El discurso de la RABACHT y los floreros

Pareciera, según iba desgranando el presidente de la Real Academia de Bellas Artes y Ciencias Históricas de Toledo (RABACHT) las conclusiones del curso 2023-2024 durante la ceremonia de entrega de premios en el antiguo templo de San Román - sede del museo de la cultura visigótica-, que la academia ha tomado nota de lo vertido en esta columna a lo largo de los últimos meses. 

Efectivamente, Jesús Carrobles hizo mención el 7 de julio, entre otras cosas, a la necesidad de redactar lo mejor posible los nuevos planes de ordenación urbana que están pendientes de renovar o implementarse en la ciudad de Toledo: el plan general, los planes especiales de Vega Baja, Casco Histórico y Cigarrales o aquellos de modificación puntual o reforma interior que suponen intervenciones de impacto sobre el caserío toledano. También los retos que supone el incremento del turismo y las consecuencias que ello implica sobre la conservación del patrimonio toledano y de la vida cotidiana en el Casco Histórico. Y, asimismo, la necesidad de declarar bienes de interés patrimonial en su vertiente de valor inmaterial a elementos singulares como la fiesta del Corpus, el rito Mozárabe o la música generada en la catedral primada a lo largo de los siglos. 

La propia ceremonia aportó valor a la memoria colectiva y premió el esfuerzo por conservar el patrimonio cultural y natural a varias personas y colectivos de la provincia. La Escuela de Arte de Talavera de la Reina (Arte), el profesor Carlos Vizuete (Historia), el Festival Voix Vives (Literatura), Fundación Cigarral de Menores (Patrimonio), Estudio Vértice (Rehabilitación) y el éxito del Proyecto de recuperación del lince Ibérico (Patrimonio Natural) recibieron las distinciones, mientras que Almudena Cencerrado recibía la medalla como académica correspondiente. 

Nos llama la atención que los representantes de la administración, en especial de la concejala de Cultura y teniente de alcalde del ayuntamiento capitalino Ana Pérez Álvarez y del diputado y delegado del Área de Cultura de la Diputación provincial Tomás Manuel Arribas Ruiz (faltaba un representante de la Consejería de Educación, Cultura y Deporte) no realizasen ante el discurso que se acaba de pronunciar ninguna reflexión al respecto, ya que tienen una implicación directa en todo ello. 

Al contrario, nos resultaba paradójico a los presentes ver cómo se felicitaba y elogiaba la labor de un colectivo, Voix Vives, y su certamen de poesía. Pareciera que los responsables de la gestión cultural de nuestras instituciones siguen siendo los floreros de las respectivas mesas donde otros comensales deciden los planeamientos urbanísticos, las intervenciones sobre el patrimonio cultural y las inversiones en el área mientras ellos se dedican a ser el adorno del conjunto. 

Nos felicitamos de que la academia haya recobrado el pulso crítico que en otros momentos la ha caracterizado y esperemos que las autoridades presentes y ausentes tengan el interés de leer el discurso en las actas que puntualmente publica la Academia y lo tomen en cuenta a la hora de programar el próximo curso académico que, sin duda, y sobre todo para la gestión del patrimonio cultural de la ciudad de Toledo, será decisivo.

Pareciera, según iba desgranando el presidente de la Real Academia de Bellas Artes y Ciencias Históricas de Toledo (RABACHT) las conclusiones del curso 2023-2024 durante la ceremonia de entrega de premios en el antiguo templo de San Román - sede del museo de la cultura visigótica-, que la academia ha tomado nota de lo vertido en esta columna a lo largo de los últimos meses. 

Efectivamente, Jesús Carrobles hizo mención el 7 de julio, entre otras cosas, a la necesidad de redactar lo mejor posible los nuevos planes de ordenación urbana que están pendientes de renovar o implementarse en la ciudad de Toledo: el plan general, los planes especiales de Vega Baja, Casco Histórico y Cigarrales o aquellos de modificación puntual o reforma interior que suponen intervenciones de impacto sobre el caserío toledano. También los retos que supone el incremento del turismo y las consecuencias que ello implica sobre la conservación del patrimonio toledano y de la vida cotidiana en el Casco Histórico. Y, asimismo, la necesidad de declarar bienes de interés patrimonial en su vertiente de valor inmaterial a elementos singulares como la fiesta del Corpus, el rito Mozárabe o la música generada en la catedral primada a lo largo de los siglos.