral de 1765, en la que el autor anónimo de la crónica de aquellos festejos da cuenta del tejido del traje que llevaba el personaje de la Fama del primer carro representado en esa edición, en la noche del 30 de enero: «iba un niño que hacía la Fama, vestido muy propiamente de tisú [‘tela de seda entretejida con hilos de oro o plata que pasan desde el haz al envés’], alas sembradas de ojos y oídos». Además de informar estas características, el autor hace hincapié en que este vestuario había sido realizado «con el costo que siempre la palmera curiosidad acostumbra» (Descripción verdadera de los solemnes cultos y célebres funciones que la Muy Noble y Leal Ciudad de Santa Cruz, en la isla del Señor San Miguel de La Palma consagró a María Santísima de las Nieves en su bajada a dicha ciudad en el quinquenio de este año de 1765, Santa Cruz de La Palma: Escuela Municipal de Teatro, Ayuntamiento de Santa Cruz de La Palma, 1989, p. 19).

La conciencia del valor intrínseco de este tipo de trabajos no ha sido, sin embargo, homogénea ni unilateral a lo largo del tiempo. Buen ejemplo es el testimonio de Agustina María Márquez. Según declaró en su testamento, otorgado en 1774, del tiempo en el que su hermano Manuel José Márquez de Aguiar había ocupado la mayordomía parroquial de El Salvador tras el fallecimiento de su otro hermano Jerónimo Márquez (ocurrido el 26 de junio de 1743), beneficiado de la misma iglesia, le quedaron a deber y «nada se le pagó ni satisfizo por dichos trabajos [de costura]» (Jaime Pérez García, La calle Trasera de Santa Cruz de La Palma, Santa Cruz de La Palma: [Caja General de Ahorros de Canarias; Colegio de Arquitectos de Canarias, Demarcación de La Palma], 2000, p. 76, nota 167). 

Trabajadoras a destajo, a menudo, sin reconocimiento y desprovistas del favor publicitario, su labor en la Bajada de la Virgen se ha singularizado por un compromiso que mucho ha tenido que ver con el orgullo personal y, por supuesto, con el factor primordial de su devoción fervorosa a Nuestra Señora de las Nieves, a lo que ha de añadirse la camaradería gestada en un ambiente laboral altruista en el que se comparten conocimientos y se resuelven dudas sobre cómo afrontar un patrón de vestuario. El mismo clima en el que se anudan las experiencias comunes o individuales de cooperación y en el que no falta el consabido ritual gastronómico, afrontado con viejas recetas del acervo cultural isleño (desde quesos de almendra hasta bizcochones, pasando por torrijas por Semana Santa o sopas de miel si estamos en Carnaval). 

A mano o a máquina, mujeres de toda condición, desde las más expertas hasta las que sólo hilvanan, se concitan cada cinco años para montar una de las piezas fundamentales de cualquier función lustral: el vestuario del Minué, del Carro, del Diálogo o de la Danza de Acróbatas, colgaduras para la procesión de la Entrada Triunfal y banderines para el Traslado de Bajada del Trono, sin olvidar una cortinilla que el presidente del Organismo Autónomo de la Bajada de la Virgen habrá de descorrer con motivo de alguna inauguración o conmemoración. 

Como en todo trabajo grupal que se precie, a la cabeza del taller lustral se encuentran profesionales del modismo, responsables de poner en marcha y de coordinar el elenco de voluntarias. Entre ellas, desde 2005 hasta 2020, se halla Raquel Paz Hernández. Natural del barrio puntallanero de La Galga, su primera instrucción arranca con el tópico femenino de la costura, aunque, en su caso, el diseño de moda le entusiasmó desde siempre hasta el punto de convertirlo, con el tiempo, en su profesión. Titulada Profesora de Corte y Confección en la modalidad de Señora y Caballero por la Academia Sistema Amador (Valencia) en 1974 y formada con diferentes cursos especializados en este ramo, su vínculo con las Fiestas Lustrales nace en 2005 con un contrato de trabajo de duración determinada suscrito con el Ayuntamiento de Santa Cruz de La Palma a través de un convenio entre el INEM y esta Administración Local dentro del programa «Zonas rurales deprimidas», continuando con otros formalizados bien por el Patronato Municipal de la Bajada de la Virgen o bien por el Ayuntamiento de Santa Cruz de La Palma, hasta su jubilación en octubre de 2022.

