El profesor de Filosofía de la Universidad parisina de La Sorbona, Yves Charles Zarka, plantea en su último libro Refundar el cosmopolitismo (Publicaciones y Ediciones. Universidad de Barcelona) un cosmopolitismo que rompa muros. Zarka, que ha sido director de investigación del CNRS y fundador y director de la revista 'Cités', defiende un nuevo cosmopolitismo que se resista a las leyes injustas, por más que las dicten regímenes democráticos, y se imponga a la lógica del beneficio que caracteriza el sistema capitalista.
¿Qué debemos entender por cosmopolitismo hoy?
Hay que entender todo lo que concierne a la humanidad entera. Es la idea de que hay principios universales que se aplican a toda la humanidad. Esta idea es contestada porque hay gente que piensa que estos principios universales no existen, que cada cultura tiene su propio universo. No es falso. Hay pretensiones universales propias de cada cultura, que no se pueden superponer. La idea cosmopolita es un desafío. Hay principios que deberían ser reconocidos por todos los individuos, sea cual sea su condición, si actúan de forma racional.
La idea cosmopolita es muy antigua. Viene de Grecia. De historiadores que entendían el mundo como una ciudad, con derechos y deberes de todos los ciudadanos. Sin diferencias. Había sabios y gente que no lo era. Gente virtuosa y gente que no. Esclavos y maestros. Pero todos eran humanos y todos formaban parte de una ciudad regida por principios jurídicos comunes.
¿Cuál es el sentido hoy del cosmopolitismo?
Su sentido es que hay normas válidas para toda la Humanidad en un mundo que se va desarrollando, a veces de forma peligrosa. Tal y como yo lo concibo, el cosmopolitismo tiene la preocupación de mantener habitable la Tierra. Antes, se hablaba de 'la ciudad de los hombres de Dios'. Ahora hay que hablar de 'la ciudad de los hombres y del conjunto de los seres vivientes', de la que el hombre es el único responsable.
¿Por qué hay que refundar el cosmopolitismo?
Porque no nos podemos mantener en la idea antigua griega de un mundo regido por dioses, por la providencia. No lo podemos aceptar. Esto no funciona. Tenemos el reto del peligro para la Tierra. Hay que cambiar el contenido y la forma del cosmopolitismo.
Partimos de la idea del hombre como ciudadano del mundo. Y como tal tiene derechos y deberes. Hacen falta nuevas normas frente a lo que es inaceptable hoy; por ejemplo, la evolución de la economía únicamente encaminada hacia el beneficio sin preocuparse del interés común de los países y de la Humanidad. Hay que fundamentar el principio de la resistencia al poder ilegítimo, violento o autoritario.
La idea cosmopolita es una idea de la razón, como dice Kant, a partir de la cual juzgar lo que pasa hoy.
Quiero refundar el cosmopolitismo a partir de un principio que he desarrollado y que llamo 'la inapropiabilidad de la Tierra'. Lo deduzco de los derechos del hombre, no entendidos como un repertorio, una colección de derechos, sino de los que son verdaderamente fundamentales. A partir del cosmopolitismo se pueden deducir principios que permiten juzgar el mundo político, económico y social actual.
¿Qué principios están comprendidos dentro de la idea cosmopolita?
Son principios racionales. Pertenecemos a tradiciones y culturales diferentes pero somos capaces de reconocer principios racionales comunes que nos definen. Hay que diferenciar las dimensiones cosmopolita y política. La política tiene una dimensión histórica. El cosmopolitismo, no. Para la política, los países tienen fronteras, fruto de guerras, de lo que sea. El cosmopolitismo debe regular la política. No se deben confundir.
Hay retos que son globales: los ambientales, económicos, geopolíticos,... Nadie puede decir que está en un rincón y que no se interesa por nada más. Hay cosas que pasan en un lado del mundo que tienen efectos en las antípodas. Esta universalización de la existencia humana ha pasado a ser algo problemático, peligroso. Esta mundialización, esta globalización conlleva la universalización de los retos pero no nos dice por qué vía hay que ir. El cosmopolitismo permite saberlo. Es una perspectiva que proporciona las reglas para comprender que nos debemos unos a otros y en qué dirección debemos conducir nuestro desarrollo.
¿El cosmopolitismo tiene fronteras?
No. Es la política quien las marca. En el cosmopolitismo no hay fronteras. Las fronteras son enteramente históricas. No son naturales. Las fronteras de España con Portugal o Francia son históricas, no naturales. El cosmopolitismo no conoce fronteras. Como ciudadanos del mundo estamos en nuestra casa en cualquier lado. Somos ciudadanos españoles, franceses, europeos, americanos, o chinos, pero desde el punto de vista cosmopolita estamos en nuestra casa en cualquier sitio. Desde el punto de vista político, no.
Somos ciudadanos del mundo y de un estado en particular. El hecho de ser ciudadanos del mundo nos permite cambiar la mirada sobre nosotros mismos como ciudadanos de un estado particular.
Usted define el mundo como una gran ciudad. ¿Qué diferencia hay entre el cosmopolitismo y la globalización, la mundialización?
La mundialización es el desarrollo del mundo tal y como se hace ahora económicamente, políticamente, socialmente. El cosmopolitismo tiene la perspectiva sobre el conjunto de la humanidad. El principio cosmopolita se opone a la evolución de la globalización.
