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Noviembre de 1969. Yo estaba a punto de cumplir 15 años, y en Toledo, donde vivía, se rodaba la película 'Tristana', de Luis Buñuel. Por fin, el ministro Fraga había autorizado al director de cine español más prestigioso poder filmar en Toledo, sin inconvenientes de censura, su adaptación de la novela homónima de Benito Pérez Galdós. Por lo visto Fraga le dijo: “Luis, libertad total, pero no la vayas a liar.”
Galdós había situado su relato en el barrio madrileño de Chamberí. Buñuel fue bastante fiel al escritor canario, salvo en la localización, cambiando Madrid por Toledo. Su amor a esta ciudad por parte del calandino era inmenso; estaba dotada, según sus palabras, de un “ambiente indefinible”. En los años previos al estallido de la guerra, fundó la 'Orden de Toledo', con Lorca, Alberti, Dalí y otros, nombrándose a sí mismo condestable (el secretario era el simpático Pepín Bello).
El recorrido típico que hacían por la ciudad era el siguiente: llegaban en tren y, desde la estación, se dirigían al restaurante, entonces tasca, Venta de Aires, llamado así por el apellido del antiguo dueño. Su menú habitual era tortilla a caballo -con carne de cerdo-, perdiz y vino blanco de Yepes. Después visitaban el sepulcro del cardenal Tavera, reflejado con mucho 'fervor' en la película. Luego subían al barrio antiguo y se alojaban en la Posada de la Sangre, de resonancias cervantinas, cabe Zocodover. Por la noche tenían que emborracharse y perderse por Toledo, entonces a oscuras, sumidos, “como fantasmas de otro tiempo, en la callada irrealidad de la penumbra toledana”, escribe Rafael Alberti en su libro de memorias 'La arboleda perdida'.
Toda 'Tristana' está rodada en verídicos lugares toledanos, salvo las secuencias en que aparecen el Café Español, en plena plaza de Zocodover, y la escalera del campanario de la Catedral, que, por problemas técnicos, el escenógrafo criptanense Enrique Alarcón (1927-1995) tuvo que reproducir en los estudios Verona de Madrid. Pero sí salen los auténticos Paseo del Tránsito, Paseo de Recaredo, Zocodover, Hospital Tavera, Iglesia de San Justo, San Pedro Mártir, Santo Domingo el Real, calle de Santo Tomé, Hotel del Lino, la estación de ferrocarril, plaza de las Capuchinas, cigarral Loreto. Se recomienda conocer, especialmente para saber la reacción de la prensa toledana ante el rodaje de 'Tristana', el artículo de Rafael del Cerro Malagón “Los paseos toledanos de 'Tristana' con Luis Buñuel en 1969”, publicado en ABC el 11 de noviembre de 2019.
Yo recuerdo detalles del rodaje de 'Tristana'. Lo primero que vi fue filmar en Zocodover. Uno que conocía actuaba de extra limpiándose las botas en los soportales. En la plaza de Las Capuchinas, a la entrada del convento, bolitas de caucho simulaban la nieve que aparece en la escena en que Tristana recorre la calle, ya en silla de ruedas, llevada por Don Lope. A Buñuel y Fernando Rey nunca los vi. Se comentaba que a los extras los convocaban en las escaleras del Teatro Rojas y don Luis los seleccionaba personalmente. A Catherine Deneuve la columbré de lejos, saliendo del hotel Carlos V, donde estaban situados los camerinos. A Lola Gaos, gran fumadora, me la encontré en varias ocasiones en el estanco de la calle Ancha, pues yo también ya compraba tabaco. En esta misma calle Ancha, paseando el “tontódromo”, me crucé con frecuencia con Franco Nero, quien dejó la leyenda (que no pasaría de eso, leyenda) de preñar a varias toledanas. Muchos años después tuve amistad con Jesús Fernández, el joven personaje sordomudo, Saturno, hijo de Saturna (Lola Gaos).
Con mucha asiduidad he asistido, mientras residía en Toledo, a multitud de rodajes, pilladas las secuencias por casualidad. El 1964 -yo tenía 10 años- se rodó en Toledo 'El fabuloso mundo del circo', producida por Samuel Bronston y dirigida por Henry Hathaway. La película pertenecía al ámbito hollywoodiense, pero filmar en España salía más barato y encontraba más facilidades. Así, a trabajar junto al río Tajo vinieron nada menos que John Wayne, Claudia Cardinale y Rita Hayworth. Yo no asistí a ninguna escena, pero divisé algunas alpacas de paja colocadas en la carretera del Valle para tapar el tráfico. Y siendo más chico, al salir del colegio de los Maristas, corríamos unos cuantos chavales por la bajada del Cristo de la Luz, deteniéndonos la policía frente a la mezquita. Se había instalado un mercadillo con los actores disfrazados de moros con chilaba y turbantes. Al dejarnos pasar, bromeaban con nosotros azotándonos con lechugas.
Hace unos días vi, por primera vez, la película 'La novena puerta', de Roman Polanski. Polanski es, con Buñuel, mi realizador preferido, posiblemente superior a Buñuel en el terminado cinematográfico; siempre ha contado con más presupuesto que el genial aragonés. 'La novena puerta' está basada en la novela de Arturo Pérez-Reverte 'El club Dumas', cuya adaptación difiere de la trama del español, aunque no traiciona la intención del argumento. “Si se sigue fielmente la novela saldría una película de nueve horas”, declaraba Polanski en una lejana rueda de prensa celebrada en el Ayuntamiento de Toledo el 14 de septiembre de 1998 junto al actor protagonista Johnny Depp. Porque también Toledo sale en el film, como asimismo en la novela de Pérez-Reverte. Las localizaciones toledanas de la película son: la antigua librería (yo creo que situada cerca del Seminario) de los hermanos Ceniza, gemelos, encarnados por el actor José López Rodero, librería que es clave en el núcleo de la historia; la calle Aljibes y la estación de tren, que se hace pasar como la estación portuguesa de Sintra.
La cinta es un canto a Lucifer a través del libro del veneciano Aristide Torchia. La mujer de Polanski, Emmanuelle Seigner, es la bella y “diabólica” co-protagonista con el atractivo Johnny Depp. En 1968 se estrenó la película de Polanski 'La semilla del diablo', donde aparecía el edificio Dakota, de Nueva York; se decía que era un edificio maldito, terrible si se exhibía. En una de sus entradas murió Jonh Lennon asesinado por los disparos de Mark David Chapman Y la mujer del director judío, Sharon Tate, también fue salvajemente asesinada a puñaladas, en 1969, por el músico Charles Manson. La prensa especuló con las supuestas aficiones a la magia negra del matrimonio.
Noviembre de 1969. Yo estaba a punto de cumplir 15 años, y en Toledo, donde vivía, se rodaba la película 'Tristana', de Luis Buñuel. Por fin, el ministro Fraga había autorizado al director de cine español más prestigioso poder filmar en Toledo, sin inconvenientes de censura, su adaptación de la novela homónima de Benito Pérez Galdós. Por lo visto Fraga le dijo: “Luis, libertad total, pero no la vayas a liar.”
Galdós había situado su relato en el barrio madrileño de Chamberí. Buñuel fue bastante fiel al escritor canario, salvo en la localización, cambiando Madrid por Toledo. Su amor a esta ciudad por parte del calandino era inmenso; estaba dotada, según sus palabras, de un “ambiente indefinible”. En los años previos al estallido de la guerra, fundó la 'Orden de Toledo', con Lorca, Alberti, Dalí y otros, nombrándose a sí mismo condestable (el secretario era el simpático Pepín Bello).