Durante este tiempo, que comprende las ediciones de 2005, 2010, 2015 y parcialmente la de 2020, además de haber dado forma al primer inventario del Taller Municipal de Costura, que se funda precisamente en septiembre de 2005, Raquel Paz Hernández llevaría a cabo una intensa labor de creación y producción de patronajes y de vestuario propio para la práctica totalidad de los números del programa tradicional de la Bajada, como la Danza de Acróbatas, la Danza Infantil Coreada, la Danza de Mascarones, la Cabalgata Anunciadora, la Danza de Enanos, el Festival del Siglo XVIII, la Batalla de Flores, el Carro Alegórico y Triunfal, Civitatem Decorare, el Diálogo entre el Castillo y la Nave, y la Loa de Recibimiento.

Como muestra de su sistema de trabajo, valga el siguiente testimonio de su ayudante y, en cierta manera, discípula Carmen María García Segura:

«Raquel es una persona que, a la hora de trabajar, no estaba pendiente ni del reloj ni del horario. Lo importante era hacer y sacar el trabajo. Si no disponía del material que había pensado o necesitaba (por no haber presupuesto), ella se ponía en frente de la estantería y algo encontraba para sustituir (o lo que fuera) y lograr que saliera adelante. […]

No había ningún diseño que se le resistiera en el patronaje. Cuanto más difícil se lo ponían, mejor le salía. Es una mega profesional. Con las medidas que cogía, las pruebas de vestuario le sobraban. Era y es exacto. Como más de una vez me dijo: “Coge con alfileres, máquina para adelante, a planchar y a colgar”. […]

Santa Cruz de La Palma ha tenido la suerte de contar con un taller como ninguno de los municipios de la isla. Hemos sido y somos la envidia de muchos de ellos. Recuerdo la visita al Taller de un señor al que se le caían los ojos al suelo cuando ella empezó a enseñarle todo el atrezo que había en cada una de las salas. Quedó maravillado».

La presente entrevista fue realizada el 14 de marzo de 2025 en la Biblioteca Municipal de Teatro Antonio Abdo de Santa Cruz de La Palma. La transcripción de la grabación ha corrido a cargo de María Nancy Torres Martín, administrativa adscrita a la Concejalía de Juventud y Deportes del Excmo. Ayuntamiento de Santa Cruz de La Palma dentro del Plan de Empleo Extraordinario 2024-2025.

Leticia Martín Ramos. ¿Cómo fueron tus inicios en el mundo de la costura? ¿Comenzaste esta actividad por herencia familiar, como entretenimiento, como actividad económica personal? ¿Dónde te formaste? 

María Raquel Paz Hernández. Tengo antecedentes familiares porque mi madre (antiguamente, toda mujer se formaba en costura; así lo requería aquella época) tenía conocimiento en costura. Mis inicios fueron en Los Sauces, en una academia que había. No recuerdo el nombre, pero sí que estaba en la parte alta de Distinción y que la profesora era Salomé Pérez.

Pues, sí, me gustaba. Me lo inculcaba mi madre, mi familia. Al empezar, a mí me gustaba y no tenía miedo ni a cortar ni a hacer patrón… lo que saliera. Y mi primer desastre ocurrió cuando la profesora me dio un patrón para que cortara un traje (porque la profesora se dedicaba a la costura exterior, para la calle) y corté tal y como estaba el patrón. No había ensaye de costura ni nada. Y la profesora me dijo: «Hiciste un desastre». «Pues la próxima vez no hago nada». Y me quedé tan cómoda.

Yo veía que aquello lo desarrollaba y me gustaba cada día más. Luego me hablaron de la Academia Sistema Amador, que estaba en la calle Triana, en Las Palmas, y me fui allí a hacer un curso. Después seguí en la Academia de Los Sauces y, al año siguiente, me fui a hacer otro curso. Pero después me iba especializando. Yo quería especializarme en ropa de caballero. Aquello me iba gustando. Entonces me saqué el título de Corte y Confección en ropa de señora y de caballero.

