El expresident José Montilla (Iznájar, 1955) fue uno de los que intentó sin éxito que Carles Puigdemont convocase las elecciones. Lo resume con una frase contundente: “Ese día Twitter le ganó la batalla a la razón”. Ahora reclama al president cesado que regrese a Catalunya y asuma las consecuencias aunque ello implique pasarse una larga temporada en la cárcel.
A mediados de septiembre afirmó que en Catalunya todavía no estábamos rotos. Desde entonces han pasado muchas cosas. ¿Sigue pensando lo mismo?
Estamos más rotos de lo que estábamos en septiembre. La sociedad catalana está más dividida que nunca, a pesar de que hay personas a las que les cuesta reconocerlo. Hay responsables políticos a los que no les gusta que se diga esto, pero es una evidencia. Sólo hay que animar a cualquier persona a que repase sus grupos de familiares o amigos y vea cómo han evolucionado las relaciones en el último año.
En ese momento avisó de que si Catalunya se fracturaba no habría un sólo culpable. ¿A quién o a quienes responsabiliza?
Las responsabilidades están repartidas. Una responsabilidad importantísima de la aceleración de esa fractura es de las formaciones y los dirigentes que han gobernado el país en esta última etapa. Por esta huida hacía adelante y por haber situado las instituciones fuera de la ley. Pero es obvio que el Gobierno español también es responsable porque también es Gobierno de Catalunya. Tenía que haber dialogado y negociar. No para pactar la independencia pero sí para dar el mensaje de que hay otros problemas pendientes que tienen que ver con el autogobierno y que es necesario solucionar.
Más allá del respeto judicial, ¿está de acuerdo en que Junqueras, Forn, Sànchez y Cuixart sigan en prisión preventiva?
Las sentencias de los tribunales, te gusten o no, han de acatarse. Pero también hay que tener presente que el derecho penal es de último recurso y la privación de libertad es una pena de último recurso. La privación provisional de libertad lo es todavía más. Por lo tanto, sin entrar en el fondo de la cuestión, que se abordará en el tiempo y con los procedimientos que prevé la ley, yo creo que es una medida desmesurada, desproporcionada.
Forn incluso ha abandonado la política y ha afirmado que está en contra de nuevas medidas unilaterales. Mucha gente estos días se pregunta qué más tendría que hacer el exconseller de Interior para salir de la cárcel.
Pues no lo sé, supongo que los detractores responderían que no haber delinquido, presuntamente. Desde luego esto que menciona son más elementos a su favor para que no se le aplique una medida tan drástica como la prisión preventiva.
Hay juristas que estos días defienden que tal vez no son presos políticos pero sí están presos por ideas políticas. ¿Lo comparte?
No, no están por sus ideas porque no creo que sus ideas puedan ser más radicales que las que pueda tener la exdiputada de la CUP Mireia Boya, que ha declarado en el Supremo y respecto a la cual no se han tomado medidas preventivas. No están en la cárcel por ideas sino por actos que cometieron en su momento. La discusión es si esos actos merecen o no esta medida tan extrema.
En una parte del independentismo había la sensación de una cierta impunidad. Pensaban que unas ideas, por creer que son legítimas y porque los partidos que las formulan han tenido una mayoría simple de votos importante, ya eran un aval para impulsarlas, prescindiendo del ordenamiento jurídico. Y eso no es admisible. Decir que no esperaban una respuesta tan contundente del Estado es una ingenuidad. ¿Qué esperaban del Estado? Todos los Estados cuando sienten agredida su integridad reaccionan de esta forma o de otras más contundentes. Y tienen los instrumentos democráticos para hacerlo. Instrumentos con los que se podrá estar o no de acuerdo, pero eso no los invalida.
El PP, lejos de negociar, lo que propone es prohibir que los condenados por rebelión puedan ser indultados. ¿Está de acuerdo?
Eso entra dentro del debate de propuestas electoralistas que no tienen sentido más allá de exacerbar bajas pasiones y de tratar de ganar las próximas encuestas. Ya hemos visto como en ese terreno compite con Ciudadanos. No es sólo ese tema sino también el de la prisión permanente revisable. Son propuestas que desde luego yo no comparto porque no resuelven los problemas. No se puede reformar el Código Penal en función de coyunturas o por hechos concretos. Es muy poco responsable.
Que hay determinados asesinatos que tienen un impacto mediático enorme, en unas circunstancias terribles, no justifica que haya que cambiar el Código Penal, que ya no le será de aplicación a ese asesino. El sistema penitenciario y el derecho penal debe estar pensado para lo que la Constitución prevé y es que incluso la privación de libertad sirva para que la persona se pueda reinsertar.
¿Son medidas populistas?
Son medidas populistas que tratan de alimentar bajas pasiones. Son muy poco racionales.
¿El PSOE qué votará cuando el PP presente la propuesta para que los condenados por rebelión no puedan ser indultados?
Creo que no hay que posicionarse hasta que haya un texto. ¿Lo van a presentar? Igual no lo presentan. No creo que haya que adoptar posicionamientos preventivos ante maniobras de distracción y cortinas de humo. Sin ningún genero de dudas el socialismo actuará con sentido común. Igual que en su momento se posicionó de manera clarísima en contra de la reforma del Código Penal y la prisión permanente revisable, así lo hará con otras medidas que tienen muy poco que ver con la legislación penal española cuyos principios están recogidos en la Constitución.
