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Unamuno más allá de 'Mientras dure la guerra', el contradictorio intelectual que Amenábar ha puesto de moda

Miguel de Unamuno fotografiado en 1925

Miguel Ángel Villena

24 de enero de 2020 21:05 h

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“Si no fuera por la película de Amenábar y por el debate público que ha suscitado, hoy no estaríamos aquí 200 personas en este coloquio”. Esta afirmación de un asistente a una mesa redonda, organizada el pasado jueves en Madrid por el diario FronteraD y Ámbito Cultural bajo el título de Unamuno. Ecos de una guerra y un filósofo, resume el renovado interés por una de las figuras más polémicas e inclasificables de la cultura española.

Mientras dure la guerra, un éxito de público en las salas y candidata a 17 premios Goya, utiliza a Miguel de Unamuno (Bilbao, 1864-Salamanca, 1936) como hilo conductor para explicar el conflicto y sus antecedentes. No era fácil el empeño de Alejandro Amenábar. Unamuno fue nacionalista vasco y simpatizante del PNV en su juventud, más tarde militante del PSOE, furibundo opositor después a Alfonso XIII y a la dictadura de Miguel Primo de Rivera y, tras proclamarse la República en 1931, fue elegido diputado por Salamanca en una candidatura conjunta con la abogada Victoria Kent.

El sorprendente epílogo de estos vaivenes se concretó en el apoyo a la sublevación de Franco y la mayoría del Ejército contra la República. Asqueado por la represión que desataron los franquistas en las primeras semanas de la guerra, el remate de su peripecia vital fue el célebre discurso del 12 de octubre de 1936 (“venceréis, pero no convenceréis”) en la Universidad de Salamanca y su alegato contra los militares. Unamuno fue arrestado en su domicilio y falleció dos meses y medio después de aquel incidente, el 31 de diciembre de 1936, a los 72 años. No resulta, pues, en absoluto extraño que Amenábar haya manifestado que “Unamuno dramáticamente es oro”.

La película sirvió de percha para un debate que intentó trazar un perfil nada fácil de un autor contradictorio, excéntrico y de un carácter insoportable que fue catedrático de Griego y escribió novelas (Niebla, La tía Tula), poesía, obras de teatro (Fedra), libros de viajes y ensayos filosóficos (Del sentimiento trágico de la vida, La agonía del cristianismo).

“No sé de dónde sacó tiempo Unamuno para una obra tan prolífica”, señaló en el coloquio el periodista y exdirector de El Mundo Pedro G. Cuartango. “Hay que tener en cuenta”, añadió, “que también se dedicó con intensidad al periodismo. Estaba claro que debía trabajar mucho porque tenía nueve hijos que alimentar. En cualquier caso, lo que más admiro de él es su honestidad intelectual porque jamás escribió algo para agradar. Creo que Unanumo supone una referencia a reivindicar en la España de hoy”.

Entrenado para el debate desde el colegio

La novelista y crítica literaria Marta Sanz destacó que autores de la generación del 98 como Unamuno, Valle Inclán o Baroja conservan una cierta aura legendaria. “Tuvieron una presencia en la vida pública”, manifestó Sanz, “para cuestionar el discurso hegemónico que hoy rehuyen los intelectuales. Por otra parte, Unamuno, pese a sus contradicciones, es un escritor que nunca se repetía y que transitó por muchos géneros literarios”.

El poeta y ensayista Jon Juaristi, autor de una biografía sobre Unamuno, fue el experto más crítico con la trayectoria del intelectual bilbaíno. A juicio de Juaristi, “Unamuno ya se entrenaba de pequeño en el colegio para defender lo contrario de lo que decía la mayoría. Tenía un muy acentuado espíritu de contradicción y le encantaba defender opiniones opuestas”. Según el biógrafo, fue un intelectual que gustaba a los curas porque “siempre estaba dándole vueltas a Dios y a la esencia de sí mismo”, algo que “para los falangistas significó la expresión máxima del nacionalismo español. Es decir, un abertzale en español”.

Juaristi restó importancia a la poesía de Unamuno, ya que según este “escribía cuatro o cinco poemas al día y con muchos altibajos”. También consideró menor su narrativa y su teatro y tan solo resaltó la faceta de ensayista. Como rasgos biográficos que habían marcado a Unamuno, el biógrafo citó el bombardeo de Bilbao durante las guerras carlistas, cuando el filósofo era un niño, y la pérdida de los fueros vascos en su etapa nacionalista de juventud.

El exilio de Unamuno

El moderador del debate, el periodista y escritor Carlos G. Santacecilia, también citó el carácter muy tacaño de Unamuno, así como su inmensa popularidad en vísperas de la proclamación de la República y tras haber sido uno de los mayores opositores a la monarquía de Alfonso XIII y haber sufrido, por ello, destierro en Fuerteventura y exilio en Francia. “Unamuno afirmaba que Alfonso XIII, al que llamaba el ganso, era falso desde la corona hasta las botas de montar”, se comentó en la mesa redonda.

Hubo opiniones para todos los gustos sobre la película de Alejandro Amenábar, tanto entre el público de la mesa redonda como entre los expertos. De cualquier manera, el filme permanece desde hace varias semanas en las carteleras y ha provocado un amplio debate social sobre la Guerra Civil y sobre personajes, al margen de Unamuno, como los militares golpistas, con Franco y Millán Astray a la cabeza, o sobre amigos del escritor que fueron fusilados por los franquistas, como el pastor protestante Atilano Coco o el profesor y rector Salvador Vila.

Más allá de las licencias narrativas que una obra de ficción se permite, Cuartango calificó de honesta la película de Amenábar. “Creo”, dijo, “que recoge bien el conflicto y recrea con rigor el ambiente de Salamanca al comienzo de la guerra”. Marta Sanz se mostró más ambigua frente al filme y al tiempo que elogió el interés de algunos personajes, descalificó otros como el de Millán Astray. “Me pareció que retrataba a un tipo ridículo”. A pesar de todo, la novelista opinó que tal vez fuera una cinta interesante para un público joven y poco familiarizado con la Guerra Civil.

Por su lado, Juaristi se manifestó muy decepcionado con algunos errores históricos de la cinta o con la interpretación de Karra Elejalde, que encarna a Unamuno en la película. Sea como fuere, desde el estreno de Mientras dure la guerra hace meses, Unamuno se ha puesto de moda. El moderador recordó que en el especial de Nochevieja de TVE el humorista José Mota había parodiado a Unamuno en varios sketches. “Vio más gente aquel programa que la suma de los lectores que Unamuno tendrá en la próxima década”, concluyó Santacecilia.

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