En esto, me gustaba la enseñanza y empecé a dar clases de corte y confección. Yo veía que a la gente le gustaba mi manera, mi método de enseñar. Yo enseñaba siempre a las chicas como jugando, sin dominio, sin exigencia. Total, que a la gente le gustaba. Estuve enseñando durante diez años o algo así. Estuve dando clases en privado, viviendo en Santa Cruz de La Palma, y casada ya. Y yo preparaba a gente para el título de Corte y Confección que tenía que examinarse en la central, en Las Palmas de Gran Canaria. Y yo acompañaba a esas personas que iban a examinarse. Y, así, hay aquí varias señoras que tienen su título.

Hubo una época, por los años 1996-1997, en la que el Instituto Tecnológico de Canarias organizó unos cursos industriales. Fueron varios cursos. Yo me apunté a todos: industrial, maquinista industrial, patronaje industrial y perfeccionamiento. En total, fueron unas 800 horas que hice con todos esos cursos. Por cierto, esas máquinas estuvieron donde actualmente se encuentra el Taller Municipal de Costura (en la antigua casa cuna del Hospital de Nuestra Señora de los Dolores, en la calle El Pilar). Terminados esos cursos, la maquinaria se la llevaron. 

En el 2005, cuando yo empecé a trabajar (ya me contrataron en el Ayuntamiento para mi primera edición de Bajada de la Virgen), se quiso retomar. Como yo ya sabía que esas máquinas existían, propuse dotar al Taller de esa maquinaria industrial que contaba con cortadoras eléctricas, planas (máquinas planas se refiere a que sólo cosen), máquinas de zig-zag, ojaladoras, botonadoras, etc. Era un taller completo, era una maravilla. Y esa maquinaria se la habían llevado a Tenerife porque la habían donado a Los Realejos, o sea, que nos habíamos quedado sin nada.

Así que se empezó a dotar el Taller Municipal con nueva maquinaria industrial. Insistí mucho en ese tema. Un Taller Municipal de Costura tenía que estar dotado con maquinaria industrial. En 2005 sólo contaba con una máquina plana, después se compró otra, una remalladora, cortadoras se adquirieron dos. Bajo mi insistencia. Me refiero a las cortadoras —para que ustedes tengan conocimiento— porque en Bajada de la Virgen solucionaban bastante. La labor consiste en montar un colchón de varios dobleces; con las cortadoras que se adquirieron se podía llegar a hacer hasta un colchón de veinticinco piezas: plantarle el patrón encima y cortar hasta veinticinco fragmentos a la vez. Entonces, se avanzaba mucho; fue una gran ventaja. Por ejemplo, para los trajes de la Danza de Acróbatas y esas cosas así; no para indumentarias específicas, como la del Minué, la del Carro Alegórico…, pues estas han de ser más personalizadas. 

LMR. ¿Compaginabas esta actividad con otras para colaborar con la economía familiar? 

MRPH. Estuve muchos años en los que me dedicaba a enseñar. Sólo a dar clases. Y luego cosía para mí o para alguna amistad. Como colaboración económica, no. La colaboración económica era la clase, la academia, que estaba dada de alta. 

LMR. ¿Cuándo se convirtió la costura en oficio? ¿Con qué tarea empezó y cómo ha evolucionado desde el punto de vista de tu independencia económica en relación con la familia?

MRPH. Empecé dando clases, y tenía mucha inquietud en la formación. Siempre estaba comprando libros y todo lo que salía de cursos lo hacía. Llegué a sacar el carné de artesana en Corte y Confección en el Cabildo Insular de La Palma, pero nunca trabajé como artesana, pues, posteriormente, empecé en el Taller Municipal y, al ver la envergadura del trabajo, nunca quise ocupar un tiempo extra por la tarde, porque en épocas determinadas del año había que inyectar horas al Taller y yo quería de dónde tirar. Me consagré por entero al Taller. 

LMR. Durante tu trayectoria, ¿llegaste a trabajar para alguna de las empresas exportadoras de bordados, o en conjunto con otras bordadoras, o has trabajado sola?

MRPH. El bordado pertenece a otra familia profesional. Realmente, lo mío es la creatividad, el patronaje. El bordado no ha sido lo fuerte; sí que he hecho algo, pero a nivel profesional no, desde luego que no. 

LMR. ¿Qué oportunidades te ha dado la costura (por ejemplo, la asistencia a ferias dentro y fuera de la isla, viajes, participación en desfiles)? 

