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El PP se juega 35 años de poder en Castilla y León con las incógnitas de Vox y la España Vaciada

Antonio Vega

27 de enero de 2022 22:06 h

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Arranca una campaña electoral inédita en la historia de Castilla y León, la única autonomía que no ha cambiado al partido en el Gobierno durante los últimos 35 años. A tenor de las encuestas, todo está en el aire porque uno de cada tres votantes asegura que no ha decidido su papeleta. Y por primera vez el 13 de febrero se votará solo al parlamento regional, sin elecciones municipales a la vez. 

Sobre el papel, el PP de Alfonso Fernández Mañueco, que al estilo de Ayuso en Madrid, decidió romper su gobierno por sorpresa y echar a Ciudadanos para comerse a todo su electorado, está todavía lejos de la mayoría absoluta. Según el último CIS, ni siquiera sumaría con Vox.

Las elecciones presentan muchas incógnitas: cómo afectará a la participación, y a alguno de los bloques en particular, la sexta ola o una votación en pleno invierno, tras muchas citas electorales en primavera. 

Pero la pregunta fundamental es si la derecha será capaz de conservar un poder que salvó in extremis en 2019 gracias al apoyo de Ciudadanos, un partido en derribo dos años después. Durante 35 años la comunidad ha sido gobernada por el PP con las incontestables mayorías absolutas de Juan José Lucas y Juan Vicente Herrera y cuando no pudo, a través de coaliciones, como la primera con el CDS que llevó a José María Aznar al poder en 1987, o esta última junto a Ciudadanos que hizo saltar por los aires Mañueco a las puertas de la navidad.   

Su convocatoria electoral es una prueba de supervivencia para el propio Alfonso Fernández Mañueco, ya que aunque ahora sus relaciones con los dirigentes nacionales de su partido son buenas, en parte gracias a adelantar las elecciones para favorecer el ciclo de victorias que ansía Pablo Casado, esto no ha sido siempre así y su entorno temía incluso alguna maniobra para apartarlo de la candidatura. Su cesión ante Génova 13 le ha garantizado repetir como cabeza de cartel, pero solo un gran resultado que le acerque a la mayoría absoluta consolidará su estabilidad interna. De entrada, quien fuera hasta hace nada su vicepresidente en el Gobierno y socio, Franscisco Igea, ya ha advertido que si de él depende, Mañueco no repetirá en la presidencia y el PP tendrá que buscarse un relevo.  

Como hace dos años, los casos de corrupción heredados de la época Herrera, y en concreto la trama eólica y el caso ‘Perla Negra’ que empezará a juzgarse en marzo, quitan todavía hoy el sueño a la cúpula del PP que espera que los tiempos electorales escogidos amortigüen un castigo en las urnas que le hizo ser segunda fuerza en 2019. A Mañueco le preocupa especialmente la evolución del 'caso primarias', en el que el partido en Salamanca está imputado por presunta financiación ilegal en la elección interna que le hizo presidente de la formación a nivel autonómico en 2017. El PP de Castilla y León espera volver a gobernar y hacerlo en solitario. Su sueño de recuperar la mayoría absoluta parece lejano en estos tiempos de fragmentación electoral, pero en todo caso aspira a no depender de un solo partido. Pese a que públicamente no rechazan la entrada de la extrema derecha en un futuro gobierno, los populares prefieren un gobierno en solitario con apoyos externos. Vox, entretanto, avisa que es el momento de empezar a gestionar presupuesto. 

En el PSOE afrontan las elecciones con la ambición de repetir el histórico resultado de 2019, poniendo incluso, salvo alguna mínima excepción, las mismas listas que les llevaron a una inédita victoria de la mano de su candidato Luis Tudanca, al que la decisión de Albert Rivera privó de la presidencia hace dos años.  

La moción de censura en Castilla y León, derivada de la de Murcia por los tiempos de La Moncloa, marcó la legislatura pese a que no logró desbancar a Mañueco. La amenaza de que se convocase otra fue uno de los temores del Partido Popular que le empujaron a apretar el botón de elecciones, desconfiados como estaban de que Ciudadanos, en caída libre desde hace dos años, tuviese la tentación de repetir los movimientos de Murcia.

Tudanca ha sido el único líder del PSOE capaz de devolver la victoria al partido en unas autonómicas desde los años 80. Pero estas elecciones de 2022 serán las terceras a las que se presenta. En su haber están tanto los resultados desastrosos de 2015 como los históricos de cuatro años después. Si no logra el poder en esta ocasión, su posición al frente de los socialistas será un asunto a abordar, y dependiendo del resultado será antes o después de las elecciones municipales previstas para el 2023. El PSOE ostenta actualmente una de las mayores cuotas de poder municipal que jamás ha tenido en la comunidad, con las principales ciudades como Valladolid, Burgos o León como puntales pero, a diferencia de lo que ha sucedido siempre, los gobiernos de esas capitales no se votan este 13 de febrero, que será solo autonómico.

La nueva oportunidad de Igea

El Ciudadanos de Francisco Igea tiene en su mano ratificar la defunción del partido si desaparece de las Cortes autonómicas o arrojar un rayo de esperanza a los autollamados ‘liberales’ si conforma grupo propio como algunas encuestas generosas indican como posibilidad. La abrupta salida del Gobierno de coalición, con Igea diciendo durante meses que confiaba en Mañueco y su palabra de no convocar elecciones, provocó una inédita situación: la unión del partido con Igea de candidato, una circunstancia que pocas semanas antes nadie hubiera apostado por su alejamiento de la dirección nacional y autonómica del partido.

