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Moderna de Pueblo despierta de un sopapo a las princesas de cuento 'idiotizadas'

Érase una vez, una princesa que vivía en un castillo con cimientos patriarcales y dormía a la espera de su príncipe encantador. Un día, Zorricienta y Gordinieves, hartas de ver cómo perdía el tiempo postrada en una cama, decidieron despertarla de su letargo y llamar al Empoderhada, experta en transformar a muchachas idiotizadas por los cuentos clásicos.

Junto a la Sirenita pescada, las cuatro amigas emprenderán un largo camino para “desaprender lo que nunca deberían habernos enseñado”. Esa es la premisa del nuevo libro de Moderna de Pueblo, Idiotizadas, que acaba de salir publicado por la editorial Zenith. La viñetista, menos conocida como Raquel Córcoles (Reus, 1986), aborda con su clásico sentido del humor las contradicciones de las relaciones de pareja a través de una mirada feminista.

“Me ha quedado un poco heteronormativo, la verdad”, confiesa en un sillón de color violeta “perfecto para la ocasión”. El personaje de Moderna abandona esta vez su cómoda posición de espectadora para representar uno de los debates más peliagudos de la actualidad: el del instinto maternal.

Tras haberse mudado de la gran ciudad a las afueras, hacer la cena cada noche junto a su pareja y una copita de vino, y renunciar a la juerga por acurrucarse en el sofá haciendo la cucharita, llega la temida conversación. “No condeno que una mujer quiera tener hijos a los 30. Lo que me da miedo es que no se planteen las cuestiones previas: ¿es lo que quieres de verdad? ¿O solo es una cosa más que tachar de la lista?”, defiende Córcoles.

A través de sus tiras, Raquel ha encontrado una vía de entendimiento con su propio círculo de amistades y una forma de lanzar sus indirectas en temas delicados como la maternidad. “Quería expresar todas esas cosas que no le puedes decir a una amiga, pero con la intención de que se reconozcan. No le puedes decir que su novio es imbécil, porque está enamorada, pero si lo lee quizá sea consciente de que no la trata bien”, explica.

Córcoles también tuvo que salir de su pueblo, abrir su “mentalidad paleta” y conocer a sus “amigas y fuente de inspiración” para deshacerse del mito del amor romántico y de los tópicos. En eso, admite, su madre tuvo un papel muy importante. Idiotizadas le dedica un largo pasaje a “la Cenicienta del principio del cuento”, una mujer que se casó a los 20 por mandato de sus padres y se pasó gran parte de su juventud siendo la criada de su marido.

“A pesar del machismo que la rodeaba, mi madre nos educó a mí y a mis hermanas en el feminismo”, dice la artista. Les animó desde pequeñas a ser autosuficientes y preparadas para no depender de un hombre, y ella misma tuvo que rehacer su vida a los 50 para empoderarse lejos de la opresión de su hogar. “Aún así, sigue teniendo inseguridades cuando se ve representada en las viñetas”, dice Moderna de Pueblo.

“Nunca, nunca, lo dejes todo por un hombre”. Fue el consejo que le dio su madre y lo que le incitó a guardar en un cajón con llave todos esos libros de princesas sumisas y dolientes. “Mi favorita era Bella, que nos la vendían como la culta y rarita que leía libros. Ha sido el cuento que más rabia me ha dado cuando he crecido. Trata de un maltrato y representa el síndrome de Estocolmo al dedillo. Ella siempre preciosa y dulce, mientras que él puede ser una Bestia porque nosotras vemos la belleza del interior. Ellos, en cambio, no”, se lamenta.

Esa reinvención de las normas clásicas dio alas a los dos mejores personajes del libro: Gordinieves y Zorricienta. La primera, que representa varios cuentos a lo largo de las viñetas, como La Bestia y el Bello, es una mujer de armas tomar, con curvas, que odia la cera depilatoria y adora los cunnilingus. Desde pequeña ha sufrido todo tipo de comentarios porque su cuerpo no cumplía los cánones heteropatriarcales, pero ahora no hay nadie que consiga minar su moral.

“El personaje se basa en una amiga de la que me quedé prendada. Nunca había conocido a nadie así”, cuenta Moderna. Dice que la dibujó un día de aburrimiento para probar un trazo nuevo que representase a otro tipo de mujer real. “Soy una dibujante muy limitada y nunca había salido del prototipo de cuerpo delgado que hago siempre. Pero fue un gustazo trazar tetas, barriguitas y muslazos”, cuenta entre risas.

Pronto, Gordimala (aka Gordinieves) se convirtió en un símbolo del movimiento body positive -aunque odia esa etiqueta-, y homenaje a todas las mujeres que han aguantado los consejos condescendientes de sus amigas delgadas. “Yo también he querido ayudar a una amiga a través de inculcarle los cánones a los que yo me he sometido, pensando que así sería la perfecta mujer de éxito. Tanto me las daba de feminista y la que tenía que cambiar era yo, no ella”, asume.

Por su parte, Zorricienta es la que tantas veces ha sufrido slut shaming por llevar una vida sexual sin escrúpulos ni limitaciones. Mientras ella se acostaba con quien le venía en gana y era una “zorra”, el chico que hacía lo mismo era el “puto amo”. Es la amiga que siempre tiene ganas de fiesta, la que siente arcadas si se habla de bodas y bebés y quien cuenta las mejores anécdotas picantes en las quedadas de grupo.

Aunque se narran con un tono de humor y superación, Idiotizadas aborda temas peligrosos como la anorexia, la bulimia o el maltrato psicológico. “Para explicarlo con datos ya están las campañas del Ministerio, aunque metan la pata siempre, y a mí lo que me interesa es que educar en feminismo también pueda ser divertido”, resume.

Después de especializarse en las tribus urbanas y dedicar una oda “a las amigas que se salvan las unas a las otras”, ¿hay lugar para la política? “Lo he pensado, pero me interesa poco porque es un campo de nabos y no me he visto representada. Son esos señores hablando de sus cosas y haciendo mansplaining”, razona. Dice que, en todo caso, le interesan aquellas políticas que sufren un escarnio constante por ser mujeres y a las que describen con un insulto machista diferente cada día: “la fea, la que no se depila, la gorda, la guapa que solo está ahí por su físico o la zorra”.

“Me apetece hacer ficción porque faltan muchas historias por contar. No me sirve de nada que sigan revisionando películas de Disney, mejor que salgan nuevas con la mentalidad fresca”, dice a modo de colorín colorado. Aunque de pequeñas solo nos contaron un final feliz, ahora sabemos que existen muchos más, e Idiotizadas es una bonita muestra de ello.