MRPH. La costura me dio la oportunidad… O te rectifico. Estar en el Taller Municipal me dio la oportunidad de trabajar en lo que a mí más me gustaba, que era el vestuario teatral. Cuando yo me formé, pensaba: «A mí me gustaría estar en algún sitio en el que plasmar todos estos conocimientos». Sin saber que me iba a dedicar al vestuario teatral, me compraba libros de indumentaria dramática, de danza... Porque me encantaba, me gustaba mucho esa creatividad. Cuando yo empecé en el Taller (2005), a principios del 2006 era una época en la que económicamente se estaba bien. Concretamente, la Escuela Municipal de Teatro estaba regentada por D. Antonio Abdo Pérez y Dª. Pilar Rey Brito. Ellos, en su trayectoria profesional, conocieron a una escenógrafa polaca, que en ese entonces estaba en el Teatro Real de Madrid, llamada Malgorzata Zak (no sé si aún vive). La trajeron aquí, al Taller, y me la presentaron. Ella traía todos los bocetos de la obra Acto cultural: Colón, Cristóbal, el genovés alucinado para su representación en Santa Cruz de La Palma. Cuando me la presentaron… ¡imagínate el nivel que tendría para trabajar en el Teatro Real de Madrid! Yo no me explicaba cómo pudo venir aquí, a una isla. Vi, en ese momento, la oportunidad de aprender y no quise perder ni lo más mínimo. Con ella me instruí en los montajes de tocado, en cortar tocados, en los muchísimos patrones teatrales. Y sí, casi que la presentación de ella fue decirme: «Raquel, no te quiero engañar. Yo soy una persona muy exigente». Y le contesté: «No vamos a tener problema, porque yo soy una persona tan exigente como usted».

Y así mismo fue: trabajamos de maravilla. Pues nada, la obra se presentó en el Teatro Chico en 2007 y gustó tanto, que al siguiente año se llevó al Festival del Sur-Encuentro Tres Continentes de Agüimes y se puso en escena el 16 de julio de 2008 en la Casa Cultural del Cruce de Arinaga. Asistimos con todo el atrezo, yo llevaba todo, y viajé para ayudarlos a vestir. A mí me gustó esa experiencia muchísimo: por salir fuera, por ese intercambio cultural, ya que en ese festival había mucha gente de Latinoamérica. Fue enriquecedor. (Cuando las cosas me gustan, me fluyen). Fue una oportunidad de oro para adquirir tantos conocimientos que luego puse en práctica. Me vino muy bien después para otras obras de teatro.

Esta señora venía desde temprano al Taller, desde las 7:00. También iba por las tardes, hasta el punto de que ella prácticamente vivía allí. Y en esa época yo no tenía ni horario ni calendario; casi vivía con ella en el Taller. Nunca miré las horas que hacía de más: a mí eso no me importaba. A mí lo que más me importaba era lo que estaba aprendiendo de ella, que realmente es algo que adquirí y lo tengo. Pero todo lo que yo sé me gusta transmitirlo a las demás personas. Para que las demás personas tengan esa oportunidad y aprendan, y puedan hacer lo mismo que yo hice, e, incluso, mucho más. 

LMR. ¿Qué sientes, qué piensas al coser?

MRPH. ¡A mí me gusta tanto! Es lo fuerte mío, lo que más me gusta. Cuando me dan un boceto, analizarlo, tomar las medidas, observar esa anatomía humana y llevar a la práctica el patrón. Pero el patrón de manera… podría decir al 90%, perfecto. Porque mi objetivo, cuando hago un patrón, es probarlo y para la máquina y que no me saque fallos de ningún tipo. Luego siento una gran satisfacción cuando hago ese patronaje y lo pruebo: «¡Qué bien, qué bien!». Pues ¡imagínate la satisfacción que se puede sentir! Y luego, cosiendo me relajo muchísimo, me gusta lo que hago. Algo que nunca pensé fue que acabaría por enamorarme de esta profesión; la verdad es que cuando comencé, en los inicios, jamás lo pensé. Pero, claro, siento una gran gratitud hacia el Ayuntamiento de Santa Cruz de La Palma porque me dio la oportunidad de desarrollar lo que más me gustaba. 

LMR. ¿Cuál es tu primer recuerdo personal de Bajada al margen de tu oficio? 

MRPH. Ir a la puesta en escena de los actos, verlos y pensar que aquello fue desarrollado por alguien o que yo fui capaz de llevarlo a cabo. Yo sentía una gran satisfacción: «¡Oh, qué bien!». O, por el contrario: «¡No me lo puedo creer! ¿Esto está luciendo de esta manera? ¡Hubiese estado bien haberle dado otra forma!». 

