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'Las venas abiertas de América Latina': 50 aniversario de la biblia del expolio de los pueblos originarios

Guillermo Carazo

9 de agosto de 2021 22:27 h

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Se cumplen 500 años de la primera circunnavegación del mundo documentada realizada por Fernando de Magallanes y Juan Sebastián Elcano. Otros tantos de la toma de Tenochtitlan a manos de Hernán Cortés, medio milenio de la denominada “conquista”. Motivo por el cual la embarcación zapatista llamada La Montaña cruzó el océano Atlántico en cincuenta días para llegar a Europa. 

La delegación marítima del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) que desembarcó en Vigo el pasado 22 de junio estaba formada por cuatro mujeres (Lupita, Carolina, Ximena y Yuli), dos hombres (Bernal y Darío) y una persona no binaria (Marijose). Según el comunicado oficial firmado por el subcomandante Galeano, Marijose al pisar tierra europea gritaría: “¡Ríndanse cara pálidas heteropatriarcales que persiguen lo diferente!”.

Esta desembarcación a la inversa remueve la leyenda negra española (y europea). Así como la explotación que comenzó a sufrir el continente americano hace 500 años. Historias que se encargó de cazar el periodista y autor montevideano Eduardo Galeano (1940 - 2015) en su icónico libro Las venas abiertas de América Latina (1971, Siglo XXI), que acaba de cumplir cincuenta años de su primera publicación.

América antes de América

¿Es América Latina una región del mundo condenada a la humillación y a la pobreza? ¿Condenada por quién?

Editorial Siglo XXI ha publicado a ambos lados del charco una edición conmemorativa de la biblia del expolio latinoamericano. La premisa con la que el autor de Montevideo publicó este libro en 1971 sigue vigente: “¿Es América Latina una región del mundo condenada a la humillación y a la pobreza? ¿Condenada por quién? ¿Culpa de Dios, culpa de la naturaleza? ¿No será la desgracia un producto de la historia, hecha por los hombres y que por los hombres puede, por lo tanto, ser deshecha?”, se cuestionó Eduardo Galeano.

31 años tenía Galeano cuando terminó su libro más controvertido. Medio siglo ha pasado desde que la obra crítica que encumbró al uruguayo se comenzase a expandir por Sud y Centroamérica, zafándose del censo dictatorial que golpeó el Cono Sur hasta los años noventa. Texto que le llevó varios años de documentación y estudio acerca de la historia económica del continente que le vio crecer. 

Esta edición especial incluye láminas y espacio en los márgenes donde se dibujan imágenes que representan la opresión de los pueblos originarios de América, antes de que América se llamase América. “Por el camino hasta perdimos el derecho a llamarnos americanos”, denunció el escritor uruguayo. La crudeza de las crónicas de Galeano deja a un lado la óptica eurocéntrica y nos invita a mirar el uso que Occidente ha hecho (y hace) de Sudamérica. Así como el objetivo del fotógrafo Sebastião Salgado captó esta falta de humanidad y la violencia sufrida por el pueblo y la tierra americana, Galeano lo hizo mediante las letras.

Neocolonización vs decolonización

Nativos, supuestamente, endemoniados y exploradores que, hipotéticamente, brindaron los valores de Cristo. Esa fue la historia que volvió de los navíos colonos. Pero allá vemos iglesias construidas sobre antiguos templos de los pueblos nativos. Un borrado cultural que bien se puede definir como epistemicidio.

La mirada occidentalocéntrica y eurocentrista sigue cortando las venas de América Latina. El desequilibrio generado por el uso de países como mano de obra barata. De ahí la lucha descolonial que emerge de la sociedad latina. El sociólogo puertorriqueño y profesor de la Universidad de Berkeley Ramón Grosfoguel es una de las voces que llama a la descolonización del ser y del conocimiento, en tiempos en los que los colonizadores son entes virtuales. “Hoy día lo que tenemos en Occidente son plutocracias, las democracias de los ricos, del capital financiero. Son los que no se someten nunca a ninguna lección y son los que deciden por nosotros”, dijo Grosfoguel durante una entrevista realizada por el programa Vía V. El llamado Club de los Cinco –Google, Microsoft, Facebook, Apple y Amazon– conquista sin violencia aparente. Sin embargo, dicho monopolio sigue exprimiendo a los países del Sur.

“El descubrimiento de los yacimientos de oro y plata de América (...)  hechos que señalan los albores de la era de producción capitalista. Estos procesos idílicos representan otros tantos factores fundamentales en el movimiento de la acumulación originaria”, escribió Karl Marx en el primer tomo de El Capital. Galeano señaló a España, Reino Unido y Estados Unidos, entre otros, como los principales sujetos opresores de Sud y Centroamérica. Hoy el uruguayo tendría que dejar un poco a un lado el concepto de Estado-nación para mirar al mundo de una manera más global. 

Donde hubo oro hay litio (y aguacate)

El interés que Occidente tuvo hace medio siglo en el oro y la plata evolucionó hacia el petróleo, el litio, la soja y el aguacate. Galeano señaló la ciudad de Potosí, Bolivia, como una de las ciudades más dañadas por el subdesarrollo y la pobreza ya que, debido a sus minas de plata, contó con un período de auge que la convirtió en el centro económico de Sudamérica. “Potosí brinda el ejemplo más claro de esta caída hacia el vacío”, espetó Galeano. Vaciada de plata, Bolivia cuenta actualmente en el salar de Uyuni con una de las mayores reservas de litio del mundo. Oro blanco con el cual Apple, entre otras empresas, fabrica las baterías de sus equipos.

“Toda tecnología tiene cosmología, por tanto toda tecnología que se ha construido en el sistema-mundo en los últimos cuatrocientos años ha sido del tipo dualista-cartesiana, es decir donde no se concibe la reproducción de la vida sino la destrucción”, respondió Grosfoguel a El Salto.

Uno de los capítulos más simbólicos de Las venas de Galeano cuenta la historia de Túpac Amaru II –origen del nombre del rapero californiano 2Pac–. Cacique mestizo, descendiente de emperadores incas, que lideró una importante sublevación. En 1791, Amaru buscó abolir la esclavitud indígena del territorio que hoy delimita Perú. Según narra Galeano, los españoles cortaron la lengua del libertador y lo despedazaron en la plaza de Huacaypata, Cuzco, ante los ojos de sus familiares. “Ataron sus brazos y piernas a cuatro caballos, para descuartizarlo, pero su cuerpo no se partió. Lo decapitaron al pie de la horca”. Enviaron cada una de sus extremidades a un lugar diferente del país y “se recomendó que fuera extinguida toda su descendencia hasta el cuarto grado”, relató el periodista uruguayo.