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Desalojadas el Kubo y la Ruïna, las fincas okupadas que la derecha quiso usar para ganar votos en las elecciones

Sandra Vicente

30 de noviembre de 2023 09:33 h

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Tras más de cinco horas presionando en las inmediaciones, los Mossos d'Esquadra han desalojado el Kubo y la Ruïna, los dos edificios okupados de La Bonanova, en la zona alta de Barcelona. Estas dos fincas, propiedad de la SAREB, llevaban siete años dinamizadas por jóvenes del barrio, que los transformaron en viviendas y en equipamientos de barrio.

El desahucio estaba programado a las 6 de la mañana y ha contado con un fuerte despliegue de Mossos de unos 400 agentes, que se han encontrado con una concentración de un centenar de manifestantes que apoyan las fincas ocupadas, de los cuales se han identificado a seis personas.

Después de horas de presión, han superado las vallas de el Kubo y han accedido al interior de la casa, dando por completado el desalojo pocos minutos antes de las 10 de la mañana. Por su parte, los ocupantes de la Ruïna también han sido expulsados, después de que los Mossos superasen las barricadas colocadas en espacio que separa el pequeño jardín del interior. Ambos edificios están conectados por el interior, por eso se ha trabajado conjuntamente, para evitar “el efecto traspase”.

El desahucio se ha desarrollado sin mayores incidentes, más allá de algunos lanzamientos de objetos por parte de los ocupas que los Mossos han esquivado accediendo a los inmuebles protegidos con jaulas con ruedas. Finalmente, un agente ha resultado herido leve.

Los agentes ya preveían que este desahucio podría ser problemático. Se trata de dos inmuebles que han generado mucha cola mediática debido que la derecha y la extrema derecha -de la mano de la empresa ilegal de desalojos Desokupa- los instrumentalizaran para intentar arañar votos en las pasadas elecciones municipales. Eso convirtió al Kubo y la Ruïna en una fijación de partidos como Ciudadanos, Valents y Vox. Y, a su vez, provocó olas de apoyo entre movimientos antifascistas y activistas por el derecho a la vivienda.

Como el choque entre fuerzas de seguridad y manifestantes se preveía intenso, la policía elaboró un dispositivo de seguridad que lleva fraguándose desde hace semanas. Los Mossos, en colaboración con la Guàrdia Urbana, cortaron todos los accesos a la Plaça Bonanova desde la madrugada para evitar problemas con los vecinos y también para impedir que la marcha de manifestantes se acercara a las inmediaciones.

Por su parte, desde que se conoció en enero la fecha del desahucio, los cerca de 100 ocupantes de los inmuebles empezaron a fortificarlos con material de obra. Las trincheras han ido creciendo en número y en tamaño a medida que se acercaba el día. Todo daba a entender que la desocupación no sería fácil. Por eso, los Mossos decidieron extremar precauciones y un día antes del desahucio avisaron a los vecinos de los bloques cercanos que, durante las horas que durara el operativo, se podían dar cortes de agua y luz pensados para noquear las estrategias de defensa del Kubo y la Ruïna.

Este escenario lleva días alertando a los vecinos de esta zona bienestante, en la que nunca hay disturbios y se han convocado pocas manifestaciones de cualquier tipo. De hecho, la cercana escuela de La Salle canceló las actividades extraescolares de la tarde, a la espera de que los enfrentamientos pudieran prolongarse. También los comerciantes han tomado precauciones: algunos de ellos han fortificado sus tiendas, mientras que otros no han llegado ni a levantar la persiana.

Cuando Desokupa entró en campaña electoral

Con este desahucio se ha puesto fin -al menos, de momento- a un caso que ha traído cola. El Kubo y la Ruïna se hicieron conocidos en la ciudad -y en el conjunto de España- el pasado marzo, cuando se realizó el primer intento de desahucio de estos centros okupados. La jueza decidió suspenderlo debido a falta de “garantías de seguridad”.