Igea es ahora el principal activo de Ciudadanos, que confía en elevar sus expectativas en los dos debates obligatorios en los que ellos serán el tercer protagonista más allá del bipartidismo. Con una campaña de menos a más y un perfil propio, el partido liberal espera que se consoliden las encuestas que apuntan a que sus expectativas han ido mejorando. Igea asegura que Mañueco jamás volverá a ser presidente con sus votos, no otro posible candidato del PP, y el partido mantiene los acuerdos municipales que tiene con los populares pese a la “traición” de la convocatoria electoral. 

El Grupo Mixto quiere crecer

Podemos e Izquierda Unida acuden juntos por vez primera a unas elecciones en Castilla y León este 2021. Un acuerdo que es más que una necesidad para mantener y, si es posible –como anticipa el CIS–, mejorar la representación en las Cortes autonómicas, donde por ir separados en 2019 se quedaron sin escaño en la provincia de Valladolid y estuvieron cerca de perder su escaño en León. Juntos confían en que la unión haga la fuerza y Pablo Fernández, que ha saltado de la candidatura por León a la de la provincia pucelana, pueda volver a ser el azote parlamentario del gobierno autonómico si la derecha sigue en el poder. Y una pieza fundamental si se diera la posibilidad de un pacto de izquierdas.

Los leonesistas de Unión del Pueblo Leonés (UPL) buscan en estas elecciones multiplicar sus votos y escaños autonómicos con su objetivo de siempre, romper la autonomía y constituir la comunidad número 18 con las provincias de la Región Leonesa (León, Salamanca y Zamora). Aupados por el movimiento de aprobación en ayuntamientos de León de mociones a favor de otra autonomía, que representan más del 50% de la población de esa provincia, los leonesistas encabezados por Luis Mariano Santos aspiran a lograr tres procuradores (diputados autonómicos) que les devuelvan a sus días de gloria y poder ser decisivos en las políticas del próximo gobierno. Con una histórica base conservadora, UPL ha apoyado tanto gobiernos locales del PP como del PSOE, como hace actualmente en la Diputación de León.

Por Ávila, el partido al que acusó Mañueco de maniobras en los presupuestos que ocasionaron la convocatoria electoral, busca consolidarse en estas elecciones. Nació como una escisión del PP en la provincia con el voto más conservador de España. Su éxito electoral en 2019 le permitió gobernar la capital de la provincia y entrar a las Cortes de Castilla y León. La falta de mayoría desde la moción de censura les convirtió en el objeto de deseo del gobierno de PP y Ciudadanos para sacar adelante sus proyectos legislativos, pero todo saltó por los aires con la convocatoria cuando Por Ávila exigía estabilidad para finalizar la legislatura. El acuerdo no fue posible tampoco por las malas relaciones entre el PP abulense y sus excompañeros de partido, que se disputan el mismo espacio electoral. Su resultado puede marcar su futuro en las municipales del 2023.

Las expectativas más altas para el 13F las tiene Vox. Con un polémico candidato escogido en Madrid, Juan García-Gallardo Frings, el partido espera ser decisivo para la conformación de gobierno y va avisando al PP de que pedirán una coalición si dan los números. La mayoría de las encuestas, salvo el CIS, dan por hecho que la suma puede salir el domingo 13 de febrero. Un éxito electoral ese día en un territorio histórico del PP pondría en un aprieto el liderazgo en el sector conservador, especialmente en el mundo rural donde tradicionalmente a Vox le ha sido hasta ahora más difícil conseguir representación. La falta de acuerdo entre ambos partidos dejó la alcaldía de Burgos en manos del PSOE y las relaciones en las Cortes han sido poco fluidas mientras el PP gobernó con Ciudadanos. Ahora, la posibilidad de conformar un grupo parlamentario propio amplio puede cambiarlo todo.

La oportunidad de la España Vaciada

La España Vaciada afronta en estos comicios del 13 de febrero su primera reválida electoral como actor electoral. Y son la gran incógnita de la cita, está por ver si sus resultados les darán asientos en las Cortes autonómicas y la capacidad para influir en el próximo gobierno autonómico, su principal aspiración. 

En tiempo récord han logrado armar candidaturas en cinco de las nueve provincias, con Soria como epicentro de las expectativas gracias a la trayectoria de dos décadas de Soria Ya. Aunque no ha logrado completar el mapa de provincias, por la premura electoral, su primer objetivo ya está logrado, ya que el CIS sitúa la despoblación como el primer problema que preocupa a los castellanos y leoneses, a notable distancia de los siguientes que son el paro y la sanidad.

Las candidaturas de la España Vaciada son heterogéneas y van desde los miembros más conocidos de Soria Ya, a expolíticos de otros partidos como Ciudadanos, fundamentalmente en la candidatura de Valladolid, o incluso de Podemos. Su llegada a las Cortes de Castilla y León puede marcar el camino de más candidaturas por el resto de la España interior que se considera abandonada por los distintos poderes. Su único objetivo, repiten, es, aseguran “intentar aportar soluciones a los problemas que nos afectan, para eso están los políticos”.