La economía se desarrolla sobre la base del beneficio. Todas las sociedades buscan la producción de beneficio. Esto causa desigualdades. Hay quien hace beneficios y hay quien no tiene nada. Hay partes del mundo que lo tienen todo y otros que no tienen nada. La búsqueda del beneficio ha causado la sobreexplotación de la Tierra y de los recursos, el cambio climático,... Esto es la globalización. El cosmopolitismo no es eso. Quiere que la humanidad viva en un mundo habitable. Contradice la forma en que se produce la globalización actual.
El cosmopolitismo es, pues, incompatible con el capitalismo.
El cosmopolitismo tiene, efectivamente, una dimensión de crítica muy fuerte del capitalismo. No es compatible con el capitalismo que conocemos; es decir, la búsqueda sistemática del beneficio, el crecimiento de las desigualdades, la sobreexplotación,...
Usted habla de la 'inapropiabilidad' de la Tierra. ¿Qué debemos entender por esta 'inapropiabilidad'?
Es una idea paradójica, porque la Tierra ha sufrido todas las explotaciones. La Tierra, como mundo habitable, no nos pertenece. Nosotros pertenecemos a la Tierra. Nuestra existencia, no sólo desde el punto de vista biológico sino desde todas sus dimensiones -afectiva, mental, del pensamiento,...- es terrestre. Un ángel no sería como nosotros. Dios no piensa como nosotros. Nosotros pensamos como seres terrestres. Todo lo que somos lo somos como terrestres.
La Tierra es inapropiable, pero al mismo tiempo está sometida a diversas formas de apropiación. La idea de 'inapropiable' debe servir de límite a las apropiaciones. La 'inapropiabilidad' de la Tierra es nuestra condición fundamental en relación a ella. Todo lo que somos lo somos como seres terrestres. El recurso a la 'inapropiabilidad' de la Tierra pone límites a la explotación, a la propiedad, a las fronteras.
También habla del derecho a la resistencia del cosmopolitismo
El principio cosmopolita debe pensar la resistencia al poder autoritario, injusto o que promueve la sobreexplotación. Trump ha suprimido el decreto que Obama había aprobado en relación a limitar la extracción de minerales fósiles. Yo lo contradigo. Y lo puedo hacer aunque no sea estadounidense. Trump y nosotros somos ciudadanos del mundo. Y su decisión es irresponsable en relación al mundo al que pertenecemos. Si no tenemos principios cosmopolitas ¿cómo podemos responder a Trump?. Él está en su casa. Ha ganado sus elecciones.
Hay quien dice que hay que esperar las próximas elecciones
Se podría esperar. Pero mientras no podemos quedarnos de brazos cruzados. ¿Por qué han fracasado todos los movimientos de resistencia, incluido 'Podemos'? Porque les faltan principios cosmopolitas que dan sentido a la resistencia. Como ciudadano del mundo yo soy responsable de lo que ocurre en todo él.
Apuesta por un humanismo ‘cosmopolita'. ¿Qué tiene o debería tener de especial este humanismo?
Se deduce del principio cosmopolita. Tiene dos dimensiones fundamentales que no son las mismas que las del humanismo tradicional. El humanismo tradicional está marcado por la ruptura entre el hombre y el animal y, desde el Renacimiento, piensa el hombre como una isla. El humanismo cosmopolita no sólo considera al hombre sino al resto de seres vivos. No rompe entre la animalidad y la humanidad. Y, en segundo lugar, vuelve a pensar al hombre como responsable de todo lo que le rodea, en relación al resto de personas y seres vivos.
Asegura que el cosmopolitismo supone el triunfo de la 'hospitalidad' frente a la ‘hostilidad'. ¿Quién impondrá esta ‘hospitalidad'? ¿Estamos siendo realistas o utópicos?
La política implica que cada uno se quede en su casa. El cosmopolitismo añade la ‘hospitalidad 'al reto político. El extranjero no es el enemigo sino alguien a quien acogemos. La acogida, ciertamente, debe someterse a directrices estatales. No se trata de acoger a todos con los brazos abiertos. La dimensión política tiene exigencias propias -diferentes de las de la dimensión cosmopolita- y los estados deben estar abiertos a los extranjeros pero no de forma irracional. Se trata de acoger en función de las exigencias propias de los diferentes estados.
En las elecciones presidenciales francesas ¿se habla del cosmopolitismo?
No. Nada. Las elecciones francesas son una catástrofe. Tenemos a François Fillon, un ladrón que ha robado para beneficiar a su familia. Tenemos a Marine Le Pen que quiere un cierre total del país.
¿Y la izquierda?
Tiene propuestas políticamente totalmente irracionales. La Renta Universal de Existencia no es sostenible. Pretende dar dinero a las personas por el solo hecho de existir. No hay suficiente dinero. Y crea una sociedad en la que los individuos no tienen que esforzarse para sacar lo mejor de ellos mismos. Conozco bien China y Estados Unidos. No estoy de acuerdo con sus sistemas, pero los ciudadanos chinos y americanos son impulsados a dar lo mejor de ellos mismos.
No estoy contra los derechos sociales. Evidentemente. Pero estoy en contra de que se acepte que no es necesario que los ciudadanos intenten alcanzar sus límites. Una sociedad en la que los individuos viven porque reciben un ingreso por el simple hecho de vivir se volverá amorfa. No tengo el derecho a no hacer nada. Hay que tener alguna actividad, participar en la creación de la riqueza común. El ingreso universal es económicamente irracional y socialmente destructivo.