¿El PP está adoptando algunas medidas o dejando de adoptar otras por la presión de Ciudadanos? ¿Cómo puede afectar la competición entre ambos a la hora de fijar la estrategia en Catalunya?
Está claro que hay una cierta competencia y una maniobra de distracción. Competencia por un espacio, especialmente tras las elecciones catalanas, aunque disputando más expectativas que otra cosa porque no hay elecciones a la vista. Pero también maniobras porque al PP no le van mal estas polémicas. Discute con sus aliados y tapa sus vergüenzas puesto que los casos de corrupción pasan a un segundo plano. Incluso puede dar las gracias a sus aliados.
Como president sabe qué es manejar información sensible para la seguridad. Hemos escuchado las grabaciones del 1-O en las que los Mossos pedían priorizar la convivencia. Viendo lo que ha pasado desde agosto hasta ahora, ¿cree que se busca perjudicar la imagen que se ganaron con su actuación tras los atentados yihadistas?las grabaciones del 1-O
Pienso que es algo más complejo. La competencia entre cuerpos policiales ha existido siempre. Si existe incluso entre la Guardia Civil y la Policía Nacional, que dependen de un mismo ministro, pues imagínese si no la va a haber con otros cuerpos de seguridad. Por lo tanto, no siempre se actúa con el debido deber de colaboración si no que cada uno se intenta apuntar tantos y a veces en contra de otro cuerpo. Eso ha pasado aquí llevado al límite porque hay un atentado, que a quien le toca gestionar es a los Mossos en función de las competencias en seguridad ciudadana. Por otro lado, en septiembre hay unos plenos muy conflictivos en el Parlament y la convocatoria y la celebración de una consulta ilegal en la que intervienen fuerzas de seguridad del Estado. Todo eso hacen más complejas las ya de por sí difíciles relaciones.
El 1 de octubre, cuando vio lo que estaba pasando en la calle, ¿qué pensó?
Pensé que alguien, en singular o plural, estaba cometiendo un gravísimo error que tendría repercusiones y que acabaríamos pagando todos. Fue un error de manual de los responsables policiales de la Administración del Estado. Ellos contaban con un supuesto que no se dio, el de que no habría urnas y no se votaría.
Fue un error actuar en determinados lugares, y digo determinados porque no fue en todos, no hubo una actuación generalizada de la Policía y la Guardia Civil de carácter violento. Hubo actuaciones puntuales en determinados lugares que fueron absolutamente reprobables. Cuando hay mujeres, niños, personas mayores, en actitud pacífica de ninguna manera se puede justificar algunas de las cargas que hubo.
Usted no votó la aplicación del artículo 155 pero los socialistas lo apoyaron. ¿No es un poco incoherente?
No, yo lo expliqué. No lo voté pero dos minutos después de que se votase expliqué porqué me había ausentado. Un artículo que suponía la intervención de las instituciones catalanas por alguien que las ha presidido no puede votarse. Aunque haya razones para esa intervención porque yo entiendo las razones del Estado para hacerlo. Seguramente actuó como lo hubiese hecho cualquier otro Estado, con un artículo que muchos denuestan pero que está en otras Constituciones europeas. No hay ningún Estado que deje que una parte de su territorio se secesione de manera unilateral sin adoptar las medidas que prevé su ordenamiento jurídico máximo.
El presidente de la Generalitat sabía que se podría haber evitado el 155 si hubiese convocado las elecciones y sabía que si había declaración unilateral de independencia, como la hubo, el 155 se aprobaría. No llegó por sorpresa. Aquel jueves por la mañana, cuando no convocó las elecciones, Twitter le ganó la batalla a la razón.
¿Cómo juzga la actuación de ERC ese día?
Seguramente lo que estamos viviendo ahora tiene que ver con la actitud de ERC ese miércoles y jueves. Cuando el presidente de la Generalitat les comunica que pensaba que lo mejor es convocar elecciones y ERC le responde el miércoles que es su responsabilidad, que no lo comparte pero que él mismo, y el jueves le dicen, que además que se irán del Govern. En clave de pasar factura, que es más elegante que hablar de venganza, se interpreta ahora el comportamiento de una parte de Junts per Catalunya respecto a ERC.
¿Ha hablado con alguno de los exconsellers que acabaron en la cárcel y que ahora están en libertad provisional?
He hablado con alguno de ellos.
¿Qué reflexión les ha trasladado?
Es mejor que lo dejemos aquí. Con algunos he hablado después de salir y es conocido que hablé con el presidente de la Generalitat el miércoles de aquella semana.
¿Después ha vuelto a hablar con Puigdemont?
No. Él dos días después se marchó.
Por si Puigdemont lee esta entrevista, ¿qué le diría?
Lo que tiene que hacer es volver y afrontar sus responsabilidades. Dar la cara aquí ante el pueblo de Catalunya, ante aquellos que le votaron y los que no le han votado, ante el conjunto de la ciudadanía del país que él presidió. Es lo mejor para él y desde luego para el país. También lo es para la formación política que él representa. Se trata de hacerse cargo de los actos que uno ha realizado y estar con la gente a la que te debes.
¿Aunque sea a riesgo de acabar 25 años en la cárcel?
Supongo que es el mismo riesgo que tienen otros que han optado por quedarse. Cuando uno toma determinadas decisiones debe saber los riesgos que comportan. Ahí, como en otras cosas, el independentismo calibró mal sus fuerzas.