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Las cronistas que Gay Talese leyó (pero no quiso citar)

A cada uno le influye lo que le influye. Por eso, cuando al pope del Nuevo Periodismo Gay Talese le preguntaron en una conferencia en la Universidad de Boston por el nombre de las escritoras que le habían inspirado en su obra, respondió: “Ninguna”. El problema es que se explayó y, según una de las periodistas presentes en la sala, Amy Littlefield, añadió: “'Y le diré por qué'. Y explicó que las mujeres con estudios no quieren relacionarse con gente ”antisocial“. Sobre cronistas mujeres que hayan investigado temas difíciles o violentos, afirmó: ”No conocí a mujeres que estuvieran haciendo eso en esa época. Conozco a muchas mujeres brillantes“.

Gay Talese es conocido para el gran público como el autor del artículo de Esquire Frank Sinatra has a cold, en el que experimenta formalmente con las técnicas del periodismo literario bautizadas como Nuevo Periodismo por Tom Wolfe, y, sobre todo, por Honrarás a tu padre (Alfaguara) sobre la mafia italoamericana en Estados Unidos y La mujer de tu prójimo (Alfaguara) un largo reportaje sobre las costumbres sexuales estadounidenses.

A lo largo de su carrera ha escrito sobre periodistas del New York Times, la mafia italoamericana o los asesinatos de Charles Manson. Pero, sin lugar a dudas, es su contribución con “The Soft Psyche of Joshua Logan” en la antología de Tom Wolfe -publicada en formato abreviado por Anagrama en España- lo que le valió la inclusión por la puerta grande en el grupo de los cronistas literarios o nuevos periodistas, estrellas de la profesión a finales de los sesenta y durante toda la década de los setenta.

Por eso sorprende la incapacidad de Talese de nombrar a sus contemporáneas, incluso varias antologadas junto a él. De la era dorada del periodismo en papel estadounidense, destacamos aquí a periodistas que Talese leyó y decidió no nombrar:

Joan Didion es, sin duda, el primer nombre que viene a la cabeza si hay que hablar de cronistas del momento. Mucho antes de ser conocida para el gran público por sus relatos de duelo personal en El año del pensamiento mágico y Las horas azules,  primero por la muerte de su marido y después de su hija, Didion fue la gran figura de la crónica estadounidense californiana. Aparece por derecho propio en la antología de Wolfe -en su versión en inglés- con “Los que sueñan el sueño dorado”, un reportaje del asesinato de un hombre acaudalado por parte de su esposa y antigua reina de la belleza de la ídilica región del Orange County.

Didion es también autora de “Arrastrándose hacia Belén”, la crónica que también da título al libro donde se narran historias con John Wayne, los Doors y la huida hacia adelante de adolescentes drogadictos perdidos que dejan atrás a sus familias para buscar el sueño americano.

Gay Talese podría haber citado también a Barbara Goldsmith, presente también en la famosa antología de Tom Wolfe con un perfil demoledor y sucio titulado La Dolce Viva sobre Viva, una de las musas de Andy Warhol durante su periodo en The Factory.

Si a Talese le faltaban mujeres intrépidas con amor por la crónica de calle, podría haber citado el artículo “Women on the Edge” de Goldsmith, aparecido en The New Yorker, un verdadero estudio de la prostitución callejera de Nueva York, o su trabajo en The New York Times sobre la cultura obsesionada con el famoseo, “The Meaning of Celebrity”, de 1984, mucho antes de que ningún otro escritor reconociera el fenómeno. Su novela “The Straw Man”, sobre el mundo del arte y la aristocracia millonaria estadounidense fue alabada por Truman Capote y citada por Tom Wolfe como una influencia directa para “La hoguera de las vanidades”.

Seguro que Talese recordaba también a Gail Sheeby, de su misma generación y pionera en el arte de los perfiles políticos, reconocidísima dentro del periodismo narrativo estadounidense. Sheeby es autora, entre muchas otras, de “Redpants”, una crónica sobre prostitución en la revista New York, o “The Blooming of Margaret Thatcher”, en la que François Mitterrand afirma que Thatcher tiene “la boca de Marilyn Monroe y la mirada de Calígula”. Su perfil sobre Hillary Clinton en 1992 para Vanity Fair desveló un affair de George Bush padre, y un artículo para la misma revista sobre George W. Bush reveló sus serios problemas de dislexia.

Si Talese hubiera seguido indagando en la década gloriosa del periodismo narrativo de la que él formó parte habría podido hablar de Robin Green, autora de un venenoso perfil sobre la estrella adolescente David Cassidy, y cronista de las doce horas más espeluznantes junto a Black Sabbath en “How Black is my Sabbath”, ambas piezas de Rolling Stone. Posteriormente, Green ha sido guionista de “Doctor en Alaska” y “Los Soprano”, dónde también ejerció de productora.

También habría leído, sin duda, a Marcelle Clements, autora de “El perro somos nosotros”, un ensayo fundacional sobre el cambio en la actitud con respecto a la marihuana en las décadas de los setenta y ochenta, narrado en primera persona, fundamental para entender el periodismo gonzo más allá de Hunter S. Thompson.

Bola extra: Alma Guillermoprieto

Bola extra: Alma GuillermoprietoSuponemos que Gay Talese no lee en español, pero sin duda lee The Washington Post, The Guardian y Newsweek, donde Alma Guillermoprieto ha publicado desde mediados de los años setenta sus crónicas sobre masacres en El Salvador, las consecuencias de Sendero Luminoso para Perú, los años ochenta en Argentina tras la dictadura militar, o la violencia narco en México. Para no “querer bajar a la calle” o “mezclarse en conflictos violentos”, lo de combinar la crónica internacional y ser mujer a Guillermoprieto le ha salido bastante bien.