García-Gallardo abandona la política con críticas a la dirección de Vox: “Acabar con las oligarquías dentro de los partidos es una quimera”

El que fuera exvicepresidente de Castilla y León y líder autonómico de Vox, Juan García-Gallardo, ha anunciado este lunes que deja todos los cargos en el partido (seguirá como militante) y que abandona la actividad política para volver a la abogacía. La renuncia de García-Gallardo se produce entre críticas a la dirección nacional del partido, una constante que se ha producido en más territorios y que en Castilla y León ha propiciado una crisis interna en el Grupo Parlamentario en la que dos procuradores han criticado a la ejecutiva nacional por “falta de democracia interna”.

“Entré en política activa con grandes dosis de ilusión y entusiasmo. Entré en un proyecto unido, pero ancho, en el que existían y cabían pluralidad de liderazgos y carismas. Esa situación ha cambiado. La dirección del partido ha ido ocupando cada vez más espacios en detrimento de los demás”, ha señalado García-Gallardo.

En la misiva, García-Gallardo ha lanzado un dardo a los dos procuradores disidentes para aclarar que “no es necesariamente malo por sí mismo” que la ejecutiva nacional ejerza todo el control frente a lo que dicen “los entusiastas de la democracia interna absoluta y las primarias para la selección de los candidatos a cargos electos”.

“La ley de hierro de la oligarquía, definida por Dalmacio Negro, es inevitable en cualquier organización, incluidos, por supuesto, los partidos políticos. El intento por acabar con las oligarquías dentro de los partidos es una quimera; una acción estéril que sólo conduce a la melancolía. En lo que no cabe el conformismo es en la exigencia de una conducta ética a quienes integran las oligarquías que gobiernan los partidos políticos”, prosigue la carta, aunque la ley que cita es original de Robert Michells y usada por el filósofo español posteriormente.

El exvicepresidente de la Junta ha aclarado que su decisión es “independiente” de la adoptada por “quienes han desafiado públicamente a la dirección del partido con exhibiciones de rebelión en Salamanca” o “constituyendo plataformas de afiliados para cuestionar decisiones relevantes de la dirección en política internacional”.

García-Gallardo ha defendido que sus discrepancias con la dirección del partido “no tienen que ver con la forma de selección de los candidatos, ni con la participación en uno u otro grupo político europeo”. La decisión “es personal e independiente”, ha apostillado.

El ahora exportavoz de Vox en las Cortes ha matizado que ha sido “leal” a Santiago Abascal y “su equipo más próximo” pero añade un matiz: “Lealtad toda, mientras exista reciprocidad”. “Lealtad y apoyo siempre y ante todo al programa político de VOX, sin matices, que espero poder seguir contribuyendo a que triunfe, con mi humilde aportación, por el bien de España”, ha apuntado en la carta.

Asimismo, también reconoce que “ha canalizado” todas sus discrepancias con las decisiones de la dirección del partido “con el mayor nivel de reserva posible”.

El exlíder de Vox acaba su comunicado remarcando que “en cuestiones de conciencia no cabe el cálculo, solo la acción firme y desinteresada, con respeto a las normas, especialmente para quienes pudiera parecer que no merecen ese amparo”. Cierro esta carta recordando que, para algunos, el éxito no se mide por el poder o el dinero, sino por ser digno de ser imitado por nuestros hijos y compatriotas“.

El portavoz nacional de Vox, José Antonio Fúster, ha atribuido la dimisión de García-Gallardo a que no ha querido condenar la “operación de dos oportunistas que han tratado de dañar al partido”, en referencia a los dos procuradores expulsados este viernes por pedir más democracia interna, recoge la agencia EFE. El partido atribuyó a ambiciones personales y un ataque contra la formación promovida por “terminales mediáticas del PP” las exigencias de estos dos procuradores.

Una trayectoria de tres años

Juan García-Gallardo llegó a la política a lo grande en enero de 2022, al ser designado por sorpresa como candidato de Vox a la presidencia de la Junta de Castilla y León en las elecciones anticipadas que convocó Alfonso Fernández Mañueco al romper con Ciudadanos. El gran resultado electoral de la extrema derecha le convirtió en vicepresidente de Castilla y León sin apenas funciones, y pronto adquirió notoriedad mediática por sus frecuentes polémicas, sus insultos y sus mensajes de odio, convirtiéndose en un dolor de cabeza permanente para el gobierno de coalición con el PP.

Algunas de sus controversias han sido cuando se negó a definir el franquismo como dictadura; cuando llamó “señoritos” a los productores de cine en los Goya; cuando insultó de forma reiterada a varios cargos del PSOE; cuando realizó cánticos racistas y presenció hostigamientos a una periodista; cuando el PSOE le acusó de hacer gestos de una felación a una procuradora socialista; por sus comentarios hacia una parlamentaria con discapacidad; cuando acusó a las mujeres de ser unas “desalmadas” para quedarse la custodia de los hijos; cuando intentó colar un protocolo antiaborto para el que no tenía competencias; cuando insultó a su predecesor Francisco Igea en sede parlamentaria; cuando mostró su transfobia al aprobarse la ley Trans o cuando vinculó la falta de mano de obra con supuestas ‘paguitas’. La gestión política de García-Gallardo ha destacado más por sus controversias que por sus logros, y con momentos políticos surrealistas para la historia como ir a la concentración motera Pingüinos en coche oficial y sacar un casco de moto para la foto.

En julio del 2024 Gallardo dimitía como vicepresidente de la Junta de Castilla y León al romper Vox los gobiernos autonómicos con el PP, reconociendo algunas discrepancias con la dirección nacional por cómo se había gestionado el asunto. Entonces se refugió en las Cortes autonómicas como portavoz pero su brillo político perdía fuerza interna, con el presidente del legislativo, Carlos Pollán, como nueva referencia de Vox auspiciada por la dirección nacional de Santiago Abascal. Tres años después de su llegada a la alta política, García-Gallardo deja la política activa con un largo rastro de polémicas que permanecerán para siempre en la hemeroteca.