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Vuelve Magritte, el surrealista que hace sentir inteligente al espectador

Un hombre con bombín, un motivo recurrente en la pintura de Magritte, aparece en 'El gran siglo' de 1954

Guillermo Carazo

13 de septiembre de 2021 23:00 h

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Esta no es la primera retrospectiva en Madrid de la obra del artista René Magritte (Lessines, 1898 - Bruselas, 1967), pero sí la muestra más grande desde que en 1989 la Fundación Juan March acogiese 63 óleos firmados por el surrealista. En esta ocasión, el Museo Nacional Thyssen-Bornemisza expone 95 obras y decenas de fotografías que forman la retrospectiva La máquina Magritte.

El universo de Magritte se caracteriza por el mimetismo de sus creaciones y la megalomanía de sus elementos. El juego de la percepción y la proporción como seña de identidad. “Sospecho que Magritte tiene el don de hacer creer a la gente que al mirar sus cuadros se vuelve más inteligente”, opina Amparo Serrano de Haro, profesora de Historia del Arte en la UNED. El autorretrato es otro de los aspectos más característicos de la obra del pintor belga así como la desproporcionalidad de los objetos y la metapintura como ventana al óleo.

Guillermo Solana, director artístico del Museo Thyssen, lleva trabajando en esta exposición desde marzo de 2015. Asegura que ha solicitado a los museos y a los coleccionistas pertinentes entre 200 y 300 obras para lograr exponer el casi centenar de piezas que forman la exhibición. “Magritte es un pintor obsesivamente lógico, obsesivamente metódico, de un rigor maniático, a veces. Su procedimiento es el reciclado de sus motivos, la variación, la combinación”, valora.

Solana ha procurado dar un punto de vista didáctico a esta retrospectiva. En una misma sala se muestra una pieza temprana como motivo y luego este se desarrolla. De este modo el público puede conocer cómo trabajaba este creador que tanto alimentó a la cultura pop. “Como consecuencia de la popularidad, se le ha estereotipado muchísimo, como le sucede a todos los pintores que se vuelven populares. Queremos mostrar que tiene un universo muy amplio y, a la vez, mostrar que no es arbitrario, que hay un método”, explica.

Esta no es una inauguración surrealista

La Bélgica de los años 20 donde las pinturas de Magritte comenzaron a hacerse visibles aún estaba convaleciente por la Primera Guerra Mundial. En Bruselas comenzaron a surgir revistas especializadas en arte. En 1926, Magritte expuso por primera vez en su ciudad natal, muestra donde, según el pintor belga, se le reprochó todo.

“He pintado un millar de cuadros, pero no he concebido más que un centenar de esas imágenes de las que hablamos. Este millar de cuadros es el resultado de que he pintado con frecuencia variantes de mis imágenes: es mi manera de precisar mejor el misterio, de poseerlo mejor”, desveló Magritte.

Lo que Magritte enseña, y eso tiene un enorme valor crítico, es que toda imagen es sospechosa. Cuanto más atractiva, más sospechosa

Su realismo mágico da un paso adelante en 1928 cuando incluyó la negación “Ceci n'est pas une pipe” (“Esto no es una pipa”) bajo la imagen realista de una pipa de fumar. Juego conceptual que analizó en profundidad el filósofo Michael Foucault en su ensayo titulado como la mítica enunciación del pintor surrealista. Foucault estudió el discurso de Magritte y realizó especial énfasis en la designación de las palabras y los conceptos mediante el poder de la ilustración. “Un juego de transferencias que corren, proliferan, se propagan, se responden en el plano del cuadro sin afirmar ni representar nada. De ahí, en Magritte, esos juegos infinitos de la similitud purificada que no se desborda nunca hacia el exterior del cuadro. Fundan metamorfosis”, analiza Foucault en Esto no es una pipa. Ensayo sobre Magritte (Ed. Anagrama, 1981).

Magritte se mudó a la Francia que servía de escenario al movimiento surrealista. Obras reconocidas como Los amantes y El espejo falso se gestaron en su etapa parisina. En los años 30 expuso en importantes ciudades dentro del circuito artístico como Londres y Nueva York. Volvió a Bélgica mientras Europa era atravesada por la Segunda Guerra Mundial. Así el pintor se distanció de la ortodoxia de los surrealistas que seguían a André Bretón.

“Nuestra cultura descansa sobre las imágenes hasta el punto que una foto photoshopeada puede desencadenar una revolución. Seguimos profesando una fe en la autoridad de las imágenes, seguimos identificando las imágenes como la verdad revelada. Lo que Magritte enseña, y eso tiene un enorme valor crítico, es que toda imagen es sospechosa. Cuanto más atractiva, más sospechosa”, asegura el director artístico del Thyssen-Bornemisza.

La traición de las imágenes

Una vez más la ciudad de Madrid acoge una gran muestra monográfica sobre un creador surrealista. La exposición de las obras de Salvador Dalí inaugurada en el Museo Reina Sofía en 2013 fue una de las más visitadas de la historia del Estado español. No obstante, autoras también catalogadas dentro del surrealismo aún no han contado con una gran retrospectiva en la capital de su país de origen.

Prueba de esta falta de visibilidad es la obra de la artista catalana Remedios Varo (1908 - 1963). Varo se exilió en México en 1941 y nunca volvió al Estado español. El Museo de Arte Moderno (MAM) de la Ciudad de México cuenta con parte de su arte pictórico. Sin embargo, en 2020 el Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires (MALBA) realizó la mayor muestra del arte de Varo. 120 obras que se expusieron tan solo durante una semana debido a la pandemia del coronavirus que paralizó el mundo. En 1988 se mostraron 54 óleos firmados por Varo en el Banco Exterior de Madrid.

La profesora Serrano de Haro, especializada en el movimiento surrealista con perspectiva de género, opina que “durante mucho tiempo no ha existido ni el interés, ni sobre todo, el ‘respeto’ por el arte de Varo. Ahora ella y otras artistas mujeres empiezan a ser apreciadas como artistas de pleno derecho, pero ha sido un largo proceso”. Serrano de Haro cree que hay muchas creadoras del surrealismo que deberían de contar con una visibilidad similar a la que se les está dando a otras figuras masculinas encasilladas en el mismo movimiento artístico. “El surrealismo fue un movimiento internacional por lo que en toda Europa y en las dos Américas hay artistas fascinantes, casi desconocidas. Y lo más interesante es que al investigar para preparar esas exposiciones se descubrirán otras muchas pintoras ocultas, olvidadas”, señala la escritora y docente universitaria. Además de Remedios Varo, Delhy Tejero, Piti Bartolozzi o Maruja Mallo son algunas de estas creadoras nacionales que fueron atravesadas por la mirada surrealista y que no cuentan con especial notoriedad ni en las paredes ni en la programación de los museos españoles.

El director artístico del Museo Thyssen estima que entre 2024 y 2025 se inaugurará una exposición sobre Remedios Varo. “Decidimos que antes de Remedios Varo queríamos hacer un proyecto más ambicioso que se llama Maestras antiguas y modernas, que es un proyecto de pintoras mujeres, desde el siglo XVI a nuestros días”, adelanta Guillemo Solana. “Tenemos mucho compromiso en hacer cada año al menos dos exposiciones, a veces tres, de artistas mujeres”, añade.

La máquina Magritte se podrá visitar en Madrid del 14 de septiembre hasta el 30 de enero de 2022. A partir de esa fecha se desplazará al CaixaForum de Barcelona, donde permanecerá hasta el verano.

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