El desahucio frustrado convirtió en noticia el caso del Kubo y la Ruïna. Hasta entonces no se habían vivido incidentes destacados, pero a poco menos de un mes para las elecciones municipales de mayo, partidos como Ciudadanos o Valents lo recogieron como ejemplo para sus discursos de campaña, en los que alertaron sobre el incremento de la inseguridad en la ciudad, aunque es un fenómeno que se ha reducido un 17% respecto a 2019.

A pesar de los datos, Eva Parera, candidata de Valents, y Anna Grau, de Ciudadanos, basaron gran parte de su campaña en este tema, hasta el punto de que realizaron diversos actos frente a los edificios. Se encuentran en una zona conservadora y bienestante, con una renta por encima de la media barcelonesa. En las pasadas elecciones municipales fueron un feudo de Junts y el PP arrasó en los comicios generales.

Con la esperanza de arañar algunos votos y ante unas previsiones que no les aseguraban votos suficientes como para entrar en el Ayuntamiento -como así fue- Ciudadanos y Valents llegaron a convocar manifestaciones antiokupa cada semana. Pocas semanas después, a estos actos se sumó también Vox. Y, poco después, se añadió también la empresa de desalojos ilegal Desokupa.

Su director, Daniel Esteve se posicionó claramente sobre el caso y anunció que ofrecería sus servicios de manera gratuita para desalojar los inmuebles. La fecha que escogió para ese desalojo ilegal fue la misma tarde que empezaba la campaña electoral, momento en el cual también convocó una manifestación que aúno a centenares de personas y que buscaba generar conflicto y disturbios entre los partidarios de Esteve y los colectivos en defensa de los inmuebles, que también se movilizaron.

Finalmente, esa escena de caos que los partidos de derecha y Desokupa querían generar para justificar su discurso securitista no se dio debido a un fuerte dispositivo de los Mossos. Como tampoco sucedió que Esteve desalojara los bloques. De hecho, esto último era de prever ya que, tal como advirtieron diversos abogados a este medio, acceder por la fuerza a las fincas, esquivando los cordones policiales, habría sido constitutivo de delito de coacciones y de violación de domicilio.

Pero, aunque aquella jornada se resolviera sin mayores incidentes, el conflicto estaba sembrado. De hecho, tanto desde el Sindicato de Vivienda del barrio como desde la Asociación de Vecinos han asegurado a este medio que la convivencia con el Kubo y la Ruïna siempre había sido “apacible” hasta que llegaron los partidos y Desokupa.

Fue entonces cuando, de la mano de las manifestaciones semanales, empezaron las hostilidades. Pero no por parte de los ocupas, sino por parte de los vecinos. “Comenzaron a tirar botellas y piedras a las casas e, incluso, intentaron incendiar el huerto”, relatan desde el Sindicato. Como respuesta, colectivos ocupas y antifascistas también organizaron manifestaciones que algunas noches se zanjaron con enfrentamientos. La situación obligó a los Mossos a establecer presencia policial permanente en la zona.

Por su parte, Esteve publicó fotografías de presuntos habitantes de las fincas okupadas, asegurando que eran los autores de diversos ataques a vecinos y vecinas del barrio. Según el fundador de Desokupa, habrían perpetrado agresiones a menores “con palos”, y habrían salido a la calle a “sembrar el terror” armados con hachas y cascos de moto. “Tenemos fotos y parte de lesiones. Todo listo para presentar denuncia”, dijo. Pero, según Mossos d'Esquadra, jamás se llegó a denunciar nada.

Una vez pasaron las elecciones, ni Desokupa ni ningún partido político volvieron a posicionarse sobre el tema. Hoy algunos representantes de Vox y Ciudadanos se han vuelto a presentar en la plaza de la Bonanova, pero con una postura mucho más discreta. Seis meses después hay mucho menos ruido por el caso con el que quisieron incendiar la campaña electoral en Barcelona.