LMR. ¿Cuál fue tu primera edición lustral trabajando como profesional de la costura? ¿Qué trabajos realizaste? 

MRPH. Mi primera edición lustral fue en 2005. Cuando yo empecé en ese año, ya había comenzado un taller-escuela (donde actualmente se ubica el Taller Municipal de Costura) que se encargó de las banderas y colgaduras y del vestuario del Minué. Por otra parte, el Taller lustral de esa convocatoria se instaló aquí, en el Centro Cultural José Pérez Andreu [calle Virgen de la Luz, número 8], en el que yo trabajé y en el que, excepto la indumentaria del Minué y por supuesto la Pandorga (que es otra historia), se confeccionó el vestuario de los actos. De él salieron la Danza de Acróbatas, la Danza de Enanos, el Carro, el Diálogo entre el Castillo y la Nave y la Loa.

Sí quiero puntualizar que, cuando me daban los bocetos para realizar esos actos, yo los miraba, los analizaba y veía los pros y los contras: «Pues esto puede ser» o «Ah, esto no puede ser», en cuyo caso ideaba cómo adaptarlos. Después llamaba a los diseñadores: «Mira, con este boceto yo he pensado que si lo hacemos de esta manera, a lo mejor puede resultar mejor». Y recalco: siempre, siempre conté con el apoyo de ellos. Me decían: «¿Tú crees que lo puedes hacer mejor? Pues, adelante, sin problema». Nunca me pusieron objeción. 

LMR. ¿Con qué diseñadores has trabajado durante las Fiestas Lustrales? 

MRPH. Con Juan Carlos Martín, quien desde 2005 ha trabajado con el Patronato Municipal de la Bajada de la Virgen (reestructurado desde 2018 como Organismo Autónomo Local de la Bajada de la Virgen). También con Luis Ortega Abraham, autor de letra y del boceto de los trajes de la primera parte de la Danza de Enanos Somos lo que aparentamos en 2015. Igualmente, con Luis Martín Rodríguez, que era el responsable de las caretas y de la caseta: me invadía mucho el Taller, iba mucho por allí, a ver cosas, a hablarme de los enanos, pero siempre estábamos de acuerdo. Nosotros funcionábamos así: él me planteaba y yo le presentaba al respecto. Siempre llegábamos a un acuerdo. Nunca tuve ningún problema con nadie en ese aspecto; jamás, jamás.

LMR. Nos estabas comentando que una de las cosas que más te gusta es observar esos bocetos. ¿Cómo se pueden mejorar? 

MRPH. Con la persona, con la anatomía de las personas.

LMR. ¿Cuál ha sido tu mayor aportación a los vestuarios de la Bajada de la Virgen?

MRPH. Realmente, yo creo que mi contribución para realizar los vestuarios de la Bajada de la Virgen, a partes iguales, para el Minué, el Carro y la Danza de Enanos. En el 2010 ya trabajé en el Minué. El Minué, el Carro Alegórico y la Danza de Enanos son los tres actos básicos más fuertes, en el sentido de mayor cantidad de prendas personalizadas. Desde ese punto de vista, creo que fue una aportación máxima.

LMR. ¿Crees que la costura se valora como instrumento fundamental dentro del marco de la Bajada de la Virgen?

MRPH. Pues pensé que se valoraba menos, pero en vista de este reconocimiento, yo pensé: «Ah, bueno, pues sí, sí que les llegó la valoración». Pero yo pensaba que este trabajo no estaba estimado. Aunque la valoración me la he dado yo, porque siempre he trabajado para mi enriquecimiento personal y mi satisfacción.

Bueno, sí había un reconocimiento en el sentido de que la gente me daba la enhorabuena (que muy buen). Pero a ver: la gente que va a los actos jamás llega a valorar el trabajo que hay detrás de ellos: ¡es que no pueden! No llegan a evaluarlo porque no pueden. Y no pueden cuando ignoran, cuando no cosen. Si ignoran la costura, no pueden llegar a valorarlo en su dimensión. Y eso yo lo entiendo y lo sé: detrás de un acto de estos hay muchísimo trabajo, mucho arte que desarrollar, muchas horas, mucha dedicación. Mucho arte que hay que ponerle ahí. Ganas y compromiso (¿compromiso? Bueno, mejor ya ni hablamos de eso). 

