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No todas las especies habitan donde toleran la temperatura: también influyen sus competidores

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En el actual escenario de cambio climático, el comportamiento de la fauna resulta fundamental para conocer cómo puede afectar a la biodiversidad de nuestro planeta. El estudio de la distribución de las especies y desarrollo, heredado del visionario Charles Darwin, es un factor muy esclarecedor en este sentido porque permite averiguar y establecer conclusiones que están relacionadas con las temperaturas, aunque no de manera determinante en todos los casos.

El lugar en el que habitan las distintas especies de animales y plantas tiene mucho que ver con el clima pero, aunque la temperatura es una de las principales causas de las relaciones que observamos entre la distribución geográfica de la biodiversidad y el clima, no es la única.

Así lo ha constatado un grupo de investigación internacional, liderado por la estudiante de doctorado Nikki Moore de la Universidad de McGill (Canadá), que acaba de publicar un artículo en la revista Nature Ecology & Evolution. Ofrece nuevas perspectivas sobre la sensibilidad térmica de varias especies de animales ectotermos (cuya temperatura corporal depende de fuentes externas de calor) en ambientes marinos y terrestres, desafiando teorías previas sobre el impacto de la temperatura en los rangos de distribución de las especies.

En esta investigación han participado Ignacio Morales-Castilla, de la Universidad de Alcalá, y Miguel Ángel Olalla-Tárraga, de la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid, como coordinadores del consorcio internacional que ha producido el estudio.

“Algo más” limita la distribución de las especies

Morales-Castilla detalla algunos pormenores de los hallazgos. El más relevante, que algunas especies no ocupan todos aquellos lugares que les serían “propicios” de acuerdo con las temperaturas que son capaces de tolerar. Esto indica que algo más, aparte de la temperatura, limita la distribución de esas especies. Y ese “algo más” serían las denominadas “interacciones bióticas antagonistas”: si no encontramos una especie allí donde podría estar en base al clima, es probable que esto se deba a que “en esos lugares existan competidores o parásitos que desplacen y excluyan a esa especie”.

Eso no significa, apunta, que el cambio climático no afecta tanto a la biodiversidad. El profesor precisa que sigue siendo “el factor más determinante” en la distribución geográfica de las especies.

El matiz de este estudio es que hasta la fecha, para hacer pronósticos de cómo va a cambiar la distribución de la biodiversidad en un futuro, una mayoría de estudios han tenido en cuenta exclusivamente el clima,  mientras que estos resultados sugieren que “si queremos hacer pronósticos más precisos sería necesario ir teniendo también en cuenta las interacciones con otras especies”.

Pero, ¿de qué tipo de animales hablamos? En base a los resultados del estudio, se trataría fundamentalmente de aquellos ue habitan latitudes templadas en ambientes terrestres. Por ejemplo, especies de arañas de los géneros Crustulina y Scotina o lagartos del género Liolaemus que se distribuyen en regiones.

“Se ha demostrado que estas especies podrían habitar regiones tropicales de acuerdo con las temperaturas que son capaces de tolerar, pero no las encontramos en los trópicos”, detalla el experto de la UAH.

Porque el estudio se centra en un total 460 especies de animales ectotermos. Y aunque no aborda específicamente el porcentaje de ellas que podrían tener nuevas ubicaciones geográficas a largo plazo, los resultados sí indican que las especies marinas y las que habitan regiones tropicales ocupan en mayor medida esas áreas geográficas donde la temperatura les es propicia. “Esto implica que esas especies serían las más sensibles a aumentos de la temperatura derivados del cambio climático”.

 Ignacio Morales-Castilla también aclara que el hecho de que, además de la temperatura, otros limitantes como las interacciones bióticas son fundamentales para entender la distribución de las especies “no es algo realmente novedoso”. La investigación, de hecho, se inspira en una antigua hipótesis propuesta por Charles Darwin, que intuía que los ambientes tropicales, mucho más diversos, podrían ser limitantes por una mayor abundancia y diversidad de competidores y parásitos.

“Lo realmente novedoso es encontrar un patrón muy consistente que nos dice que esto solo afectaría a especies terrestres de ambientes templados y fríos. Esto nos indica que existe un compromiso entre la capacidad de tolerar o vivir en ambientes más fríos y ser competitivo y/o resistente a enfermedades en ambientes más cálidos”.

Diferenciar entre especiies marinas y terrestres

Por todo ello, la consecuencia es que, para predecir el futuro de la distribución de las especies, hay que distinguir entre especies marinas y terrestres, y dentro de las terrestres, entre tropicales y templadas.

El profesor subraya que las especies marinas y las de distribución tropical responderán mayoritariamente al clima y “a priori” sus distribuciones podrían cambiar más debido al calentamiento global. Por otro lado, las especies terrestres de ambientes templados, capaces de tolerar temperaturas más cálidas, no cambiarían tanto sus distribuciones por el cambio climático a no ser que a sus zonas de distribución fuesen llegando potenciales competidores y parásitos.

Estos hallazgos tienen amplias implicaciones para la conservación y la ecología, proporcionando una comprensión más profunda de cómo diferentes especies de animales de sangre fría pueden responder a los cambios de temperatura. A medida que el calentamiento global continúa afectando los ecosistemas en todo el mundo, este conocimiento es fundamental para tomar decisiones informadas sobre la conservación y la gestión de las especies.

En el actual escenario de cambio climático, el comportamiento de la fauna resulta fundamental para conocer cómo puede afectar a la biodiversidad de nuestro planeta. El estudio de la distribución de las especies y desarrollo, heredado del visionario Charles Darwin, es un factor muy esclarecedor en este sentido porque permite averiguar y establecer conclusiones que están relacionadas con las temperaturas, aunque no de manera determinante en todos los casos.

El lugar en el que habitan las distintas especies de animales y plantas tiene mucho que ver con el clima pero, aunque la temperatura es una de las principales causas de las relaciones que observamos entre la distribución geográfica de la biodiversidad y el clima, no es la única.