LMR. ¿Alguien de tu familia ha seguido tus pasos?

MRPH. Pues no. ¿Mis hijas? Una es ingeniera y otra es arquitecta; realmente, ellas están ejerciendo dentro de su profesión, pero sí que les gusta la creatividad y hacer cositas para ellas. Mi hermana también, mi hermana colaboraba mucho. Cuando venía en Bajada de la Virgen, iba para el Taller Municipal de Costura y estaba desde por la mañana hasta por la noche arriba, ayudando en todo lo que podía hacer. Me ayudó muchísimo. Ella se llama Ana Belkys y no tiene nada que ver con la profesión: es psicóloga y actualmente es directora de un instituto de enseñanzas medias, aunque le gusta la creatividad. Yo creo que todos los miembros de nuestra familia tienen tendencia a ser creativos (desde mi abuela).

Mi hija la pequeña (la que es arquitecta hoy) colaboraba conmigo en Bajada de la Virgen, en cabalgatas, estuvo varios años maquillando a los Reyes Magos, en Carnavales me hizo unos diseños de pancartas de caretas que se colgaron en las farolas. Ella colaboró conmigo en muchísimas cosas, muchísimas.

Sí, hay una vena artística, y todas están regadas con la vena artística.

LMR. Después de diez años de la última celebración, ¿qué emociones te despiertan estas Fiestas Lustrales?

MRPH. Bueno, yo siento un poquito de preocupación. Sinceramente, estoy preocupada porque (con lo que comentábamos anteriormente, que detrás de cada acto hay muchísimo trabajo, muchísimo compromiso) yo sé lo que hay que mover, y se han movido pocas fichas. Entonces va a ver un cúmulo de trabajo muy grande. A pesar de que el vestuario de la primera parte de los Enanos está hecho, faltan los galones. Parte del Minué está, pero, aun así, hay que confeccionar varios trajes nuevos y dan muchísimo trabajo porque se trata de prendas muy específicas, muy delicadas, en las que hay que poner mucha profesionalidad y mucha faena. Una persona de otro ámbito profesional no tiene por qué saber ni valorar este trabajo. A mí me preocupa porque sé lo que hay detrás de eso.

Yo sí voy a colaborar, yo tengo ganas de Bajada, me siento con ganas de participar y de que la gente se aproveche de mi experiencia. Yo disfruto. Una de las cosas que a mí me gustaba era dar las clases de corte y confección y todas esas cosas. Yo, todo lo que sé, tengo intención de ponerlo a disposición de todas las personas con interés para aprender y saberlo hacer. O sea, que a disposición de todo el que quiera aprender sigo estando.

LMR. Este reconocimiento por tu trayectoria está enmarcado dentro del 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, jornada en la que se conmemora la lucha de las mujeres por su participación en la sociedad y su desarrollo íntegro, en pie de la igualdad entre hombres y mujeres. ¿Cómo valoras el papel de la mujer dentro de los actos de las Fiestas Lustrales? ¿Has visto una evolución lo largo de su trayectoria?

MRPH. El papel de la mujer dentro de las Fiestas Lustrales es fundamental. En toda mi trayectoria profesional, nunca pasó por el Taller Municipal la experiencia de un hombre, la experiencia profesional en costura de un hombre. El papel de la mujer es fundamental, la mujer es la que mueve todo el Carro para poder llevarlo al escenario, o sea, que es muy importante: todo ese trabajo, que es mucho, mucho, que no se ve, no sale a la luz. El papel de la mujer necesita todavía mucho reconocimiento, en mi opinión.

LMR. ¿Cómo te sientes al recibir este reconocimiento como Mujer Destacada de Santa Cruz de La Palma en este año lustral 2025? 

MRPH. Tengo que comunicar mi sorpresa cuando me llamaron para darme la noticia y también mi alegría, porque experimenté una sensación de satisfacción al pensar: «¡Qué bien que mi trabajo se valoró, se vio y se reconoció!». Entonces, siento una enorme alegría y a mí siempre me invade, en todos los sentidos, una sensación de mucha gratitud: gratitud hacia todas las personas que me han reconocido, gratitud hacia mí misma por poder ofrecer lo que ofrezco. O sea, en una palabra, la palabra estrella es gratitud.

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